#Navidad
¿De qué
sirve llenar la casa, los árboles, la ciudad entera de luces doradas y
resplandecientes… cuando el alma permanece a oscuras?
¿De qué
sirven tantos árboles de plástico importado y adornados con nieves de algodón,
ni tantos muñecos barbudos ridículamente vestidos con abrigos de lana en medio
de este calor infernal… cuando bastan "dos trocitos de madera" -como
canta Maneco- para techar el mágico pesebre?
¿De qué
sirve atropellarse en los shoppings y en los comercios buscando regalos y más
regalos… cuando lo que de veras hace falta es un simple gesto verdaderamente
solidario, una acción de caridad humana y cristiana que nazca desde lo profundo
del corazón, para darle el real sentido a la Navidad?
¿De qué
sirve gastar tanta plata en fiestas, manjares, bebidas, adornos, show, luces,
música... si el niño Dios -cuyo cumpleaños celebramos- eligió todo lo
contrario: nacer en un humilde establo de animales y vivir su vida en la mayor
austeridad?
¿De qué
sirve el infernal estruendo de las bombas y los petardos, el vértigo de la
velocidad por las calles, el volumen de la cachaca o el reguetón al máximo… si
todo eso no alcanza a llenar el vacío interior?
¿De qué
sirve inundar internet o el correo postal con bellas y coloridas tarjetas
navideñas, con esplendorosos mensajes que reproducen los mejores deseos en
letra brillante… si todo lo que allí dice nunca lo ponemos en práctica?
¿De qué
sirve regalar un pan dulce o una sidra en esta Navidad… si vamos a olvidarnos
por el resto del año de quienes nada tienen para comer y para beber?
A pesar
de todo, y porque a cada instante que transcurre se nos brinda la oportunidad
de ser siempre mejores... ¡Feliz y solidaria Navidad, y un más constructivo Año
Nuevo!