Andrés Colmán Gutiérrez / Textos literarios, de periodismo narrativo, de investigación y de opinión en Paraguay
jueves, 23 de agosto de 2007
Apuntes para un autoretrato
(Estos son fragmentos de cartas que alguna vez le escribí a alguien muy especial, hace mucho tiempo o quizás no tanto...)
Me gusta escaparme de todo y encerrarme a veces en un cáscaron de libros, de música, de palabras escritas como una forma de desangrarse, de silencio, de soledad.
En esos momentos me quedo en casa y desenchufo los teléfonos. Busco adentro mío todo lo que se esconde y me duele... o solo me quedo estático como un vegetal, desprovisto de cualquier señal externa, hasta que algún shock me devuelva a la vida.
Otra veces siento ganas de salir, explorar, devorarme el mundo. Busco territorios desconocidos. Soy como un vampiro sediento de sensaciones. Me gusta mezclarme con la gente, meterme en los ambientes marginales, escuchar historias, probar sabores, caminar sobre el filo de la navaja, sentir el vértigo de estar parado al borde del abismo.
Me gusta ir a los mercados populares, a los bares humildes, a los estadios repletos, a las fiestas patronales, cargarme de vivencias y de dramas y manifestaciones humanas. Creo saberlo todo sobre la gente, y sin embargo me sorprendo cada día de algo nuevo.
***
Tengo nostalgias del futuro.
De todas las cosas que quisiera hacer y todavía no hice.
Tengo muchas cosas inconclusas. Cuentas pendientes con la vida y con personas, que tal vez ya nunca se saldarán. Pero, por sobre todo, me duele saber que hay lugares del mundo que nunca conoceré. Libros que no voy a leer ni voy a poder escribir. Comidas que no voy a probar, mujeres que no voy a amar, paisajes que no voy a disfrutar, amigos y amigas que no voy a conocer. El país distinto que está en algún lugar esperando, y que tal vez ya no alcance a ver.
No es que me sienta viejo, ni crea que me voy a morir mañana. Todo lo contrario: Hace veinte años que tengo veinte años, como diría Serrat. Es simplemente reconocer que la vida es muy corta para todo lo que se puede hacer. Una vida no alcanza, aunque uno viva cien años.
Mientras tanto... trato de vivir cada noche como si fuera la última noche. Y cada día como si fuera el primer día.
***
¿Qué cosas me gustan?
Muchas, muchísimas cosas...
Vivir, más que nada.
Leer... sobre todo narrativa, novelas, cómics, poesía, historia. Leo mucho sobre periodismo, buenas revistas de actualidad, reportajes que a la vez tengan profundidad y belleza literaria.
Me encanta el cine y todo lo audiovisual. Trato de no perderme ninguna buena película, y mi gusto va desde el cine-arte hasta las superproducciones yanquis, cuando están bien hechas. Me gusta el teatro y soy adicto a la televisión, desde los noticieros hasta algunas telenovelas brasileñas.
Me apasiona la música. Desde la clásica hasta la romántica comercial. Mi grado de tolerancia llega hasta una mínima dosis de cachaca, pero mis preferidos, definitivamente, son Caetano Veloso, Chico Buarque, Vinicius, Serrat, Sabina, Ana Belén, Silvio Rodríguez, Frank Delgado, Manu Chao, Los Beatles, Pink Floyd, Police, Sting, Los Rollings, The Doors, Fito Paez, Memphis, Ricardo Flecha, Huguito Ferreira, Cecilia Enriquez, José Asunción Flores, Emiliano R. Fernández, Mozarth, Beethoven, Enia, Vangelis, Berta Rojas, Juan Cancio Barreto... etc. (Que mezcla, ¿no?).
Me encanta ir a los festivales folklóricos o a los conciertos de rock, sentarme a la mesa de un pub bajo la noche estrellada en buena compañía, compartir una picada, una bebida fresca y lenta, música suave, charlar, seducir y dejarse seducir por el ambiente, estar abierto a lo que suceda, sin dramas, sin inhibiciones...
Me apasiona el trabajo que hago: salir, viajar, investigar, estar en el lugar de los hechos, dirigir la edición, escribir, ver el efecto que produce lo que uno hace o escribe, esa sensación de poder incidir favorablemente (o no) en las cosas que tiene el periodismo.
Me encanta esa sensación de búsqueda permanente, el vértigo del viento en la cara, la independencia de movimientos, la libertad de poder compartir lo que quieras, con quien quieras, a partir de lo que la vida te ofrece... una amistad, una aventura, una cena, una copa, una noche de cine o teatro, un rato de soledad, un viaje, un silencio...
***
En el periodismo, como en la vida diaria, casi siempre lo urgente le quita lugar a lo importante, hasta que te das cuenta de que estás corriendo demasiado sin saber a donde. Entonces uno se detiene y se ocupa de los pequeños detalles... para luego seguir corriendo.
¿Que es lo importante? ¿Seguir o quedarse...? Creo que las dos cosas, entre muchas más. Por allí hay un hermoso poema de Kavafis sobre el mítico viaje a Itaca, en donde dice que lo importante no es llegar sino viajar. Si alguna vez llegás, se te acaba la emoción y la aventura, y encima descubrís que Itaca no es lo que esperabas.
El placer está en el viaje constante, con sus paradas y estaciones, con el espíritu dispuesto a descubrir y disfrutar de todo lo que vas encontrando en el camino, pero también dispuesto a continuar, a no quedarte más de lo necesario, porque hay mucho mundo por descubrir y toda una vida no alcanza.
¡Nunca alcanza...!
***
He aprendido a escuchar y analizar todas las versiones, todas las opiniones, a no descartar nada.
Como periodista, creo más en los hechos que en las opiniones. Los hechos son los que quedan cuando quitás la hojarasca.
Los hechos no son de derecha ni de izquierda... son solo hechos. Las opiniones contaminan y manipulan los hechos según los intereses personales, sean políticos, ideológicos, económicos, culturales. Pero cuando separás la paja del trigo, solo quedan los hechos, que te dan la versión más cercana posible de la película.
No estoy desvalorizando las opiniones. Creo que es importante tener una postura firme ante la vida, una visión del mundo, y yo de hecho la tengo y la sostengo, pero sin fanatismos, sin negar el mismo derecho al otro.
Aunque vengo de experiencias de izquierda, también hace rato que aprendí que la división más problemática de la sociedad no está entre la gente de izquierda y la gente de derecha (de hecho, muchísima gente no se hace ni idea de que existen estas divisiones), sino entre gente honesta y gente corrupta, entre gente que juega limpio y entre gente que juega sucio. Y mi experiencia me dice que ambos ejemplares los podés encontrar en cualquier lado.
Del mismo modo, aunque tengo también una visión politizada del mundo, creo que los principales problemas del hombre y la mujer no son políticos, sino humanos. El hambre es un problema político, pero el egoísmo que origina el hambre es un problema humano.
Creo en el socialismo. Creo que el sueño de un mundo sin opresiones y sin diferencias de clase, un mundo en donde la riqueza esté redistribuida con equidad y en donde todos tengan las oportunidades básicas de desarrollarse con dignidad, sigue siendo uno de los sueños más hermosos. Pero también creo que si el socialismo no es democrático (y hablo de la democracia real, en todos sus aspectos, no la de fachada), si el socialismo no contempla la participación de todos, incluso de los disidentes, no es socialismo. La justicia no puede estar reñida con la libertad.
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