Hay quienes dicen que ese trozo de tela de tres colores que ondea al viento representa a la Patria misma, y hay quienes con sonoros discursos nos invitan a que vayamos a morir por ella. ¿No será que lo que quieren es que vayamos a morir por sus intereses creados, disfrazados de Patria o de bandera?
No me conmueven los pabellones refulgentes que ondean frente a los bélicos ejércitos, ni frente a los grises ministerios, como si me conmueven esas banderas gastadas y sudadas, a veces hechas jirones, cuando arropan alegrías y tristezas, victorias y derrotas, luchas y sueños, ya sea en las atestadas graderías de un estadio de fútbol, en una plaza colmada de gritos, en una calle abierta a pueblos en marchas, en un asentamiento de resistencia solidaria, o en la punta de un frágil mástil de takuara, en medio del vasto horizonte verde enajenado.
Hoy es el Día de la Bandera, y decimos de ella tantas cosas. Pero si ella pudiera hablarnos, en este día… ¿qué nos diría?
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