jueves, 19 de noviembre de 2020

El día en que el folclore y el rock se dieron la mano

Rolando Chaparro inició la fusión entre rock y folclore con su versión de Reservista purahéi en los 90, con el apoyo entusiasta del maestro Agustín Barboza. Ahora que el músico vive un momento delicado de salud, es oportuno rescatar su hazaña artística.


Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman

Era, probablemente, 1994. Un concierto de varios artistas en la Plaza de la Democracia de Asunción, en homenaje al gran músico Agustín Barboza (ya fallecido, autor de la música de Mi patria soñada, entre otras grandes canciones). Había folclore, rock, nuevo cancionero, incluso jazz, pero cada uno iba por su lado, sin mezclar los tantos.

Cuando le tocó subir al escenario al grupo roquero Krizhia, su líder, el joven y melenudo guitarrista Rolando Chaparro, anunció que iba a interpretar una versión especial de la guarania Reservista purahéi (letra de Félix Fernández, música de Barboza) en homenaje al maestro. Se vieron gestos de alarma en los rostros de los asistentes, varios de ellos considerados próceres del folclore paraguayo.

La guitarra eléctrica de Rolando inició con estridentes sones la melodía tan característica, en versión instrumental, pero con un innovador estilo de blues, que se enriquecía con cada golpe de rasgueo, con cada arreglo, con cada disonancia.

Las caras de los folcloristas más tradicionales eran para alquilar balcones. No podían concebir tamaño sacrilegio contra el patrimonio histórico folclórico musical. Todos buscaron la reacción del maestro Barboza, seguros de que iba a desaprobar tamaña afrenta a su obra, pero llamativamente el rostro de don Agustín se veía radiante, iluminado, con una sonrisa amplia, mientras seguía atentamente la evolución de ese inusual concierto.

Cuando Rolando y sus compañeros terminaron la interpretación con un fuerte golpe sonoro en la guitarra, ante tímidos aplausos, el maestro Barboza se levantó de su sitio de honor, buscó la escalera y subió al escenario a estrecharse en un largo abrazo con Rolando. Entonces sí, desde el público llegó estruendosa la ovación. La bendición había sido dada. El mito había sido derrotado.

RENOVANDO EL CANCIONERO

Ahora todo eso parece absolutamente normal, pero en esos tiempos mezclar rock o blues con una polca o una guarania era considerado un crimen de lesa musicalidad.

Aunque se hicieron algunos experimentos anteriores, la versión blusera de Reservista purahéi fue un parteaguas que no solo se atrevió a derribar prejuicios, sino que atrajo a toda una corriente de nuevos seguidores y contribuyó a refundar el folclore, despertando el interés de los jóvenes, que por entonces le daban la espalda.

Tras el concierto en la Plaza de la Democracia, el propio Barboza animó a Rolando a grabar el tema. Así lo hicieron en el disco Pasaje al más acá, de Krizhia, editado en 1997, con la voz de don Agustín como introducción, recitando una estrofa de los versos de Félix Fernández. Para que no queden dudas de su apoyo.

Era Barboza, nada más y nada menos. El que fuera cantante de la legendaria Orquesta Ortiz Guerrero, dirigida por el maestro José Asunción Flores. El que formó un trío junto a Félix Pérez Cardozo y Eulogio Cardozo. El que integró aquel histórico conjunto Los Guaireños, con Luis Alberto del Paraná, Digno García y Humberto Barúa para recorrer gran parte del mundo llevando música paraguaya y que después formó el también legendario Trío Los Paraguayos, con Paraná y García.

La versión de Chaparro tuvo un efecto revolucionario en lo cultural. En julio de 1998 pude reunir a don Agustín Barboza y a Rolando en un reportaje para la revista VIDA de Última Hora, con el título: “El folclore y el rock se dan la mano”. Fue en la casa de don Agustín, sobre la calle Primera. Rolando llegó con su guitarra eléctrica y Barboza apareció con su vieja guitarra clásica. Todo un símbolo.

Rescato algunos párrafos del diálogo que mantuvieron:

Agustín Barboza: –A mí me parece lógico que el folclore haya caído en crisis. Un músico, un artista, surge y crea su arte cuando encuentra paz alrededor. Paz en todo sentido. En lo político, en lo familiar. Pero nuestro país ha vivido largas décadas de dictadura, en que la cultura se ha estancado, se ha reprimido. Por eso ahora, en esta nueva era democrática, empieza a renacer la creación. A pesar de toda la confusión política que existe, el arte está resurgiendo y está cumpliendo la importante función de dinamizar la política y la vida de la sociedad, de ayudar a reflexionar.

