Primero que nada hay que conseguirse una buena rueda de amigos, porque tomar tereré en solitario no tiene ningún sentido. Es una bebida hecha para compartir. Más que una bebida, un ritual colectivo, un medio de comunicación social. Dicen que en las rondas de tereré se tramaron conspiraciones políticas, golpes de Estado y revoluciones, a lo largo de la desgarrada historia nacional.
Otro elemento indispensable es que debe hacer calor, mucho calor. El tereré es una refrescante bebida de verano, como el mate lo es de invierno, aunque nunca faltan los contreras que lo sorben bajo el gélido viento sur, así como los uruguayos toman mate caliente en la playa mientras se derriten al sol.
Cuentan los abuelos que la hora habitual de consumo es entre la media mañana y la siesta. Nunca al atardecer o a la noche, porque la yerba vespertina y nocturna hace fermentar malos humores. Tampoco hay que beberlo en ayunas porque golpea el estómago. Lo ideal es brindarle una buena cama alimenticia, vulgo "tereré rupa", y nada mejor que los restos recalentados de algún banquete familiar, el popular "ype rova".
La yerba mate tiene que ser yerba mate. Es decir: pura, fuerte, amarga, bien tostada, de ser posible mboroviré. Las marcas ligth que hoy inundan el mercado, mezcladas con otras hierbas o saborizadas con esencias de frutas, son una versión moderna de las perversiones líquidas que inventaron algunos inmigrantes europeos, como los famosos "tereré ruso" o "tereré ucraniano", que sirven la yerba con limonada o hasta con coca cola. ¡Vade retro, tovarich!
El recipiente para la yerba mate puede ser de madera, porongo, metal, vidrio, hasta de plástico, pero nada supera a la popular guampa de cuerno de vaca, artesanalmente trabajada y debidamente curada. La bombilla, de plata o de lata, palosanto o takuara, debe estar limpia y cuidada, con los orificios a la medida justa para filtrar los palitos y el polvo mojado, dejando pasar suficiente líquido.
No vamos a discutir que como recipiente para el agua resulta más práctico un globalizado termo, forrado con cuero repujado, pero nada supera al fugaz placer de usar una jarra de vidrio transparente, perlada de frío, que deja ver la variedad de hierbas medicinales adecuadamente combinadas y machacadas en un refrescante brebaje verde, verdadero delirio visual.
Y aquí llega el momento supremo del ritual: La yerba debe ser colocada en una exacta proporción de dos tercios dentro del espacio de la guampa, esparcida a un costado y ubicando luego la bombilla en el hueco. Entonces sí, suavemente, como en una ancestral ceremonia de bautismo, hay que cebar el primer mate casi hasta el borde, y ofrendarlo a Paí Zumé o Santo Tomás, dejarlo reposar por uno o dos minutos hasta que el legendario e invisible patrono de la Yerba Mate se beba todo el líquido.
La tradición manda que el más mita'i cebe el tereré a sus mayores, o la mujer sirva a los varones, pero arrastra elementos de discriminación o explotación infantil y de machismo que conviene desterrar.
Tampoco habría problemas en romper la costumbre de que el mate debe correr siempre de derecha a izquierda, sin connotaciones ideológicas, pero si es importante que, en la ronda, cada mate le toque a uno por vez, sin "viros" privilegiados ni "salteos" injustos.
Durante la pausa laboral en la oficina o en la chacra, en la pasión colectiva de asistir a un partido de fútbol o en la reunión de amigos en una plaza, más que lo que se bebe, vale lo que se comparte. El tereré no es tereré si no va acompañado de la talla, del chiste, del chisme, de la discusión franca, de la confrontación honesta.
No se conocen casos de rondas de tereré que hayan terminados en peleas violentas, como generalmente acaban las rondas de caña o de cerveza. Bebida saludable y barata, refrescante y sana, el tereré cumple una función social unificadora. Y cuando uno quiere dejarlo, basta con decir: ¡Gracias!
Bueno Andrés: lo prometido es deuda. Estás, desde hoy, entre mis plumas de cabecera. O sea, me gusta mucho lo que escribis. Leí varias cosas pero me quedo con las instrucciones para tomar tereré. Porque yo considero que el mate (en Patagonia el tereré no es tan popular) es, definitivamente, un medio de comunicación social. Y no hay nada más triste y melancólico que un mate en soledad. Es la representación misma del ansia de compañía y el recuerdo de un momento feliz. Pero no es felíz en sí. Acaso deja una sensación de pertenecer a la distancia. Una abrigo tibio y una congoja no tan grave en el alma, pero nunca una felicidad grande y colorida.
