sábado, 17 de octubre de 2015

La revuelta estudiantil en cuatro imágenes


Desde que se inició la histórica y masiva marcha de los estudiantes secundarios el viernes 18 de setiembre, en demanda de una mejor educación, también se estaba iniciando una inedita revuelta a la que se sumaron los estudiantes universitarios, y que se entroncó con la investigación periodística que venía publicando Última Hora sobre la rosca de corrupción armada por el entonces rector de la Universidad Nacional de Asunción, Froilán Peralta.

Ese mismo día, viernes 18, escribí mi columna semanal de opinión en ÚH -que se publica los sábados- sobre la marcha de los secundarios y las siguientes las dedicaría a la movida de los universitarios –que también empezó ese mismo día-, dos historias que se unieron formando una sola, creando la más conmovedora movilización social en toda la historia reciente del Paraguay, cuyo efecto en barrer con funcionarios corruptos ha sido calificado como “un tsunami estudiantil”.

Una querida lectora me sugiere que rescate las cuatro columnas semanales sucesivas y las publique en el blog, porque ella dice que ofrecen una linda visión en perspectiva de todo lo que ha venido sucediendo.

Así que, aquí está: La revuelta estudiantil en cuatro imágenes.


Menos flores y más educación

(Publicado el sábado 19 de septiembre de 2015).

Si hay un equivocado gesto mediático del que la ministra de Educación, Marta Lafuente, estará arrepentida, es el de haber salido a ofrecer un primaveral ramo de flores a los dirigentes de la marcha estudiantil, durante la sentata simbólica de protesta que realizaron este viernes frente al Ministerio.
Si acaso fue una idea suya, resultó ser un craso error. La creía mucho más inteligente. Si fue la recomendación de algún asesor de imagen, debería buscarse otros mejores con urgencia.
Cualquiera que haya seguido de cerca el desarrollo de esta singular movilización estudiantil, se tendría que haber dado cuenta de que sus contenidos apuntaban a diferenciarse críticamente de toda esa simbología oficial tradicional que identifica a la juventud con las flores y las fiestas, con la frivolidad y el "no te metas en cuestiones políticas", afirmando la idea de que los jóvenes son "la promesa del futuro" y no los protagonistas del presente.
Como era de esperarse, los líderes estudiantiles rechazaron elegantemente el ramo que les ofreció la ministra y utilizaron muy hábilmente la oportunidad para responder con certera ironía: "No queremos flores sino una mejor educación".
Precisamente, uno de los hermosos detalles de la marcha del viernes fue la estupenda oratoria de los dirigentes. Resultó motivador escuchar a chicos y chicas, aún adolescentes, expresándose con ideas tan claras y precisas, y con un lenguaje tan correcto, en comparación con tantos políticos y parlamentarios veteranos, que nos hacen sentir mucha vergüenza cuando los escuchamos discursear.
La oleada de los gritos juveniles ganando las calles de la capital, con sus muchas réplicas simultáneas en otras ciudades del interior, es uno de los acontecimientos más esperanzadores que han surgido en esta era de autoritarismo reciclado, de inmovilidad y de desencanto generalizado hacia los referentes de las organizaciones políticas y sociales.
Es lindo ver a tantos chicos y chicas con sus coloridos carteles y sus banderas rebeldes, abriéndose paso hacia un mejor futuro posible. La inesperada primavera estudiantil le regala a la sociedad paraguaya una sonrisa de optimismo y esperanza.
Habrá que ver cómo continua esta rebelión de las sentatas en las aulas y los patios escolares, para que no sea solamente burbuja mediática o bella flor de un día, como esas que a la ministra de Educación se les quedaron incómodamente entre las manos.


Una nueva alborada del periodismo y la sociedad

(Publicado el sábado 26 de septiembre de 2015).

Nunca antes había sucedido algo así...
Que una serie de reportajes de investigación, como los que Última Hora inició en mayo de este año sobre el gran robo al Estado en la Contraloría, derive en el juicio político, la renuncia forzada y el procesamiento de dos altos funcionarios del Estado, el contralor Óscar Velázquez y la subcontralora Nancy Torreblanca, era algo que resultaba impensable que pudiera suceder en Paraguay, reino de la impunidad y el oparei.
Nunca antes había sucedido.... pero sucedió. Contra todos los pronósticos.
Menos aún, que la siguiente serie de notas investigativas, iniciada el 8 de setiembre, esta vez sobre el esquema de corrupción montado por el rector de la Universidad Nacional de Asunción, Froilán Enrique Peralta, llegue a desencadenar una gran revuelta estudiantil, sacudiendo no solamente a toda la estructura del sistema universitario, sino a la misma sociedad paraguaya, era un acontecimiento que no cabía ni en las previsiones más optimistas.
Y menos aún que el hasta entonces todopoderoso rector, apodado el Ferrari, se vea forzado a pedir permiso y ocultarse, luego a ser imputado por inducción a un hecho punible, obligado a renunciar a su cargo y acabar detenido por la Justicia...
Nunca antes había sucedido.... pero sucedió. Contra todos los pronósticos.
Quizás fue el despertar de una mayor conciencia en los jóvenes, alimentado por la reciente visita del papa Francisco, quien les había exhortado: "Hagan lío, pero organicen el lío". ¡Y vaya que lo hicieron...!
Quizás fue la cosecha tardía de tantas otras luchas estudiantiles a través de la historia, desde la época de la dictadura stronista, tantas veces ahogada con represión y con sangre.
Quizás fue el efecto de una época de interconexión con el mundo a través de las redes sociales de internet, del conocimiento abierto, de la globalización que supera a la isla de mediocridad y censura.
Quizás fue el simple hartazgo de una sociedad por tantos años sometida a la corrupción y a la narcopolítica, obligada a callar y a tener miedo.
Quizás fue todo eso y mucho más.
Lo cierto es que de pronto nos encontramos con un inédito setiembre de primavera anticipada, de calles y predios invadidos por gritos juveniles, por banderas coloridas y letras de rebeldía, por cadenas humanas de solidaridad y esperanza, por consignas de fortalecida intransigencia, con un hashtag (etiqueta) que se volvió símbolo de esperanza: #UNAnotecalles.
Es una nueva alborada del periodismo investigativo, pero sobre todo una nueva alborada de la sociedad, que nos obliga a no dormir en los laureles, a dar más y mejor cada día. Porque a #UNAnotecalles le debe seguir un #PARAGUAYnotecalles.



