miércoles, 5 de abril de 2017

Periodismo y enmienda: ni criminalización, ni caza de brujas



 Andrés Colmán Gutiérrez – Tw: @andrescolman

En este critico abril, los comunicadores nos aproximamos a la conmemoración del Día del Periodista Paraguayo (26 de abril) y a la recordación del asesinato aún impune de nuestro colega Santiago Leguizamón, en medio de una sorda guerra política que no solamente nos divide en una grieta cada vez más profunda, como al resto de la sociedad, sino que nos sitúa especialmente como protagonistas de la información y la propaganda, nos pone como blanco de críticas, ataques, odios, amores, rencores y pasiones.
Inevitablemente, como siempre ocurre en los grandes conflictos históricos (lucha contra la dictadura; intento de golpe abril 1996, Marzo Paraguayo…), a los periodistas nos cuesta mantenernos neutrales y acabamos casi inevitablemente tomando partido. Aunque lo ideal es que no perdamos una óptica profesional, también somos ciudadanos y compartimos las angustias y esperanzas, los dolores y los ideales del resto de la gente.
En esta ocasión, cuando desde el primer momento el oficialismo colorado cartista planteó el plan de forzar la enmienda de la Constitución para lograr la reelección de Horacio Cartes, con la posterior alianza con los sectores políticos liderados por Fernando Lugo y Blas Llano, la mayoría de los periodistas de los principales medios de comunicación entendimos que esa acción llevaría a violar la Constitución y por tanto asumimos posturas en contra, en nuestras respectivas columnas de opinión, en nuestras opiniones personales en redes sociales y en entrevistas que nos solicitan en otros medios, aunque en un importante número hemos tratado de que nuestra tarea informativa no deje de ser plural y recoja todas las aristas y todas las voces del conflicto. Quizás no siempre lo hayamos conseguido...

Llamativamente, nuestras posturas de muchos en el gremio han coincidido con las líneas editoriales de los principales medios, lo cual ha llevado a que desde el sector oficialista nos acusen de expresarnos siguiendo los dictados de nuestros empleadores, principalmente los empresarios Zuccolillo y Vierci, como si en nuestra larga trayectoria profesional no hayamos demostrado de modo suficiente que podemos pensar por cabeza propia y tener nuestras propias ideas.
A partir de esta postura, en la medida en que se radicalizaban las posiciones, hemos sido acusados de ser “ratas de la oligarquía”, “sicarios mediáticos”, “empleaditos de Vierci y Zuccolilo”, etc.
En el gremio han existido y existen también colegas más identificados con la izquierda, específicamente más próximos al Frente Guasu, que han sostenido libre y públicamente sus posturas a favor de la enmienda, argumentando que el referéndum sobre la enmienda permitirá una participación democrática del pueblo, y sobre todo defendiendo la opción de que Fernando Lugo sea habilitado, por creer ellos que es el único candidato “con una opción progresista”, capaz de vencer a los colorados. Por esta posición hoy se los acusa de ser “cómplices de los violadores de la Constitución”, “títeres de Lugo y Cartes”, y también son víctimas de ataques mediáticos, escraches y amenazas…
En otro sector se encuentran muchos colegas que trabajan para los medios del Grupo Cartes, donde hay que distinguir muy bien a los pocos y conocidos mercenarios que se ocupan de lo que en el ambiente denominamos TS (trabajo sucio), manipulando la información para defender al Gobierno, propagar mentiras y atacar a los adversarios… de una gran cantidad de colegas que cumplen una tarea informativa digna, y para quienes el periodismo es una auténtica vocación de servicio a la sociedad, además de un elemental medio de subsistencia.

Hay dos ejemplos últimos de la situación a la que hemos llegado.