ResponderEliminarEn otro orden de cosas, leyendo tu perfil, pienso que fue un honor tenerte por estos lados. Y no haberlo sabido antes! Pero leyendo tus letras más íntimas, creo que antes que un honor fue un placer.
Vanesa Escoda, General Roca.
Querida Vanesa:
ResponderEliminarEl texto sobre el tereré, además del implícito homenaje en el título a nuestro querido gran cronopio Cortázar, busca valorar el culto a la yerba mate, esta hierba mágica de los guaraníes que nos hermana a paraguayos, argentinos, uruguayos y a una buena parte de los brasileños. A diferencia del café, que tiene un gusto especial a melaconlía y soledad, el mate y el tereré necesitan de más de uno para realmente ser. En ese sentido, además de ser un medio de comunicación social, creo que también tiene un potencial para dinamizar la movilización ciudadana. Por allí tengo un cuento titulado "la revolución del tereré".
Me alegro que te haya gustado ese texto, y que podamos seguir en contacto. La distancia es grande pero las afinidades y la tecnología nos acercan, y hacen que estemos menos solos en esta lucha por imaginar otro mundo posible.
Un abrazo paragua.
Andrés
Hola Gente, aclaro que el siguiente no es mío, y no se si alguna vez ya lo han leído. Simplemente una mañana me lo envió un amigo, ya no recuerdo quien...
ResponderEliminarSaludos! Esteban Ayala
EL TERERE
El tereré no es una bebida... Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca. Pero no es una bebida.
En el PARAGUAY casi nadie toma tereré solo porque tenga sed. Es más bien una costumbre, como rascarse.
El tereré es exactamente lo contrario que la televisión. Te hace conversar si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo.
Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es hola y la segunda ¿tereré?.
Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres. Pasa entre mujeres serias o chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros.
Pasa entre los viejos de un geriátrico o entre los adolescentes mientras estudian.
Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse nada en cara.
Colorados y liberales ceban tereré sin preguntar. En verano y en invierno.
Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos.
Los buenos y los no muy buenos
Cuando tenés un hijo, le empezás a dar tereré cuando lo pide, y se sienten grandes.
Sentís un orgullo enorme cuando ese enanito de tu sangre empieza a tomarlo. Que se te sale el corazón del cuerpo.
Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo solo, con yuyos, con un chorrito de limón.
Cuando conocés a alguien por primera vez, siempre decís, si querés venite a casa vamos a tomar tereré. La gente pregunta, cuando no hay confianza: con limón, muy frió o no?
El otro responde: Como tomes vos.
Los teclados de las computadoras tienen las letras llenas de yerba.
La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas.
Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas.
Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te la da, de onda le pedís y está todo bien.
La yerba no se le niega a nadie.
PARAGUAY es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular.
Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres.
Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez un tereré, solos. No es casualidad. No es porque sí.
El día que un chico toma su primer tereré sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es porque ha descubierto que tiene alma.
O estas muerto de amor, o algo: pero no es un día cualquiera.
Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un tereré solos. Pero debe haber sido un día importante para cada uno.
Por adentro hay revoluciones.
El sencillo tereré es nada más y nada menos que una demostración de valores.
Es la solidaridad de bancar esa yerba lavada porque la charla es buena, la charla, no el tereré. Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablas mientras el otro toma y viceversa. Es la sinceridad para decir, cambiá la yerba, o arréglalo un poco.
Es el compañerismo hecho momento. Es el cariño para preguntar, estúpidamente, ¿está rico, no? Es la modestia de quien ceba el mejor tereré.
Es la generosidad de dar hasta el final. Es la hospitalidad de la invitación. Es la justicia de uno por uno. Es la obligación de decir gracias, al menos una vez al día. Es la actitud ética, franca y leal de encontrarse sin mayores pretensiones mas que compartir.
Ahora vos sabes, un tereré no es sólo un tereré.
Andá preparando el termo, que voy para allá.
Autor: un paraguayo anónimo
Andrés te fijaste, la foto y la fecha, qué premonición!
ResponderEliminarrodrigo.a.coronel@gmail.com
Hola como estas, estan excelentes como siempre tus comentarios, de más...........felicidades y exitos
ResponderEliminarBueno.. las veces que me encargo de cebar el tereré, normalmente el primer mate no le ofrezco al Paí Zumé o a Santo Tomás.. Puede ser san lorenzo, san antonio, san jose... etc.
ResponderEliminarTotal, soy yo quién está cebando el tereré HA CHE HA´UKASÉVA SÁNTOPE HA´UKA VA´ERÃ