martes, 2 de octubre de 2007

El viento en la plaza



Es la hora mágica.
La hora en que el sol cae lentamente al otro lado de los rascacielos de la ciudad sucia y triste, dejando un último reflejo dorado en las aguas de la bahía.
La hora en que un viento suave y rebelde acaricia las hojas de los árboles y resucita voces dormidas, recuerdos desgarrados.
Es la hora en que me gusta estar allí, en ese lugar sagrado de la plaza casi vacia, la antigua y querida plaza del viejo Cabildo, testigo y escenario de tantas páginas heroicas a lo largo de nuestra historia.
Me gusta estar allí, en completo silencio, parado frente a la tosca cruz de madera con los nombres grabados a fuego, donde nunca falta una vela encendida por alguna mano anónima, una llamita pequeña chisporroteando en el aire húmedo.
Me gusta estar allí a esa hora en que casi no hay nadie alrededor, sólo el eterno borracho con su discurso inteligible, alguna pareja sentada en un banco esperando la oscuridad para liberar sus instintos, niños de cara sucia y sonrisas congeladas.
Me gusta estar allí, escuchando hablar al viento.
El viento, que me trae voces.
El viento, que me cuenta cosas.
El viento, que repite una y otra vez los mismos nombres grabados en la cruz: Miki, Henry, Manfred, Víctor, Cristóbal, Armando, Tomás, Arnaldo...
¿Qué dice el viento en la plaza…?
¿Qué dice ese viento rebelde, en medio de esas ráfagas que traen otra vez el eco sordo de las sirenas aullando, de las explosiones como golpes secos, de los gritos de dolor y de rabia…?
¿Qué dice el viento obstinado, en medio de la ciudad casi dormida e indiferente, de la ciudad vestida de suciedad y de olvido, de inseguridad y miseria…?
¿Qué dice ese viento aguerrido de marzo, que trae otra vez las voces y las imágenes divinas y terribles de aquellos días de gloria, tantos años después, como si otra vez fuera hoy, como si otra vez fuera siempre?
Trato de escuchar lo que dice el viento en la plaza...
Por encima del rumor de la ciudad, trato de escuchar lo que dicen los ocho queridos, inolvidables nombres grabados en la cruz.
Dicen... a ver... ¡shst, silencio...!, escuchen... dicen que… a pesar de todo, a pesar de los que sufren de amnesia colectiva, de los que traicionaron sus mejores ideales, a pesar de los que reniegan y de los que han vendido su conciencia, a pesar de los que se abrazan con los criminales, a pesar de todos los pesares...
-¡Valió la pena!Sí, eso dicen…
-¡Sigue valiendo la pena...!

1 comentario:

  1. Un amigo me vino a visitar la semana pasada, trajo un libro, era El país en una plaza. Te va a hacer llorar me dijo...leé un poco..ayer terminé de leer el libro...gracias Rafa, me hiciste entender lo que en verdad significa aquel hecho...lástima que lo que escribiste fue y sigue siendo una realidad...estoy leyendo tu otra obra...El último vuelo...sin palabras...otra realidad...no muy agradable...saludos

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