viernes, 5 de octubre de 2012

El círculo de la violencia (1): Las vueltas que da la vida... y a veces, la muerte



Las vueltas que da la vida ...y a veces, la muerte.
Hace poco más de 21 años, un 26 de abril de 1991, casi al mediodía, Santiago Leguizamón despidió su programa Puertas Abiertas, en Radio Mburucuyá, y abordó su automóvil, acompañado de su fiel escudero Baldomero Carapé Cabral, entusiasmado con la idea de ir a celebrar el Día del Periodista con sus compañeros de la emisora, en el fronterizo bar El Pato. 
En plena avenida internacional entre Pedro Juan Caballero (Paraguay) y Ponta Porá (Brasil), la llamada “tierra de nadie”, tres hombres armados bajaron de un auto Gol negro y le cerraron el paso. Eran José Aparecido de Lima (Ze Lima), José Francisco Araulho (Tiro Certo) y Bras  Vaz de Moura, que  apuntaron y dispararon a quemarropa contra el periodista. Otro sicario, José Paulo Dos Santos Galdino (Paulao) actuó como campana, ocupándose de vigilar y avisar que Santiago iba en camino.
El periodista fue acribillado y asesinado con 21 certeros balazos.
Años después, la Policía brasileña detuvo por otros crímenes a alguno de los sicarios en Campo Grande, quienes confesaron haber matado a Leguizamón por encargo de Daniel Álvarez Georges y Luis Enrique Tulú Rodríguez Georges, hijo y sobrino, respectivamente, del entonces poderoso empresario fronterizo Fadh Yamil Georges. 
Pero como en Brasil no había proceso por la causa, los sicarios (y los autores morales) no pudieron ser procesados por el asesinato.
La Policía y la Justicia paraguayas nunca demostraron verdadero interés en aclarar el crimen ni en atrapar a los sicarios y autores morales. Por el contrario, fueron cómplices por omisión y encubrimiento.
A pesar de una orden de detención en su contra, Tulú Rodriguez Georges se paseaba tranquilamente por las calles de Pedro Juan Caballero, hasta que, el 5 de setiembre de 1996, el juez paraguayo Albino Aquino Amarilla lo exhimió de la prisión con una cuestionada resolución. Aunque Tulú no quedo desvinculado de la causa, nadie más volvió a molestarlo, y el voluminoso expediente número 70 del Juzgado del Crimen de Amambay quedó archivado entre los polvorientos anaqueles.
Habrá quienes hablen de la justicia divina, y quienes digan que ella siempre llega a donde no llega la limitada (in)justicia humana. 
Habrá quienes recuerden el viejo refrán de “el que a hierro mata, a hierro muere”, o cualquier otra de esas remanidas frases hechas, que suelen calzar muy bien en estos casos.
Yo prefiero hablar de las vueltas que da la vida ...y a veces, la muerte.
En la tarde de este último jueves 4 de octubre de 2012, en Ponta Porá, Brasil, a casi 40 cuadras del lugar donde Santiago Leguizamón fue emboscado y muerto por aquellos oscuros sicarios, poco más de 21 años después, otros sicarios emboscaron y acribillaron a Daniel Tulú Alvares Georges, y lo asesinaron de 17 balazos, junto a uno de sus guardaespaldas.
Hoy viernes leo en la portada de los diarios: “Muere acribillado presunto autor moral del crimen de Leguizamón”.
Insisto: Las vueltas que da la vida ...y a veces, la muerte.

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