Quiénes están detrás de #UNAnotecalles

(Publicado el sábado 3 de octubre de 2015).

Primero dijeron que  el presidente Horacio Cartes  operó desde las sombras los hilos de la gran revuelta estudiantil, pasándole la factura al senador Calé Galaverna, por haberlo desafiado en las internas de la ANR, y que permitió denunciar el esquema de corrupción del ahora ex rector de la UNA, Froilán Peralta,  que acabó  en su inaudita renuncia, procesamiento y cárcel.
Cuando lo escuché, no pude evitar la risa. ¿En serio creen que Cartes pueda influenciar a los estudiantes que forjaron su liderazgo criticando la acción represiva de este Gobierno y la corrupción de la actual clase política? En el eventual caso de que pudiera hacerlo, ¿sería Cartes tan necio como para ayudar a despertar al gigante que hoy está devorando gran parte de su base de sustentación político-partidaria?
Después dijeron que es el ex presidente y ex obispo Fernando Lugo quien imparte instrucciones a los líderes de la revuelta, como una manera de elaborar su próximo regreso a la presidencia. Otra vez la risa. ¿En serio...? ¿Lugo...?
Aunque una figura muy ligada a Lugo, el ex decano de Arquitectura y candidato a intendente municipal de Asunción por el Frente Guasu (entre otras organizaciones), Ricardo Meyer, se ha convertido en figura clave al ser nombrado rector interino de la UNA, lo más probable es que acabe perjudicado por la decisión de mantener su candidatura electoral, en contra de la idea de que habría hecho historia ayudando a consolidar la más importante reforma estudiantil en el Paraguay.
Entre los inventados padrinazgos por derecha e izquierda, la masiva movilización de los estudiantes universitarios –con su impresionante réplica a nivel secundario– continúa sacudiendo no solo a la estructura corrupta y dictatorial de la UNA, sino a la misma sociedad paraguaya.
Quienes se sienten amenazados por la primavera estudiantil, acusan que "es una movilización política". ¿Y qué tiene de malo que lo sea? Solo con el verdadero sentido aristotélico de la política –la búsqueda del bien común– se puede construir una sociedad mejor, desde los espacios de la democracia participativa.
A diferencia de la práctica perversa que convirtió a las facultades en seccionales coloradas, comisarías policiales y antros de prostitución, en la actual revuelta estudiantil conviven pensamientos e ideologías diversas, que se enriquecen en el conflicto y las diferencias, construyendo una unidad social pocas veces vista en nuestra historia.
La lucha es de los estudiantes. Pero los que acusan tienen razón al señalar que hay fuerzas por detrás. Están los padres, las madres, los abuelos, emocionados de que sus hijos y nietos protagonicen el cambio que ellos no pudieron. Están los niños y las niñas, que crecerán seguramente con menos miedo y más conciencia. Y está la gente: toda una sociedad que ya había bajado los brazos ante la corrupción y la narcopolítica, y que hoy se da el lujo de volver a soñar con un Paraguay diferente.


Cuando los jóvenes enseñan a los mayores

(Publicado el sábado 10 de octubre de 2015).

