El camino
desaparece entre los yuyales y hay que adivinar el rumbo para volver a
encontrarlo. Cuando ya la camioneta está a punto de desarmarse entre pozos y
zanjas, el guía anuncia que por fin llegamos al asentamiento Tercera Línea de
Itanará, Canindeyú.
—¿No
les molesta si nos desviamos hasta una escuelita? —pregunta el ingeniero José
Brítez, el agrimensor que hace de guía—. Necesito dejar un regalo prometido.
Más pozos y
zanjas, hasta que al final la escuelita aparece al fin de la curva. Rancho de
tablillas y troncos pintados con cal lavada. Una bandera descolorida flamea con
atrevimiento en un mástil de takuara. Niños descalzos y harapientos, caritas de
tierra y miradas llenas de preguntas, se nos lanzan encima antes de que se
detenga el vehículo.
—¡Ingeniero...
ingeniero...! —gritan los mita'i, felices de reconocer al guía, quien los
saluda y baja una caja de cartón de la carrocería.
Un hombre
flaco y desgarbado, de sonrisa radiante, se acerca. El ingeniero lo presenta
como el profesor Francisco Ortíz, único maestro.
—Aquí
está lo que prometí, profesor... —dice el ingeniero, mientras entrega la caja ante
la mirada emocionada de los niños.
—¡Qué
suerte...! ¡Por fin voy a poder enseñarle bien a los chicos y don Rojas se va a
librar de que le sigan robando sus sandías! —exclama el maestro,
mientras empieza a abrirla.
Los niños
expectantes forman un desordenado cerco alrededor. Los dedos del profe tardan
una eternidad en terminar de abrir la caja, y cuando por fin sus manos extraen
lo que hay adentro, un murmullo de sorpresa y admiración escapa de las
gargantas infantiles.
—¿Ven...?
Esta es la forma del mundo, del planeta Tierra... —les dice el profesor,
mientras exhibe un colorido globo terráqueo ante sus ojitos maravillados.
Luego, con un bolígrafo, les va mostrando cual es el continente americano, el
Paraguay, Canindeyú, Itanará, un puntito que señala donde queda exactamente la
escuelita, apenas una manchita en la inmensidad terrestre.
Los niños se
llevan el globo adentro del aula como si fuera un santo en procesión. Me acerco
y le pregunto al maestro cómo es la historia esa de las sandías.
Y entonces
él me cuenta...
Los niños
del asentamiento nunca en su vida habían visto un globo terráqueo. No tenían la
más remota idea de la forma que tenía el mundo.
Hasta que un
día, camino a la escuela, al cruzar por la chacra de don Rojas y ver las verdes
y redondas frutas de sandía, al profesor se le ocurrió la idea. Al ver que no
había nadie en las cercanías, se apoderó de una de las frutas y la tapó con su
campera. "No es un robo, sino una expropiación para uso escolar", se
convenció a sí mismo.
En el aula
puso la sandía sobre una mesita. Con una tiza blanca dibujó laboriosamente los
mares y continentes sobre la corteza. Luego, convocó a los niños.
—Miren,
chicos... ¡El mundo es redondo como esta sandía!
—¡Aaaahhh...!
—exclamaron
los mita'i.
Desde
entonces, diariamente, el profesor Francisco siguió con su método de "expropiación para uso escolar",
aunque cada vez más temeroso, porque uno de los alumnos le contó que Don Rojas
había amenazado públicamente con castrar al ladrón de sus sandías, si llegaba a
descubrirlo.
Para mayor
desilusión, el maestro se fue dando cuenta de que su método no resultaba tan
pedagógico, pues a los alumnos les importaban poco los países pintados en la
corteza y preferían escudriñar el subsuelo con un cuchillo de cocina, levantar
con avidez las capas subterráneas, devorarlas con hambre caníbal hasta que no
quedaran ni vestigios de mares y continentes, de selvas y cordilleras, para
finalmente pelearse por el resto del rojo núcleo del planeta, chupándolo hasta
las últimas semillas, de manera que se quedaban nuevamente sin conocer la
exacta ubicación de Noruega o de Australia, pero al menos retenían la grata
sensación de un fresco y dulce bulto geográfico en el estómago.
Ahora, sin
embargo...
El relato es
interrumpido por un agudo grito que llega desde el interior del aula.
Alarmado, el
profesor corre hacia el lugar y todos lo seguimos, temiendo que hubiera
ocurrido alguna desgracia.
Pero no...
No era nada muy grave.
O sí.
Simplemente,
uno de los chicos había intentado partir en dos el nuevo globo terráqueo, con
un cuchillo de cocina.
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(Autor: Andrés Colmán
Gutiérrez. Del libro de relatos El principito en la Plaza Uruguaya,
Servilibro 2017).
Muy bueno el blog, me gustó tu presentación...
ResponderEliminarSoy un náufrago sideral que arroja mensajes en botellas recién vaciadas de vino rojo...
Abrazo fuerte desde Argentina...
Gastón
PD: visita mi blog
http://www.cuarto-menguante.blogspot.com/
Soy de Buenos Aires, y tengo 17 años.
Gracias, Gastón. He visitado tu blog y me encanta descubrir que a pesar de tu juventud sos un gran poeta y además tenés muy clara la película. También me agrada ver que compartimos muchas afinidades. Estaremos en contacto. Otro abrazo.
ResponderEliminarExcelente articulo, sorprende la candidez de los protagonistas con la cruda realidad que les toca y nos toca en suerte vivir a los que habitamos esta tierra guaranì.
ResponderEliminarMe tomo la atribución de utilizar este espacio para manifestar mi desaprobación por el destaque que el diario da a la extinta Lady Diana, fuimos saturados por años con noticias ,chismes y desatinos sobre quien fuera el mas insípido producto de venta de los diarios como para que diez años después se siga con el mismo relleno. Interesa realmente esto? Es sincero recordar sus obras de caridad desde el lujo y frivolidad y la fanfarria de los flashes alrededor? Lo que si puedo lamentar es la contemporaneidad con la muerte en segundo plano de Teresa de Calcuta. Por lo visto para algunos, el mundo sigue siendo una sandia…
André, coincido contigo. El tema de Ladi Di tampoco me interesa, pero parece que a mucha otra gente si, pues en la versiòn digital del diario fue uno de los artículos más leídos. Ya sabemos que calidad no es cantidad, ni lo masivo es lo más importante, pero el periodismo también vive de eso. Les paso tu inquietud a los compañeros que editan el diario. Por mi parte, como verás, trato de aportar contenidos alternativos o diferentes. Un saludo fraternos.
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