Rolando Chaparro: –Sí, durante la dictadura hubo mucho encierro. No solo a nivel cultural. Hubo represión política, represión social, y eso repercutió en la cultura. A pesar de todo, hubo creación, pero las propuestas nuevas no eran bien vistas, porque sugerían apertura, romper con el dogmatismo. Por eso los intentos de renovación eran truncados. Hubo creadores como Maneco Galeano, como Oscar Nelson Safuán, que intentaron hacer cosas nuevas.

Y más adelante, un dicho clave del maestro.

Agustín Barboza: –Yo soy optimista. Creo que el cambio está en manos de la nueva generación. Veo que hay muchos talentos. Además, ahora hay medios para capacitarse. Veo que un músico joven como Rolando Chaparro, que viene del rock, tiene una actitud muy respetuosa y patriótica hacia la música folclórica, para hacer una versión moderna. Hay que darles todo el apoyo.

UNA BRILLANTE TRAYECTORIA

En este momento en que el guitarrista Rolando Chaparro atraviesa un difícil momento de salud y sus familiares deben recurrir a la solidaridad pública para costear el tratamiento médico, es importante rescatar historias como estas, junto al reconocimiento de uno de los fundadores del folclore paraguayo.

El aporte de Rolando es inmenso. Aparte de ser uno de los más talentosos guitarristas, referente esencial del rock paraguayo y de haber sentado las bases para dinamizar al folclore para una nueva generación, un dedicado promotor de toda actividad cultural, es además un ser humano generoso, sensible ante las injusticias, luchador por la libertad y la equidad. Su entrega profunda e intensa a la labor creativa le ha cobrado varias veces un costo alto en su salud. Vivir de su trabajo artístico en Paraguay no ha sido fácil y ha resultado mucho más complicado en la pandemia.

Como bien dice en un posteo en Facebook la gestora cultural Techi Cusmanich Renaut: “La trayectoria y la valía de Rolando son indiscutibles, y si hoy requiere de nuestra ayuda y solidaridad, allí estaremos, como siempre. Lo lamentable es que sigan sucediendo este tipo de situaciones. ¿Hasta cuándo? Por qué los artistas, y en este caso en particular, los músicos, deben recurrir a la solidaridad para cubrir necesidades que desde el Estado o las entidades de gestión colectiva deberían estar cubiertas. Es tiempo difícil, la pandemia ha causado estragos, pero este paro podría habernos servido para organizarnos y exigir el cumplimiento de nuestros derechos. Rolando no está desamparado, porque existe gente sensible y solidaria que ayudará a su pronta recuperación, pero pensemos en la cantidad de artistas desamparados que requieren de asistencia social y de salud. El futuro es hoy y la necesidad apremia”.

De eso se trata.

Mucha fuerza para Rolando

 

El reportaje que ilustró el encuentro entre Chaparro y Barboza en 1998.

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(Publicado en la sección Correo Semanal del diario Última Hora, edición sábado 14 de diciembre de 2020).

domingo, 18 de octubre de 2020

Bienvenidos a la dictadura


Andrés Colmán Gutiérrez — @andrescolman

Cuando surgió la posibilidad de que Mario Abdo Benítez, hijo de Mario Abdo Benítez, ex secretario privado del dictador Alfredo Stroessner, llegara a la Presidencia de la República, se encendieron previsibles luces de alarma en un sector crítico de la ciudadanía. ¿Avanzábamos hacia un neo-stronismo, un proyecto totalitario bajo nuevas formas?

Marito, quien inició su carrera en el movimiento Reconstrucción Nacional Republicana, reivindicando la herencia política del stronismo, y luego en Paz y Progreso, liderado por Alfredo Goli Stroessner, nieto del dictador, entendió sin embargo que necesitaba despegarse de ese legado nefasto. Fue asumiendo un perfil más democrático. En el 2017, como presidente del Congreso, se convirtió en uno de los principales referentes de la lucha por la institucionalidad, cuando el entonces presidente Horacio Cartes intentó violar la Constitución para imponer la reelección presidencial.