Hay lecciones esenciales en la vida, que no se aprenden en las aulas. Por el contrario: a veces para aprender o impartir la clase más magistral, hay que salir de las escuelas, colegios y facultades.
Probablemente eso está ocurriendo con las revueltas estudiantiles universitarias y secundarias, que en estos días siguen conmoviendo e interpelando a gran parte de la sociedad paraguaya.
Es compresible el temor de muchos padres de familias, incluyendo a sectores de los mismos estudiantes, de que los paros académicos y administrativos les hagan perder el semestre o todo el año lectivo. Han invertido esfuerzo, dinero y tiempo, y les preocupa que los estén perdiendo y ya no los puedan recuperar.
Pero como lo señalaba en estos días en un posteo en Twitter que resultó polémico y provocó mucha discusión: Perder un semestre o un año de estudios no es tanto sacrificio... cuando a cambio se puede ganar un mejor país.
Con sus respectivas movilizaciones, tanto los chicos y chicas de la universidad, como los de la secundaria, nos están mostrando a los más adultos cómo se pueden empezar a forzar los cambios que siempre hemos ansiado, y a los que antes no nos hemos animado, al menos con la fuerza y la unidad suficiente como ellos y ellas lo están haciendo.
Por ejemplo, el caso de los secundarios. Fue tan contundente su movilización, que obligaron a que el propio presidente de la República, Horacio Cartes, los invitara a reunirse con él y parte de su Gabinete, en el Palacio de Gobierno.
Parecía una inteligente acción de márketing desde el poder. Recibirlos, escucharlos, tomarse una linda foto para la prensa y luego despedirlos con lindas promesas, que no necesariamente había que cumplir. Era el populista método de siempre. Pero no, estos chicos y chicas exigieron puntos concretos, pidieron la firma de un acuerdo de compromiso, pusieron un plazo y al no obtener respuestas fueron al paro y volvieron a la calle, desnudando la hipocresía oficial.
Por ejemplo, el caso de los universitarios, a los que muchos acusan de intransigentes. Sin renunciar a las cuestiones esenciales de su lucha, accedieron a que se elija un nuevo rector de la UNA para que los funcionarios puedan cobrar sus salarios, pero obligan a la nueva autoridad a firmar una carta de compromiso, asegurando los mecanismos para la reforma estatutaria y para una participación democrática de los estudiantes en todo el proceso.
Algo nuevo está naciendo en la universidad, en los colegios, y por contagio, en la misma sociedad.

Hoy son los jóvenes quienes nos enseñan a los mayores. 
Ojalá aprendamos.

viernes, 16 de octubre de 2015

El último reportaje de Pablo Medina



El 16 de octubre de 2014, el narcotráfico amparado por políticos y autoridades dio su golpe más impactante al asesinar al periodista Pablo Medina y a Antonia Almada. Aunque se ha logrado capturar al principal acusado de ordenar el crimen y algunos que presuntamente participaron, no hubo avances en desmontar el esquema criminal que sigue dominando parte del territorio y tejiendo redes de corrupción en estructuras del Estado.

#CrónicasDeLaMemoria


Por Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman

El 16 de octubre de 2014, poco después de las 9 de la mañana, la camioneta Mitsubishi L-200, doble cabina, color blanco, conducida por el periodista Pablo Medina, corresponsal del diario ABC Color en Canindeyú, llegó hasta la humilde vivienda de la familia Almada Chamorro, en el centro urbano de Villa Ygatimí, a 45 kilómetros al norte de Curuguaty.
Con el periodista viajaban J. R. (30) y su hermana Antonia Maribel (19), quienes vivían y estudiaban en Curuguaty, aunque sus padres residían en Ygatimí.
Antonia, estudiante de análisis de sistema, colaboraba con Pablo y lo acompañaba con frecuencia en sus coberturas. Ese día, junto con su hermana J. R., iban a aprovechar el viaje y quedarse una horas en la casa paterna, mientras el periodista realizaba sus coberturas, pero al final decidieron solo pasar a saludar un rato a sus padres y luego acompañar el recorrido, que los llevaría a las colonias Ko'ê Porã, Ára Vera y Crescencio González.
"¡Estaban tan contentas, tan alegres cuando se despidieron!", recuerda en medio de lágrimas la mamá de ambas chicas, María Teresa Chamorro de Almada, una humilde mujer que atiende una despensa en su hogar y pide no ser retratada en fotos, por temor a represalias de los mafiosos.
Tras concluir las entrevistas con dirigentes campesinos de Ko'ê Porã acerca de una plaga de gusano marandova que amenazaba a los cultivos, poco después del mediodía, Pablo y sus acompañantes regresaron en la camioneta por el desolado camino de tierra hacia Ygatimí.
Pablo iba al volante. En el asiento del acompañante iba Antonia, quien se ocupaba de cebar el tereré. Detrás iba la hermana, J. R., con las ventanillas de vidrios polarizados oscuros totalmente cerradas.
Lo que ninguno de ellos sabía era que habían estado siendo vigilados y seguidos desde el mismo momento en que la camioneta salió de Ygatimí.
Según lo estableció luego la investigación realizada por el Ministerio Público, un hombre en motocicleta los seguía a distancia en todo momento e iba informando sobre sus movimientos por llamadas de teléfono celular a otros cómplices.

