miércoles, 19 de septiembre de 2018

Robin Wood en el Sur, donde empezó su aventura de escritor



La Libroferia de Encarnación, la ciudad de donde partió en los años 60 para forjar su carrera de guionista en la Argentina, homenajeó al autor de DagoNippur de Lagash.


R
obin Wood tenía 17 o 18 años cuando ganó un concurso de ensayos sobre cultura francesa en la ciudad de Encarnación, a inicios de los años 60.
Recién llegado de uno de los tantos obrajes de Itapúa, se presentó a retirar el premio con botas, sombrero y cuchillo al cinto. El acto cultural se realizaba en un lujoso salón cerca de la Plaza de Armas, con miembros de la   sociedad encarnacena que se alarmaron al ver entrar al joven escritor vestido como un peón del yerbal.
Robin cuenta la anécdota como si fuera un relato de aventuras y recuerda que en esa misma ciudad del Sur del Paraguay, su amigo y mentor, el dirigente de la Democracia Cristiana Rómulo T. Merina, le dijo: “Subí al tren y andate a Buenos Aires. Aquí nunca van a valorar tu talento”.
Lo demás es historia conocida. Meses de sobrevivir en pensiones de mala muerte en la capital porteña, changas en las fábricas del conurbano, matricularse en la Escuela Panamericana de Arte, conocer al dibujante Lucho Olivera, escribir a pedido suyo un guion de aventuras sobre un guerrero en la antigua Sumeria, hasta que un lluvioso día de 1966 vio su nombre y el título de su primera historieta en la portada de la revista D’artagnan.
Tras aquel primer exitoso Nippur de Lagash surgieron otras series memorables: Dennis Martin, Mi novia y yo, Jackaroe, Pepe Sánchez, Savarese, Mark, Dago. Robin se subió a un barco, viajó por el mundo y envió los guiones por correo, llegó a crear cerca de un centenar de personajes y miles de episodios. Ganó los más grandes premios del cómic mundial, como el Yellow Kid en Italia. De vez en cuando regresaba al Paraguay y a la remota Colonia Cosme, Caazapá, donde había nacido en 1944, en el seno de una comunidad de inmigrantes australianos utópicos, con ascendencia inglesa e irlandesa.


De regreso al Sur    

Medio siglo después de aquel viaje inicial, Robin Wood está otra vez en la misma plaza de Encarnación, cerca del lugar donde le dieron su primer premio de escritor. Ahora hay enormes toldos y una gran feria anual en su homenaje, corpóreos con su foto y dibujos de sus personajes, con una misma leyenda que se multiplica en carteles por toda la ciudad: “Robin Wood, la XIV Libroferia de Encarnación es en su homenaje”.
La Editorial Servilibro y la Sociedad de Escritores del Paraguay han decidido reparar una deuda histórica. Hace un par de décadas, Robin quiso acercarse a sus colegas paraguayos de la SEP, pero algún veterano de las letras guaraníes dijo entonces que “no es un escritor, solo hace historietas”. No sabía probablemente que el gran semiólogo italiano Umberto Eco tenía como lectura de cabecera las aventuras mensuales de Dago en los álbumes de cómic, tal como lo confesó en una entrevista, donde también dijo que consideraba a Robin Wood como uno de los mejores autores que publican en Italia.


Reivindicando a Wood

Bernardo Neri Farina y Javier Viveros, anteriores directivos de la SEP, iniciaron la reivindicación de Wood. “Junto con Augusto Roa Bastos, Robin es nuestro escritor más universal y, sin duda, el más leído y admirado a nivel internacional”, dice Bernardo.
La Libroferia de Encarnación fue el marco propicio. En la noche del jueves 6 de setiembre, ante un salón colmado de público, la Editorial Servilibro presentó la versión paraguaya de la  obra Anahí, una historia de cuatro capítulos de la serie Dago, escrita por Wood y dibujada por el argentino Carlos Gómez, en donde el aventurero veneciano llega al Paraguay en épocas de la Conquista española, cae con su embarcación en las aguas de las Cataratas del Yguazú y es salvado por una oscura guerrera india guaraní, que acaba siendo líder de una revuelta contra una tribu amazónica invasora y, finalmente, muere quemada en la hoguera, recreando la leyenda cantada en una popular guarania.
Durante el mismo acto, los directivos de la Sociedad de Escritores del Paraguay lo nombraron socio activo de la entidad y le entregaron la medalla Homenaje a la creación literaria. Habían pasado más de cinco décadas para que Wood se sienta profeta en su tierra y así lo expresó esa noche: “Cualquiera recibe un Oscar o un borrico de oro, pero recibir un premio en Encarnación, que en tu propio país te aplaudan, eso sí es haber tenido éxito en la vida”.
El Ministerio de Educación y Ciencias declaró el álbum de interés educativo.


Pasión por la lectura

La Libroferia de Encarnación, organizada por la Universidad Autónoma de Encarnación (UNAE), como un proyecto de responsabilidad social empresarial, se ha convertido en uno de los espacios más dinámicos e importantes  de expresión de cultura y de pasión por la lectura en el interior del país. Los editores participantes coinciden en que este evento anual en el Sur tiene tanta o más vitalidad que la Feria Internacional del Libro de Asunción.
Durante seis días y noches, unas 27  empresas editoras y locales de libros  expusieron sus obras, más de  50 escritores participaron de presentaciones de textos y encuentros con los lectores, hubo más de 100 actos culturales, incluyendo  conciertos de música, espectáculos de danza y  teatro, talleres,  conferencias,  cursos. Igualmente, unos 36 proyectos de promoción a la lectura participaron de un concurso en donde se  premia  a instituciones  y  líderes  animadores  que desarrollan  proyectos  de  lectura  durante  los  meses  previos    y  los  presentan  al momento de visitar la feria.
Todo este intenso movimiento académico y cultural es algo que generalmente no se ve en otras ferias del país, al menos en la misma dimensión.
“Esta feria desmiente esa creencia de que los paraguayos no se interesan por la lectura o por la cultura. Aquí damos no solamente espacio a los libros, sino también a todas las expresiones artísticas”, destaca la docente Nadia Czeraniuk, rectora de la UNAE y principal organizadora de la Libroferia.
La actividad tiene su proyección en la Libroferia Colonias Unidas, que este año tuvo su tercera edición, a continuación de la de Encarnación, en la ciudad de Bella Vista, Itapúa, del 10 al 12 de setiembre, coincidiendo con el centenario de la próspera colonia creada por migrantes europeos, principalmente, alemanes. Las anteriores ediciones se habían realizado en la colonia Hohenau.
En la Libroferia de Bella Vista estuvo también Robin Wood presentando su obra Anahí. Le costó reconocer el mismo paisaje de la región en que trabajó como obrajero siendo adolescente. De allí surgieron muchas historias incorporadas a las sagas de sus personajes. “Estar aquí es cumplir un ciclo, celebrar los escenarios donde empezó la gran aventura”, admite.



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