Desde su llegada a la Presidencia, además de sumar a su Gabinete a ex luchadores contra el stronismo, como Euclides Acevedo y Juan Ernesto Villamayor, Marito habla poco del tirano ex jefe de su papá. A veces, recuerda sus obras para compararse, pero marca distancia cuando dice: “No puedo reivindicar la tortura, la corrupción, el autoritarismo, la persecución a la prensa”. Su ex mentor político y compañero generacional, Alfredo Goli Stroessner, sintiéndose traicionado, lo califica de “inútil” y “cobarde”, recriminándole por no repatriar los restos de su dictador abuelo, para concluir: “Le importa un carajo Stroessner”.

La amenaza de un retorno a la dictadura, sin embargo, está peligrosamente latente en este Gobierno. Más que del Ejecutivo, proviene de la Fiscalía manejada por el cartismo, que ha intentado imputar al escritor Miguel Ángel Fernández y a la activista Diana Bañuelos solo por ejercer el constitucional derecho de protestar. Aún más de la mayoría colorada (con alguna complicidad liberal) en la Cámara de Diputados, que ha violado abiertamente el artículo constitucional que otorga fueros de opinión a los legisladores para suspender a la diputada Celeste Amarilla por acusarlos genéricamente de ingresar a la función con dinero sucio.

Atrás se mueven los hilos del ex presidente Horacio Cartes, que se ha metido en el bolsillo al abdismo con la Operación Cicatriz, acaparando el control de importantes instituciones. Ya sabemos de lo que es capaz Cartes. Marito guarda silencio. Podrá decir que son otros poderes, pero la mitad de los diputados dictadores responden a su movimiento Añetete. Algo tiene que decir, alguna línea tiene que bajar, antes de que el pasado lo devore.

Los abusos totalitarios quedan impunes porque las instituciones que deberían defender el estado de derecho, no funcionan. Fiscalía, Justicia, Contraloría, Defensoría del Pueblo, bien gracias. Miran desde el balcón o son cómplices. La oposición está dividida y arrastra una gran crisis de representatividad. La sociedad civil permanece apática, en mayor parte. Si no surgieran voces críticas, como las del Colegio de Abogados, la Conferencia Episcopal, el Senado, la prensa, esto ya sería dominio del Gran Hermano.

Welcome to the jungle. Bienvenidos a la dictadura. Si no hacemos algo para pararles el carro a estos abusivos, nos va a ir mal.

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(Publicado originalmente en la columna Al otro lado del silencio, sección opinión del diario Última Hora, domingo 18 de octubre de 2020).

domingo, 4 de octubre de 2020

Los héroes del balde de plástico

Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman

En las puertas del Apocalypse Now, cuando parecía que el mismo infierno se había desatado sobre la tierra, cuando los bomberos se sentían rebasados ante las murallas de fuego… ellos y ellas aparecieron.

Hombres y mujeres en su mayoría jóvenes, gente de barrio, pobladores emergiendo de la cuarentena. Traían en sus manos o sobre sus hombros algunos rústicos baldes de plástico con agua, recipientes reciclados que alguna vez fueron envases de pintura o de aceite, botellones, jarras, palanganas… Hormigas humanas movilizándose ante las exhalaciones de un gigantesco dragón, formando cadenas incansables para arrojar chorros sobre las hogueras ardientes.

¿Qué podrían hacer con tan precario y primitivo sistema, ante la apocalíptica dimensión del desastre? La efectividad no estaba quizás en los resultados tangibles, que fueron muchos e importantes, sino en el mensaje que brindaban: Ante la inercia y la manifiesta inutilidad gubernamental, surgía una impresionante respuesta de solidaridad ciudadana y de heroísmo cívico. 

Aparecieron en los incendios de Areguá, pero se extendieron por diversos puntos del país. Gente haciendo colectas para acercar alimentos y equipos a los bomberos. Gente ofreciendo sus casas a los voluntarios y el agua de sus piscinas para recargar los camiones tanques.

Podría quedarme con las imágenes del dantesco infierno que sufrimos esta semana, con un calor por encima de los 40 grados, cercados por las llamas y el humo tóxico, con cortes de energía eléctrica y de agua corriente de las inoperantes empresas estatales, con la vigente amenaza del Covid-19 y el dengue, con la crisis económica y el sistema de salud al borde del colapso, mientras legisladores, jueces, fiscales y políticos corruptos seguían celebrando el carnaval de la impunidad.