Disparos en la frontera

El hombre de la moto era Flavio Acosta Riveros, sobrino del entonces intendente municipal de la fronteriza ciudad de Ypehú, Vilmar "Neneco" Acosta, denunciado reiteradas veces como presunto jefe de una banda de narcotraficantes por una serie de publicaciones periodísticas realizadas por Pablo Medina.
Escondidos detrás de los matorrales, al costado del camino, aguardaban Wilson Acosta Márquez, hermano de Neneco, y uno de sus pistoleros más fieles, Arnaldo Javier Cabrera, quien también se desempeñaba como chofer del intendente, siempre según la versión establecida por la Fiscalía.
Aproximadamente a las 14.20, cuando la camioneta de Pablo se aproximó al lugar, los dos hombres armados y vestidos con uniformes de combate tipo camuflaje (para'i), salieron de la espesura y le hicieron señas al conductor para que detenga el vehículo.
El periodista creyó que eran militares o agentes de una tropa de elite de la Policía, ante lo cual detuvo la marcha para conversar.
Wilson Acosta le habría preguntado en guaraní: "¿Nde piko ha'e la Pablo Medina? (¿vos sos Pablo Medina?)", a lo que el periodista contestó afirmativamente.
Wilson entonces lo encañonó con la potente escopeta calibre 12, ante lo cual Medina solo alcanzó a implorar "¡Anina che jukati! (No me mates!)".
El potente disparo le segó la vida casi al instante.
El ataque fue reforzado con disparos de una pistola 9 milímetros, y los balazos alcanzaron a Antonia, quien quedó mal herida y fallecería varios minutos después.

La camioneta del periodista en la escena del crimen, minutos después del ataque.
Testigo en peligro

La joven J. R., quien viajaba detrás, alcanzó a ver a los desconocidos con armas e instintivamente se agachó en el piso, ocultándose detrás del respaldar de los asientos delanteros.
Debido a los vidrios polarizados alzados de la parte trasera del vehículo, aparentemente los asesinos no se dieron cuenta de que había una tercera persona y tras cerciorarse de que Pablo Medina estaba muerto y su acompañante malherida, se alejaron con prisa del lugar.
La joven J. R. si pudo ver sus rostros y reconocerlos luego en fotografías, lo cual la convirtió en testigo principal del caso, actualmente protegida por la Fiscalía.
Ese día, tras el ataque, aún en estado de shock, la mujer pudo tomar el teléfono celular de Pablo y llamar al último contacto con quien este había conversado, uno de los dirigentes campesinos del asentamiento Ko'ê Porã.
Fue así como en pocos minutos la terrible noticia empezó a propagarse a través de los medios electrónicos, de las radioemisoras, de las redes sociales en internet y los canales de televisión: "Periodista del diario ABC color es asesinado por sicarios de la mafia".
Era el golpe criminal más audaz que una banda del narcotráfico asestaba contra un miembro de la prensa, en este caso el corresponsal de uno de los diarios más importantes del país, generando una gran conmoción en la sociedad.
Pablo Medina se convertía en el periodista número 15 asesinado en el Paraguay de la era democrática, pero no iba a ser el último.

La narcopolítica al desnudo

El asesinato de Pablo y Antonia, además de causar un gran shock en toda la sociedad paraguaya, puso en foco la dimensión que habían adquirido en los últimos años las actividades ilícitas del crimen organizado, y en particular del narcotráfico, con sus nexos directos en el mundo de la política y las instituciones del Estado, alcanzando por igual a autoridades del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
El impacto que el crimen provocó en los medios de comunicación y en diversas instancias de la sociedad, generando numerosas movilizaciones de protestas de los gremios periodísticos y reclamos de organizaciones internacionales, obligó a las autoridades a actuar y a responder de modo especial a la crisis.
El Ministerio Público desplegó un esfuerzo investigativo pocas veces visto y pudo individualizar en pocas semanas con mucha precisión que el intendente de Ypehú, Vilmar Neneco Acosta Marques fue quien ordenó el crimen.
También se estableció, principalmente a través del cruce de llamadas telefónicas, que los involucrados realizaron entre sí desde horas antes del asesinato, que los ejecutores del crimen eran Wilson Acosta Marques (hermano de Neneco), Flavio Acosta Riveros (sobrino de Wilson y Neneco) y Arnaldo Javier Cabrera, chofer y sicario.
Antonia Almada, también asesinada.
La gravedad de lo ocurrido motivó además que los principales medios periodísticos -especialmente el diario ABC Color, seguido por Última Hora-, realicen varias investigaciones a fondo sobre la realidad de la narcopolítica, reflotando aún con más fuerza lo que Pablo Medina venía publicando, mostrando cómo Neneco Acosta ejercía desde su cargo de intendente municipal de Ypehú -logrado con apoyo del oficialista Partido Colorado- una doble función paralela como jefe narco, manejando todo el mercado de producción y venta ilegal de marihuana y el tráfico de cocaína en la región, además de ser señalado por supuestamente haber ordenado el asesinato de más de una veintena de personas.

