El
guionista y productor norteamericano Walt Disney nunca habrá pensado que uno de
sus más célebres personajes de caricaturas, Donald Duck, o el Pato Donald –creado
en 1931–, se convertiría en una popular metáfora política, cuya mención a
menudo ocasionaría fricciones y polémicas en un lejano y pequeño país, llamado
Paraguay.
El
primero que lo instaló en el imaginario colectivo de la política criolla fue el
fallecido caudillo colorado y vicepresidente asesinado en marzo de 1999, Luis
María Argaña, cuando durante la campaña electoral de 1998 disparó una de sus más
célebres frases: "El colorado siempre vota a un colorado, aunque el
candidato sea el Pato Donald".
Desde
entonces, nuestros mejores humoristas gráficos no se cansaron de hacer chistes
con el caricaturesco pato luciendo un pañuelo rojo al cuello, en lugar de su clásico
trajecito de marinero.
La
certera metáfora de Argaña se volvió a aplicar en los inicios de la campaña
electoral rumbo al 2012, cuando un acaudalado empresario outsider, -que hasta
entonces no había estado afiliado al coloradismo, ni a ningún otro partido, y
ni siquiera había estado inscripto en el registro electoral- se presentó como
el salvador que iba a rescatar al partido de la llanura, buscando devolverlo al
poder tras haber sido desalojado de allí por un ex obispo, también outsider, en
el 2008.
Varios
dirigentes tradicionales de la ANR
identificaron entonces a Horacio Cartes como "el nuevo Pato
Donald", aunque probablemente se parecía más a otro personaje de Disney,
el millonario Scrooge McDuck, o Rico McPato, tío de Donald, más conocido en el
mundo hispano como El Tío Rico.
En
estos últimos días, el palmípedo Donald ha vuelto sorpresivamente al tapete,
cuando se filtró la información de que un acaudalado empresario y directivo de
un banco que pertenece al grupo de empresas del actual presidente de la República,
Horacio Cartes, había participado secretamente de operaciones tácticas de
combate contra el grupo armado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), acompañando
a un equipo comando dirigido por el director de la Secretaría Nacional
Antidrogas (Senad), Luis Alberto Rojas.
Un frustrado operativo, en busca del EPP.
La
versión es que el presidente del Banco Amambay, Hugo Portillo Sosa, participó
en el operativo de intento de captura de un supuesto integrante del EPP, el
pasado 17 de setiembre, en la zona de Carapa'i, distrito de Capitán Bado, en la
frontera del Departamento Amambay con San Pedro.
En
aquella oportunidad, un presunto "error de planificación" permitió
que se escape Néstor Martínez (primo hermano del fallecido ex miembro del EPP,
Severiano Martínez), de una vivienda en donde se cree se hallaban además los
hermanos Alfredo y Albino Ramón Jara Larrea, también considerados miembros del
grupo armado. Néstor Martínez fue muerto a tiros días después por guardias de
una estancia en San Pedro, presuntamente en momentos de robar ganado, sin que
se haya confirmado plenamente su pertenencia al EPP.
En su
momento, Luis Rojas dijo que el fracaso de la operación en Carapa'i, se debió
al retraso en llegar al lugar, debido a que los vehículos se empantanaron. La
otra versión divulgada, sin embargo, es que el grupo táctico que dirigía Rojas,
acompañado del banquero Hugo Portillo, atropelló una vivienda equivocada,
alertando a los pobladores de la incursión, lo cual permitió que Martínez y sus
presuntos acompañantes puedan huir.
Tras
aquel fallido operativo, el comisario Antonio Gamarra, director de la Segunda
Zona Policial y principal jefe policial en la lucha contra el EPP en el Norte,
durante una reunión evaluativa le cuestionó a Luis Rojas quién era Hugo Portillo
y qué hacía un civil participando de operaciones tácticas. Según personas que
presenciaron la discusión, Rojas contestó que Portillo era un asesor técnico de
la Senad, y que él (Rojas) decidía libremente a quienes dejar participar en sus
operativos.
El pato Donald y un banquero aficionado a
las armas.
Tuvo
que pasar casi dos meses para que salga a luz el dato de la presencia del
banquero Hugo Portillo en las acciones operativas contra el EPP.
La
versión saltó primero en una serie de tuits del periodista Chiqui Avalos, quien
aseguró que militares reclamaban por la "intromisión de civiles en planes
contra el EPP".