Podría reiterar las críticas tantas veces repetidas y avaladas en pruebas científicas de que la tétrica imagen de un Paraguay en llamas con casi 15.000 focos de incendios solo en esta semana y todo el desastre climático no ocurren por capricho de la naturaleza, sino que son la directa consecuencia de un modelo de supuesto desarrollo agroganadero que privilegia el lucro y destruye el ecosistema, algo que definitivamente no nos gusta, pero no por eso vamos a buscar otro planeta. No, señor Zavala, este es nuestro país y este es nuestro planeta. Quienes los amamos lo vamos a seguir defendiendo y buscando proteger.

Podría poner el acento en seguir denunciando lo que ya tantas veces hemos denunciado… pero hoy prefiero detenerme a reivindicar a estos héroes y a estas heroínas del balde de plástico, que nos han dado un fresco aliento de esperanza entre tanta sofocante y ardiente pesadilla.

Hace años me contaron la conmovedora historia del colibrí. Ante un gran incendio, mientras los demás animales huían en desbandada, el ave pequeña volaba al río más próximo, cargaba agua en su pico y en sus plumas y retornaba a dejar caer las gotas sobre el bosque en llamas. Al ver aquel esfuerzo aparentemente inútil, un león le preguntó qué estaba haciendo, en lugar de ponerse a salvo. El colibrí respondió: “Yo solo hago mi parte. Si todos hiciéramos lo mismo, hace rato hubiéramos apagado el incendio”.

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(Publicado originalmente en la columna Al otro lado del silencio, sección opinión del diario Última Hora, domingo 4 de octubre de 2020).

(Las conmovedoras imágenes que acompañan este texto son de Agustín Martínez, que supo estar allí y dar testimonio con sus fotografías. Lo pueden conocer mejor en este reportaje y seguirlo en su perfil de Facebook ).





sábado, 26 de septiembre de 2020

El hombre que hace callar a las tormentas

En setiembre de 2006, acompañamos a la profesora Dolli Collar hasta su valle, Capitán Bado, Amambay, para una charla con estudiantes en escuelas y colegios de la región, como parte del programa Periodismo Estudiantil del Departamento Educativo de Última Hora. Fue una experiencia muy rica y aprovechamos para visitar sitios de interés, con amigos y amigas badeños.

Fue así como llegamos al oyngusu del teko ruvicha Paĩ Tavyterã Anselmo Barrios, la gran choza tradicional que es a la vez vivienda y santuario, cerca de Okenda. Fue una experiencia extraordinaria conversar con Anselmo, escucharlo tocar su flauta con la melodía ancestral que él heredó para apaciguar las furias de la naturaleza.

 De aquel viaje nació un breve relato, “El hombre que hace callar a las tormentas”, publicado en Última Hora, que en su momento tuvo mucha repercusión en otras publicaciones internacionales.

Tiempo después me contaron que Anselmo falleció, en medio del aliento mágico de su comunidad. En estos días en que la cultura Paĩ Tavyterã se ha vuelto de interés por los sucesos de violencia en el Norte, una amiga lectora me recordó este artículo y me pidió que lo comparta en las redes. Por tanto, aquí va, desde el blog.

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El hombre que hace callar a las tormentas

Cada vez que nace la Luna llena, el tigre que duerme en la cumbre del Yasuká Venda, el cerro sagrado de los indígenas Paĩ Tavyterã, en la cordillera del Amambay, se despierta y ruge con furia incontrolable.

"Es el poder del Padre Creador que se manifiesta en forma de fuertes tormentas, provocando angustia en los corazones. Entonces yo recojo mi avaeté, mi amuleto de diente de tigre, y me pongo a rezar, me pongo a cantar, a tocar el mimby, la flauta de palo santo, y consigo que la tormenta se calle, que la furia del creador se calme. Es la misión que me ha dado mi pueblo, de ser el teko ruvicha, el que cuida la forma de vida que nos han dado nuestros ancestros".

Así habla Anselmo Barrios, el gran líder espiritual de la comunidad Paĩ Tavyterã, a unos 15 kilómetros de Capitán Bado.

Su oyngusu, la tradicional choza ovalada de los Pai, que es a la vez vivienda y santuario, está ubicada en un claro del monte, cerca de la escuela agrícola Okenda, que el Proyecto Paĩ Tavyterã lleva adelante, en un heroico programa para preservar el modo de vida de uno de los pueblos nativos más fascinantes del Paraguay.