Las investigaciones paralizadas

El resultado más fructífero de la investigación oficial fue lograr la detención del ex intendente Vilmar Neneco Acosta Marques, el 4 de marzo de 2015, en la ciudad de Naviraí, estado de Minas Gerais, Brasil, mediante un seguimiento de agentes policiales paraguayos, en colaboración con la policía brasileña.
La Justicia paraguaya, a través de la Cancillería, ha realizado trámites para lograr la extradición de Neneco al Paraguay, procedimiento que se espera pueda concretarse en las próximas semanas.
También se logró la captura en territorio paraguayo de Arnaldo Javier Cabrera, el chofer y sicario que admite haber participado del ataque, pero los principales ejecutores, Wilson Acosta Marques y Flavio Acosta Riveros, continúan prófugos.
Las investigaciones no han avanzado mucho en dirección a desmontar el resto de la red de organizaciones criminales y sus cómplices políticos, que siguen operando con total impunidad en toda la región de Canindeyú y departamentos aledaños.
Tampoco se ha investigado en serio desde la Justicia a los sindicados como principales  protectores o "padrinos políticos" del ex intendente Vilmar Neneco Acosta, entre ellos la diputada colorada y ex gobernadora de Canindeyú, Cristina Villalba, apodada "la reina del Norte", además de su hermano, el actual intendente municipal de La Paloma, Carlos "Cabrito" Villalba,  y el actual gobernador departamental, Alfonso Noria Duarte, a quienes varios indicios también ligan con las actividades fronterizas.
Por el contrario, desde las esferas más altas del Poder Ejecutivo y del Partido Colorado, se ha establecido un operativo de blanqueo del llamado "clan Villalba".
El propio presidente de la República, Horacio Cartes, en un acto oficial de inauguración de la estación de energía de Salto del Guairá, el jueves 13 de octubre de 2015, a solo tres días de conmemorarse el primer año del asesinato de Pablo Medina y Antonia Almada, brindó públicamente su respaldo a los cuestionados personajes, dejándose fotografiar abrazado con Villalba y Noria.

La movilización de los periodistas, exigiendo justicia para Pablo y Antonia.
Investigación parlamentaria archivada

Uno de los logros importantes de la presión mediática y ciudadana que siguió al asesinato de Pablo y Antonia, fue que el Congreso Nacional establezca una Comisión Bicameral de Investigación, en octubre de 2014, integrada por tres senadores y tres diputados (Arnoldo Wiens, Miguel Ángel López Perito, Luis Alberto Wagner, Olimpio Rojas, Tomas Rivas y Pablino Rodríguez).
El trabajo de la Comisión permitió, por primera vez en la historia política del Paraguay, exponer en forma pública, desde el pleno del Congreso Nacional, en base a informes e investigaciones en curso de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), los nombres de varios de los principales legisladores y políticos sospechados de mantener nexos con el narcotráfico. Sin embargo, la mayoría de ellos no han sido sometidos a procesos, ni siquiera se les ha abierto una investigación seria por parte de la Fiscalía y de la Justicia.
El informe final de la CBI sobre el caso Pablo Medina, entregado oficialmente en junio de 2015, afirma que hay "infiltración del crimen organizado" en los tres poderes del Estado; que el país se encuentra " ante un sistema delincuencial de magnitud internacional", y que se está "al borde de ser un Estado fallido".
Además confirma graves situaciones, como "el alto nivel de corrupción policial en la zona" de Canindeyú, "la precariedad con la que funciona el Poder Judicial", y el reconocimiento explícito de autoridades de que el 35% de los pobladores se dedican al cultivo ilegal de la marihuana como medio de subsistencia.
Hay "ausencia de investigaciones serias y responsables sobre personas y situaciones, que son de conocimiento generalizado en las regiones en que gobierna el crimen organizado", reconoce el informe.
También destaca el nulo interés de la Seprelad (Secretaria de Prevención de Lavado de Dinero o Bienes) y de otros organismos en investigar a los sospechosos de tráfico ilícito y lavado de dinero,
Un punto clave que confirma el trabajo de la comisión parlamentaria fue la actuación del entonces ministro de la Corte Suprema de Justicia, Víctor Núñez, en liberar al entonces político colorado Vilmar Neneco Acosta de un caso en que había estado preso, en el año 2011, junto con su padre, Vidal Acosta, acusados de homicidio, tras hallarse restos humanos de presuntos asesinados en una propiedad de la familia, en Ypehú.
Núñez fue quien facilitó la liberación de Neneco, a pesar del grave delito por el que estaba procesado y detenido, y de todos los indicios de que era un capo criminal, ayudando a que fuera habilitado para presentarse a elecciones, para ganar la intendencia de Ypehú, con el apoyo político del Partido Colorado y en especial del clan Villalba en la región.
"Un clan envuelto en varios casos de asesinatos es el de los Villalba y un caso señalado es el que involucra al esposo y suplente de la diputada colorada Cristina Villalba, Félix Antonio Abente, quien fue señalado en el 2005 por varios testigos como el autor del homicidio de Ramón Concepción Villamayor; sin embargo, el juez Silvio Flores lo sobreseyó del crimen", apunta el informe.
Agrega que "otra víctima de asesinato, que supuestamente involucra al clan Villalba, es el caso de Rosimar dos Santos, quien era candidato a concejal en la localidad de La Paloma (Canindeyú) y era líder de un movimiento contrario a los intereses de la familia".
Con respecto al actual gobernador de Canindeyú, tras enumerar los cuantiosos bienes y propiedades que el político adquirió en tiempo récord, el informe sostiene: "El gobernador Alfonso Noria Duarte, con apoyo de otros actores políticos de Canindeyú, montó una asociación criminal, que llevó finalmente a un esquema de enriquecimiento ilícito, que le permite llevar un estilo de vida en total desacuerdo con sus ingresos".
"Además, permite inferir que, cuanto menos, estaría causando un grave perjuicio al erario público departamental, con el consiguiente daño al bienestar a la población de Canindeyú. A través del esquema explicado, se enriquecen ilícitamente tanto él como sus familiares más cercanos y sus 'asociados' comerciales, lo cual hace absolutamente necesario que los organismos jurisdiccionales correspondientes actúen con celeridad para llevar adelante la investigación solicitada", agrega el informe de la CBI.
Tras las graves acusaciones contenidas, el Ministerio Público dio apertura de una carpeta relacionada al gobernador de Canindeyú, Alfonso Noria, indicando que éste también fue un tema pedido de la CBI y que ameritaba ser investigado. No obstante, no hubo el mismo proceder contra el clan Villalba, ni contra otros políticos acusados de mantener nexos con el narcotráfico.