-Uno de ellos es el que afecta la querida colega y amiga Mercedes Menchi Barriocanal, a quien -junto a su marido Oscar Acosta y a otros colegas- los cartistas, luguistas y llanistas han acusado de haber sido los instigadores de los hechos de violencia que desembocaron en el incendio del Congreso y en el asesinato de un joven liberal en manos de la Policía, en la noche del viernes 31 de marzo.
Cualquiera que conozca a Menchi, a Oscar, a Santula… y que haya seguido de cerca sus trabajos, saben que eso es mentira. La quizás recargada pasión ciudadana que ponen en informar y opinar desde sus respectivas posturas cívicas o políticas jamás puede asociarse a nada de violencia. Es lo que el propio Oscar calificó como “la criminalización de la labor periodística”.
Casi todos hemos escuchado la voz quebrada de Menchi ante las amenazas proferidas contra ella y su familia, como también su firme determinación de no renunciar a sus convicciones (me hizo recordar una dura etapa de las investigaciones del programa televisivo El Ojo, en los años 90, cuando sicarios del narcotráfico también la amenazaron y persiguieron a ella y a su productor Augusto Barreto, incluso con un grave intento de secuestrar a una de sus hijas).

-El otro ejemplo más reciente y sonado es el de la también querida amiga y colega Yolanda Yota Park, quien este martes 4 de abril renunció a las dos emisoras de radio del Grupo Cartes, Montecarlo y 970, de la que era una de las figuras principales como comunicadora. En los últimos días, Yota fue blanco de fuertes críticas y ataques, principalmente en las redes sociales, solamente por trabajar para las empresas de la familia del presidente, y por acompañar en las programaciones a dos periodistas que si asumían abiertamente la defensa de los intereses del sector cartista.
Fiel a su estilo, Yota trató de permanecer neutral en un conflicto que cada vez polariza más a los paraguayos… pero aparentemente no lo consiguió. Su renuncia fue un gesto digno y aunque uno pueda no estar de acuerdo con algunos términos de su carta manuscrita de despedida, en donde expresa “esta no es mi lucha, nunca lo fue”, su gesto de renuncia indica otra cosa: Desde ese momento, con ese gesto, también –incluso en contra de su propia visión- ha acabado tomando partido, porque tiene un efecto político: Su salida priva a los medios del Grupo Cartes de una de las últimas figuras con buena credibilidad y alta empatía con el público.

Este momento crítico que los periodistas estamos viviendo, junto con toda la ciudadanía, lo debemos asumir como un gran desafío para nuestro oficio.
Es el momento en que debemos salir a pedir y exigir: ¡No a la criminalización del trabajo periodístico! ¡No a la “cacería de brujas” contra los colegas que piensen de modo diferente!
Una buena comunicación, transparente, responsable, investigativa, analítica, es necesaria… ¡más que nunca!
No renunciemos a nuestras pasiones, a nuestras convicciones cívicas o políticas… pero tratemos de preservar la profesionalidad de nuestro trabajo, pensando en la utilidad que este puede seguir teniendo para la ciudadanía.

Que este mes de abril, mes de los periodistas paraguayos, nos sirva como espacio de reflexión y reafirmación de nuestras convicciones.

1 comentario:

  1. Cuando un sacerdote escucha una confesión, un sicoanalista a su paciente, un abogado a su cliente no puede, ni debe involucrarse emocionalmente.
    La " pasión" a la que se refiere Andrés Colmán en defensa de sus amigos colegas, es dejarse arrebatar por emociones desordenadas o simplemente subirse a las graderias como hincha de su " club".
    Y justamente, Andrés, la diferencia entre un profesional y otro, que funge de aficionado o partidario.
    Otra de las carácteristicas que debe contar un profesional es el equilibrio y control sobre sus emociones. Quien no pueda refrenarlas, no debería llenar espacios reservados para iniciados en el arte de informar.
    El descontrol, desnuda su ineptitud y la necesidad de aprender acerca de las derivaciones que podría tener sus exacerbaciónes.
    No basta recitar ante las cámaras, también es impescindible la mesura, moderación, serenidad.
    Al relatar un partido de fútbol, puede afónico gritar el gol.
    Pero esto Andrés, no fué un partido. El gol perdido se llevó una vida joven.
    Ojalá puedas leer este mensaje, y considerarlo si te parece.
    Saludos cordiales.

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