La tarea no es fácil. La tierra de los Paĩ es la única que aún conserva vegetación boscosa en medio de una vasta planicie de tierras deforestadas y mecanizadas para el cultivo de la soja. Y el proyecto de desarrollo sustentable se lleva adelante ante la constante agresión externa. Hace pocos días, un grupo de marihuaneros asaltaron la granja de los Paĩ y robaron una vaca.

"El hombre blanco destruye todo lo que toca. Por su culpa el maíz ya no da frutos como antes. Por eso yo bendigo la tierra y las semillas, para que este año tengamos buen maíz, para preparar nuestras bebidas para la gran fiesta del Aty Guasu", dice el teko ruvicha.

Dentro del oyngusu está la cruz de madera donde se guardan los yvyra'i, las varillas insignias, los takuapu y la calabaza sagrada que guarda los restos del ka'a ñepyru, la yerba mate primigenia. De allí Anselmo recoge su flauta de palo santo y empieza a soplar, arrancando un dulce sonido que envuelve el aire y arranca la risa de los niños, mientras las tormentas se baten en retirada, temerosas.

martes, 8 de septiembre de 2020

El trágico destino de las niñas y los niños en el mundo del EPP y la FTC


Las infortunadas María Carmen y Lilian Mariana nacieron en la clandestinidad, en Paraguay, pero fueron registradas en Argentina. La condición de prófugos de los miembros del EPP genera un grave drama para niños y niñas y una exigencia para el Estado.


Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman

En el 2005, Rubén Darío Bernal, entonces integrante del grupo armado Ejército Paraguayo del Pueblo (EPP) vio como una de las principales dirigentes, Magna María Meza o la “guerrillera Leti”, entonces embarazada, abandonó el campamento clandestino instalado en los montes de Yasy Kañy, Canindeyú, para ir a dar a luz en un centro poblado, bajo protección de personas cercanas a la organización.

Meses después, Magna regresó trayendo a su bebé al campamento. Se trataba posiblemente de su hijo mayor con Osvaldo Villalba, su pareja sentimental y actual principal comandante del EPP, un niño llamado E. D., que a la edad de adolescente se incorporó como combatiente, según se pudo comprobar en varias fotos incautadas tras operaciones de las fuerzas de seguridad, como por testimonios de personas cercanas al grupo.

“Supimos que Leti había salido para tener a su bebé en un lugar más seguro”, declaró Bernal ante la Fiscalía, tras haber desertado del grupo –el cual integró durante dos años– y entregarse a las autoridades luego de un ataque e incendio de la sede de la comisaría policial de la colonia Jorge Sebastián Miranda, Hugua Ñandú, el 18 de abril de 2006.

El caso de Magna Meza o Leti, pareja sentimental de Osvaldo Villalba, alias comandante Alexander o Javier, principal líder del grupo armado en ese momento, no sería el primero ni el último de una integrante madre de niños y niñas nacidos en la clandestinidad, en condiciones de prófugos de la Justicia, criaturas que han debido crecer una parte del tiempo con sus padres en los campamentos móviles en medio del monte y otra parte con familiares que no forman parte del EPP, pero que mantienen algún tipo de vínculo.

El testimonio de Rubén Darío Bernal, –que en su momento publicamos en la colección de fascículos EPP: la verdadera historia, con la edición de Última Hora, bajo el título “El diario del guerrillero arrepentido”– ha aportado importantes datos para conocer por dentro al peculiar grupo, que empezó a formarse en 1992 como un proyecto de guerrilla, brazo armado clandestino del entonces Partido Patria Libre (PPL), pero luego se volvió autónomo, adquiriendo el nombre EPP en 2008, convirtiéndose en una banda armada al margen de la ley, a la que se atribuyen 12 secuestros extorsivos, la muerte de más de 60 personas y unos 134 golpes y ataques violentos.

El EPP es el grupo armado ilegal que permanece activo por más tiempo en la historia del país, aunque acostumbra permanecer sin acciones durante largos periodos, con la modalidad de “células dormidas” hasta volver a operar. Sus principales fundadores, Alcides Oviedo Brítez y Carmen Villalba Ayala, están presos desde 2003, pero quienes asumieron la conducción, entre ellos Osvaldo Villalba, Manuel Cristaldo Mieres, Magna Meza, Liliana Villalba, Lucio Silva, entre otros, no han podido ser capturados desde que empezaron a ser perseguidos, desde hace casi dos décadas.