Una placa en medio de la nada

Cuando se cumplieron dos años del asesinato, los familiares del comunicador, con el apoyo de organizaciones sociales y gremios de periodistas, inauguraron una placa que recuerda a Pablo y Antonia, en el mismo lugar donde fueron asesinados.
"Con este acto queremos exigir un combate serio a la narcopolítica, porque hasta ahora todo queda en discursos de las autoridades. No se ha realizado una investigación seria, quienes son padrinos de los asesinos siguen en el poder", dijo en la oportunidad Dyrsen Medina, hija de Pablo.
La placa de homenaje, sostenida por un monolito de cemento y construida por la Intendencia Municipal de Villa Ygatimí, en medio del  desolado camino fronterizo, dice textualmente: "Fueron unas personas muy especiales, mártires de la verdad y acallados por la mafia...".





Los procesados por el crimen del periodista

-Vilmar “Neneco” Acosta Marques, ex intendente de Ypejhú, ordenó y coordinó por teléfono el atentado contra Pablo Medina. Fue capturado en Caarapó, Brasil, el 4 de marzo de 2015, y luego extraditado a Paraguay, el 17 de noviembre del mismo año. Un Tribunal de Sentencia lo condenó a una pena ordinaria de 30 años de cárcel, más otros nueve años como medida de seguridad, en un juicio que terminó el 19 de diciembre de 2017.
-Wilson Acosta Marques, hermano de Vilmar, fue quien abrió fuego con una escopeta calibre 12 que le destrozó la cabeza al corresponsal. Se cree que está oculto en Brasil, donde es buscado por varios crímenes, como el de un agente de la Policía Militar. Es el único involucrado directo aún prófugo.
-Flavio Acosta Riveros, sobrino de Vilmar y de Wilson. Disparó contra la camioneta de Medina con una pistola calibre 9 milímetros, desde el lado de la ventanilla del acompañante. Fue apresado en Pato Branco, Brasil, el 9 de enero de 2016, luego de agredir a su concubina. Está recluido en una cárcel de Foz de Yguazú, donde será sometido a juicio por este asesinato.
-Arnaldo Javier Cabrera López, fue chofer de Vilmar. Su celular fue usado por Neneco para coordinar la ejecución. Fue capturado en un monte de Ypejhú el 8 de diciembre de 2014. Fue condenado a cinco años de cárcel por omisión de dar aviso de un hecho punible.



miércoles, 14 de octubre de 2015

Ricardo Flecha: Toda una vida cantando a otro mundo posible

Tras un partido de fútbol con el gran cantautor brasileño Chico Buarque y el actor Chico Díaz, en Río de Janeiro.
Difundió en guaraní las canciones de John Lennon, Chico Buarque, Violeta Parra, Silvio Rodríguez y otros grandes, grabándolas con varios de ellos. Es una de las voces más potentes y diáfanas de la música paraguaya, solidario e incansable trovador, para quien el arte está ligado a la lucha por un mundo mejor.

#CrónicasDeLaMemoria


Por Andrés Colmán Gutierrez - @andrescolman

Abril de 1986. El local de viejo Hospital de Clínicas, llamado "el hospital de los pobres", en el barrio San Antonio de Asunción, se hallaba totalmente rodeado por una barrera de policías armados con fusiles y pistolas, para impedir un acto de protesta de los médicos, enfermeros y estudiantes contra la dictadura del general Alfredo Stroessner, en reclamo de mejores salarios y más presupuesto para los trabajadores del centro sanitario.
Frente a la sede del hospital se desarrollaba una asamblea, pero quienes venían a sumarse con su adhesión solidaria no lograban pasar, detenidos por la barrera policial a más de una cuadra de distancia.
Uno de los que intentaban cruzar la valla era el cantautor Ricardo Flecha, integrante del grupo musical Ñamandú, quien portaba bajo el brazo una guitarra. Los organizadores lo habían invitado para que anime el acto con sus canciones, pero los policías le aseguraban que tenían órdenes estrictas de no dejarlo pasar.
Fue entonces cuando Ricardo abrió el estuche, extrajo su guitarra, la afinó durante un momento, y luego, parándose desafiante frente a la barrera de policías, empezó a entonar el clásico y combativo "Canto de Esperanza", del compositor Carlos Noguera.
La escena llamó la atención de muchas personas, que se acercaban hasta el lugar.
El artista no había podido cruzar la barrera represiva de la dictadura, pero su canción volaba libre encima de esa valla de intolerancia, llegando hasta los manifestantes, que empezaron a corear y aplaudir.
Ricardo, jovencito (en el centro), con sus compañeros del Grupo Juglares, en los años 80.
El canto social, un desafío