La
"presencia de un operador bancario causó rechazo en la operación",
adelantó Chiqui, para luego revelar que "el presidente del Banco Amambay,
Hugo Portillo, apareció con chaleco antibalas y armado para participar".
Ávalos,
veterano periodista, autor del polémico libro "La otra cara de HC",
sostuvo que Hugo Portillo fue a "sumarse al grupo para ejecutar la operación,
por orden de HC, lo que causó la oposición de los militares y un fuerte
disgusto".
El
periodista dijo que su información la obtuvo directamente de fuentes militares.
Posteriormente reveló que quien le pasó el dato fue el controvertido ex agente
de la Senad, Miguel Angel Berni, quien falleció el pasado 8 de diciembre.
La
información también fue publicada inicialmente por el sitio web alternativo
E'a, sugiriendo que el alto ejecutivo del grupo empresarial del presidente
Horacio Cartes habría pagado sumas de dinero para que se le permita participar
en una especie de "safari humano".
Portillo
es presentado en el reportaje como un empresario aficionado a las armas, a quién
le gusta realizar ejercicios de "tiro práctico" (disciplina de tiro
deportivo, en la cual el tirador debe disparar a diversos blancos en el menor
tiempo posible).
La
descripción fue suficiente para que muchos imaginen una situación parecida a la
que narra la película Surviving the Game, (traducido indistintamente como
Sobreviviendo al juego o Cacería Sangrienta), del director norteamericano
Ernest R. Dickerson, protagonizada por Ice-T, Rutger Hauer y Gary Busey, en
donde millonarios pagan para participar de cacerías de seres humanos en los
bosques del Canadá.
El fin
de semana, el director de la Senad, Luis Rojas, salió airadamente al paso de
las versiones, desmintiendo "categóricamente" que civil alguno haya
formado parte de acciones tácticas contra el EPP, y menos que haya pagado sumas
de dinero para hacerlo. Comprendiendo claramente de donde habían surgido las
filtraciones de datos, cuestionó a los miembros de la policía.
"Me
gustaría invitar al mismo Pato Donald para que haga las incursiones (contra el
EPP), él creo que tendrá mayores resultados de los que se tienen con estos
policías", planteó Rojas. Otra vez, el Pato Donald.
Pero
apenas algunas horas después, en la mañana del lunes 16, Rojas tuvo que
desmentirse a sí mismo, y salir a admitir que el banquero Hugo Portillo sí había
participado de operativos tácticos. Lo hizo luego de que más datos fueran
revelados, y de que el propio ministro del Interior, Francisco de Vargas, había
admitido de que la versión filtrada por la policía, y que ya era abordada por
todos los medios de comunicación, era real.
Una situación que no es de dibujos
animados.
En la
polémica desatada -que se inició como una simple versión tuitera y se instaló
como noticia central, en la primera plana de los diarios- hay más datos de
interés en lo mucho que no se dice, que en lo poco que se reconoce
abiertamente.
Por
detrás de la aparente rivalidad entre el principal jefe policial de la lucha
contra el EPP en el Norte, comisario Antonio Gamarra, y el director de la
Senad, Luis Rojas, sobre la manera de llevar adelante las acciones contra el
grupo armado –con evidentes intereses de otros personajes, como el ministro del
Interior y algunos jefes militares–, existen cuestiones inquietantes para el
actual proceso democrático, como la manera en que personas de civil, que son
parte del entorno empresarial del presidente de la República, Horacio Cartes,
se inmiscuyen directa y secretamente en cuestiones de Estado, con acciones que
pueden estar reñidas con la legalidad.
¿Qué
hace el directivo de un Banco del grupo empresarial del presidente, asesorando
a fuerzas de seguridad estatales en la lucha contra un grupo armado, perseguido
por la Justicia? ¿Quién le autoriza al Pato Donald para que salga a cazar a
supuestos guerrilleros? ¿Hasta dónde un mandatario puede mezclar cuestiones de
sus empresas privadas con cuestiones de Estado?
Lo más
inquietantes es que, aún con todas las estrategias –las conocidas y las
desconocidas-, con asesores privados o internacionales, con leyes modificadas y
con intervención militar, con los superpoderes presidenciales y con las
acciones que pueden ser cuestionadas como ilegales, con denuncias de
violaciones de derechos humanos y todo lo demás... el actual Gobierno –al igual
que todos los anteriores-, sigue sin arrojar resultados efectivos en la lucha
contra el grupo armado llamado EPP, así como contra la pobreza y el
subdesarrollo en la región Norte del país. Parece que ni el Pato Donald le ha
podido ayudar mucho en esto.