Por ello, la información dada el pasado miércoles 2 por el propio presidente de la República, Mario Abdo Benítez, en su cuenta de Twitter, generó un inusitado optimismo en un gran sector de la población: “Hemos tenido un operativo exitoso en contra del EPP. Luego de un enfrentamiento, dos integrantes de este grupo armado han sido abatidos. Hay un oficial herido…”.

Rápidamente empezó a circular la versión de que una de las abatidas sería Magna Meza, una de las máximas dirigentes más buscadas. La expectativa cambió pronto cuando empezó a correr otra versión contraria, que sostenía que las fallecidas eran niñas muy jóvenes. El Gobierno trató de sostener la versión del médico forense Cristian Villalba de que tenían “entre 15 y 18 años” y que habían protagonizado una fuerte resistencia en armas, pero muy pronto la identidad y la verdadera edad ya no pudieron ser ocultados.

¿Quiénes son los padres?

“¿Cuál es la edad real de las niñas fallecidas?”, fue la pregunta que le hicimos vía chat, en la tarde del miércoles 2 a la docente Genoveva Oviedo Brítez, hermana del fundador del EPP, Alcides Oviedo Brítez.

Esta fue su escueta confirmación: “11 y 12”.

Genoveva es una reconocida docente de Jesús, Itapúa, a quien conocimos durante una investigación tras el secuestro de María Edith de Debernardi, en 2002. En ese momento ella era una activa integrante del Partido Colorado en su comunidad y guardaba distancia crítica de las acciones de su hermano, pero mantenía el vínculo de la consanguinidad y nos ayudó a reconstruir la historia personal y familiar de quien sería luego el “comandante en jefe” del EPP. Desde entonces mantuvimos esporádicos contactos de confianza entre periodista y fuente.

El miércoles, mientras las confusas versiones y contraversiones sobre la identidad y la edad de las fallecidas recorrían las redes sociales, Genoveva compartió un posteo en su cuenta de Facebook, en donde, entre comparaciones con figuras de la mitología griega, hizo las primeras importantes revelaciones que contradecían a la versión gubernamental.

Las niñas fallecidas, según ella, eran “dos criaturas, dos inocentes que tuvieron que salir de su patria de nacimiento y adoptar otra nacionalidad para huir de la persecución. Quisieron estar con sus perseguidos padres para festejar un cumpleaños. Fueron asesinadas”, alegaba. Y por primera vez daba a conocer sus nombres: “Lilianita y Aurorita”.

Además, una línea de su posteo, indicaba una clave importante: “No eran los cuerpos de Magna Meza ni de Liliana Villalba. ¡No!”.

¿Eran acaso los de sus respectivas hijas?

Con esa sospecha me atreví a escribirle con la siguiente pregunta. “¿Son las hijas de Osvaldo y Liliana?”.

Su respuesta fue tajante: “Sí, muy terrible”.

Con esa confirmación teníamos varios datos relevantes, hasta entonces en duda. Sus nombres: Liliana y Aurora. Las edades: 11 y 12. Y la posible identidad de sus padres biológicos: Osvaldo Villalba (actual jefe máximo del EPP, hermano menor de Carmen Villalba, quien es la ex esposa de Alcides Oviedo y también principal fundadora del grupo armado), sería el progenitor de una de las niñas, y su pareja sentimental, Magna Meza, sería la madre; mientras, Liliana Villalba (también hermana de Carmen y Osvaldo) sería la madre de la otra niña y su pareja sentimental, Manuel Cristaldo Mieres, segundo en el mando del EPP, sería el padre.

Con estos datos, en la noche del miércoles compartí una primera información en Twitter, que generó mucha repercusión, mientras elaborábamos un artículo para ÚLTIMAHORA.COM, atribuyendo como fuente a la docente Genoveva Oviedo, tía política de las niñas fallecidas.


Fotos distribuidas por la FTC, supuestamente halladas en el campamento, en donde una de las niñas fallecidas aparece junto a Osvaldo Villalba y Magna Meza, presuntamente sus verdadros padres. El otro niño que aparece sería E.D., el hijo mayor de Osvaldo y Magna. (Gentileza).

Datos controvertidos

Paralelamente, la letrada Deisy Ayala, abogada de dirigentes del EPP, confirmó en otro medio periodístico las mismas edades, pero aseguró que una de las niñas era hija de Miriam Villalba, también abogada y hermana de Carmen Villalba, y que las dos menores tenían nacionalidad argentina.