La foto del cantante y su guitarra frente al cerco de armas se publicó en un recuadro, en las páginas de Última Hora.
"¿Qué puede hacer una guitarra frente a las armas, frente al odio, frente a la muerte?", fue la pregunta que hizo entonces una periodista colega. Y la respuesta estaba allí, en esa canción, en esa actitud, en ese desafío.
"Creo que hace una vida que Ricardo Flecha viene contestando esta pregunta", respondí, en un texto que evocaba esa misma escena, y que forma parte de la presentación de "Razones", el segundo disco solista del cantante, editado en los años 90.
En dicho texto también describía que Flecha "no canta solo con su potente voz, sino con toda el alma que se le desgarra en cada canción. Porque a través de su voz cantan muchas otras voces, sofocadas bajo la tierra, condenadas a siglos de soledad. Voces que sufren, aman, se revelan, luchan y se atreven a imaginar un mundo mejor".

Desde las enramadas de San Antonio

De origen humilde, nacido en Asunción el 22 de diciembre de 1961, Ricardo Flecha creció primero en el tradicional barrio de la Chacarita, para mudarse luego con su familia al barrio San Antonio.
Recuerda especialmente que su papá era un gran amante de la música, principalmente folklórica, y supo transmitirle esa pasión.
"Mi papá es mi primera influencia. Me cantaba las guaranias de José Asunción Flores. Luego fui encontrando a otros grandes maestros, como Agustín Barboza y Oscar Cardozo Ocampo", recuerda.
Tras iniciar sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de la Capital, su espíritu rebelde hizo que tenga conflictos con los directivos, y tuvo que migrar a "un colegio de refugiados", el Benjamín Aceval, donde tampoco pudo concluir el ciclo, ya que se veía forzado a buscar empleo.
"Mi mamá era modista, mi papá un obrero naval. Tuve una infancia pobre pero muy feliz. Aprendí de mis padres valores que agradezco mucho, como la honestidad y la predisposición para ayudar a las personas que necesitan. De allí viene mi sensibilidad social", explica.
Sus antiguos vecinos recuerdan a un adolescente y bohemio Ricardo con su guitarra a cuestas, cantando guaranias bajo las enramadas del barrio, enamorando a las muchachas.
"Lo recuerdo cantando siempre, con su grupo de amigos. Era ya un joven inquieto, luchador, solidario y tenía una muy linda voz", recuerda su ex vecina, Margarita Araujo.

Cantando con el mítico trovador rebelde norteamericano Pete Seeger, en Asunción, en 1995
El primer encuentro mágico

En 1973, Ricardo asistió a un festival universitario de la canción, donde pudo escuchar por primera vez a un conjunto formado por Maneco Galeano, su hermano José Antonio Galeano y otras voces. Era el germen de lo que luego sería el mítico grupo Sembrador.
"Escucharle a Maneco, a Carlos Noguera, a Mito Sequera, a Jorge Garbett, fue lo que me mostró el camino del tipo de música que yo quería hacer. Esa fecha fue una de las más simbólicas para definir mi carrera. Empezaba a entender que la música no solo sirve para entretener y distraer, sino que además puede ayudar a formar la conciencia de la gente, a ayudar a construir un país mejor", destaca Ricardo.
De aquel proceso empezó a incorporar más canciones sociales que solamente románticas a su repertorio, aunque no dejaba de llevar serenatas a las chicas del barrio.
Fue su estilo de cantar el que llamó la atención de otro músico, Alejandrino "Chondi" Paredes, quien en 1980 lo invitó a sumarse a un nuevo conjunto musical que estaban formando, y que iba a llamarse Juglares.
Una primera versión de Juglares, integrada por Carlos Noguera, Chondi Paredes, Juan Carlos dos Santos y Juan Carlos Chaparro, había iniciado en 1975, causando una saludable renovación en el ámbito musical.
Con Rubén Blades, durante un concierto en Panamá.
Aquel primer grupo grabó un disco de larga duración en vinilo, titulado "Canción de mi tiempo", con doce canciones, todas de autoría de Noguera, que hoy es considerado una auténtica pieza de colección por los aficionados a la música.
El Juglares original no tuvo mayor continuidad y el único sobreviviente de esa primera conformación, Chondi Paredes, buscó a otros integrantes para recomponerlo.
Fue así como convocó y sumó a Ricardo Flecha, Jorge Krauch, Juan Manuel Rivarola y al arpista César Cataldo. Junto con el conjunto Sembrador y el dúo Vocal Dos, Juglares fue el grupo musical insignia de un movimiento artístico contestatario, bautizado como Nuevo Cancionero Popular Paraguayo, que se convirtió en bandera de los sectores sociales y políticos que se movilizaban contra la dictadura del general Alfredo Stroessner, y que convocaba verdaderas multitudes en los festivales estudiantiles universitarios, o en los ciclos de recitales Mandu'arã.

El legado de Juglares

"Teníamos una posición clara a favor de la libertad, de la justicia social y de la democracia, y eso se reflejaba en muchas de nuestras versiones del nuevo cancionero paraguayo y latinoamericano, pero también hicimos un valioso rescate del folklore más tradicional del Paraguay, y lo hacíamos con un gran nivel musical y de arreglo vocal, algo que era reconocido y respetado hasta por nuestros más acérrimos detractores", apunta Chondi Paredes.
Grabaron un primer histórico disco, donde incluyeron la versión más famosa de la guarania "Despertar", de Maneco Galeano, que da nombre al material, incluyendo otros hits del momento, como "La Chuchi", "Color del Alba", "Chokokue kera yvoty", "Canto del Hachero", "Los Hombres", "Manduá kañy".
Hasta que en 1984, en plena cúspide del éxito, los integrantes de Juglares anunciaron sorpresivamente que habían decidido separarse y disolver el grupo, debido a "diferencias internas".
La noticia estalló como un balde de agua fría entre sus muchos seguidores. A pesar de los insistentes reclamos del público, no hubo posibilidades de reconciliación. Ricardo, Chondi y César formaron un nuevo conjunto, Terceto Ñamandú, que muy rápidamente hizo gran suceso y posteriormente sumó al guitarrista y rockero Rolando Chaparro.
Primera voz delTerceto Ñamandu, con Chondi Paredes y César Cataldo.
Fue el gran director de orquesta y compositor Oscar Cardozo Ocampo quien convenció a Ricardo para que se lance también como cantante solista, en principio sin dejar de lado su participación en Ñamandú.
De ese modo grabó su primer disco, Flecha Hermosa, dirigido por Cardozo Ocampo, al que luego siguió Razones, en el que incluyó temas grabados con participación de Mercedes Sosa, Jairo y Teresa Parodi. Era el inicio de su proyección a nivel internacional, junto con grandes artistas, a los que siempre había admirado.

Un rol político

Aunque reconoce no militar actualmente en ningún partido o movimiento político, Ricardo se declara socialista, y cree que desde la izquierda se puede construir un mundo mejor.
"Siempre he creído que la música debe transmitir ideas, además de sentimientos, y que la canción tiene que estar al lado de los que luchan por otro mundo posible. Por eso me verán siempre cantando junto a los obreros, a los campesinos, a los estudiantes, a la sociedad movilizada", admite.
Esta manera de entender el canto comprometido le ha costado prisiones, persecuciones y agresiones. En 1986, durante las grandes movilizaciones contra la dictadura stronista, fue arrestado y recluido en la Guardia de Seguridad, junto a varios dirigentes sociales y políticos.
En diciembre de 2006, mientras se manifestaba en las calles, en adhesión a las víctimas del incendiado supermercado Ycuá Bolaños, fue alcanzado por un proyectil cerca del ojo, en medio de la represión policial, lo cual le causó una sensible disminución en la visión y lo llevó a someterse a un complejo tratamiento de rehabilitación.
"No me arrepiento de haber estado allí, como un ciudadano más, alzándome contra las injusticias, y las veces que me llamen siempre estaré cantando junto a las víctimas", destaca.


El guaraní universal

Uno de los proyectos más celebrados de Ricardo Flecha es la serie de tres discos e innumerables conciertos conocidos como El Canto de los Karai, en el cual grabó versiones de grandes canciones universales en castellano, guaraní (y en algunos casos también en portugués), en muchos casos junto a grandes estrellas de la canción social internacional como Chico Buarque, Teresa Parodi, Victor Heredia, Paco Ibáñez, Luis Enrique Mejía Godoy, León Gieco, Mercedes Sosa, Luis Eduardo Aute, entre otros.
Traducidas al guaraní por el gran poeta Félix de Guarania (y en la última parte por Mario Rubén Álvarez), canciones como Imagine, de John Lennon, o Gracias a la Vida, de Violeta Parra, cobran una dimensión distinta, que revaloriza la lengua indígena paraguaya y la proyectan a una dimensión planetaria, a través de la música.
Con Silvio Rodríguez, en La Habana.
Pero Ricardo no se detiene en sus proyectos, y -acompañado de su fiel y dinámica esposa y mánager, Techi Cusmanich- en los últimos años ha realizado una nueve serie de discos y conciertos dedicados a la guarania "Donde la guarania crece", y "Donde la guarania crece, en los territorios del agua", celebrando un género musical tradicional y promoviendo nuevas creaciones de jóvenes artistas.
La celebración de los 35 años de canto lo sorprende en plena madurez artística, poniendo su diáfana y potente voz a interpretaciones sinfónicas como la Misa Guaraní, y acompañando además con su guitarra a los jóvenes estudiantes secundarios y universitarios, en la movilizaciones de #UNAnotecalles y #PARAGUAYnotecalles.
Quizás su mejor bandera de la música entendida como un instrumento de lucha y superación esté reflejada en los versos de "La canción es urgente", que su gran amiga, la cantautora correntina Teresa Parodi, le dedicó especialmente para que él la cante:

La canción es urgente,
es un río creciendo,
una flecha en el aire,
es amor combatiendo.

Quiero dártela ahora
que es la hora del fuego,
que es la hora del grito
que es la hora del pueblo