¿Qué había pasado? ¿Cuál era la verdadera versión? Al rato, otra abogada vinculada al sector estatal me avisó que había un error en nuestro reporte, ya que acababa de hablar con Carmen Villalba, presa en la cárcel del Buen Pastor, y la misma le dijo que una de las niñas fallecidas era efectivamente hija de su hermana Miriam, que sí tenían 11 y 12 años y eran de nacionalidad argentina.

Con esta confusión volví a comunicarme con Genoveva Oviedo. Me respondió que probablemente una de las niñas sí figuraba como hija de Miriam, ya que ella no había visto los documentos.

Puede leer también: Según forense, ambos cuerpos de niñas muertas en operativo de FTC "dan una edad de 11 años"

Al otro día accedimos a las primeras copias de los documentos de identidad argentinos de las niñas fallecidas, en donde se establecía claramente que tanto María Carmen (a quien sus familiares llaman Aurorita) y Lilian Mariana, tenían solo 11 años de edad.

Posteriormente, el propio Consulado argentino en Paraguay entregó copias del DNI (Documento Nacional de Identidad) en donde consta que la niña Lilian Mariana fue inscrita en la ciudad de Clorinda, provincia de Formosa, Argentina, por la abogada Miriam Villalba, quien declaró ser su madre, y la otra niña, María Carmen, fue inscrita en el mismo lugar y en el mismo día por Laura Villalba, también hermana de Miriam, Carmen, Osvaldo y Liliana, quien declaró ser su madre.

A partir de allí resultó más fácil ir verificando lo que realmente sucedió con respecto a la identidad y la situación de las niñas.


Lilian Mariana y María Carmen (Aurorita). Fotos entregadas por su abuela, Mariana Dejesús, con quien ellas crecieron en Puerto Rico, Misiones, Argentina. (Fotos: Gentileza).

En la clandestinidad

Con base en diversas fuentes y testimonios, se puede reconstruir una historia no asumida públicamente por los familiares, de que María Carmen (Aurorita) sería efectivamente hija de Manuel Cristaldo Mieres y Liliana Villalba, mientras que Lilian Mariana sería hija de Osvaldo Villalba y Magna Meza, y que habrían nacido en la clandestinidad, en la región Norte del Paraguay (la primera en febrero de 2009, la segunda en octubre de 2008).

Por su condición de prófugos de la Justicia, los padres prefirieron que las niñas sean sacadas del país y llevadas a la Argentina junto con la abuela, Mariana de Jesús Ayala López, quien había sido sacada de su hogar en la ciudad de Concepción y residía en Puerto Rico, provincia de Misiones, desde hace algunos años.

Para poder otorgarles un registro documental, las niñas fueron inscritas en la ciudad argentina de Clorinda como ciudadanas del vecino país. La inscripción de ambas se hizo el mismo día, el 1 de junio de 2010, cuando una de ellas tenía un año y seis meses de edad y la otra tenía un año y cuatro meses.

Según datos no asumidos públicamente por los familiares, ante la imposibilidad de la presencia de los padres biológicos verdaderos, se presentaron como presuntas madres solteras las tías: Miriam Viviana Villalba Ayala, como mamá de Lilian Mariana (DNI 50.113.108), y Laura Mariana Villalba Ayala, como mamá de María Carmen (DNI 50.113.110).

Firmaron como testigos de la inscripción Gerónimo Alarcón y Tirso Rolando Peña. En la oportunidad también se anotó a un niño (DNI 50.113.109), Ernesto Daniel Villalba, presuntamente el hijo varón mayor de Osvaldo Villalba y Magna Meza, nacido también en la clandestinidad, actualmente mayor de edad e incorporado al grupo combatiente.

Esta irregular situación es la que exponentes del Gobierno paraguayo califican como una documentación “de contenido falso”, sosteniendo que el Estado argentino no lo debería avalar.

Sin embargo, expertos en derechos humanos consultados apuntan que la situación es perfectamente defendible, con base en la Convención de 1954 sobre el Estatuto de los Apátridas de la Acnur (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), en donde se establece que, si un niño no es reconocido como nacional en un país, el país de residencia debe otorgarle la nacionalidad. Es decir, si estas niñas nacieron en el Paraguay, pero no pueden ser inscritas acá debido a la situación de persecución de sus padres, tienen derecho a ser inscritas en otro país.

Por algo, a pesar de que la Cancillería paraguaya afirma haber denunciado ante las autoridades argentinas la presunta ilegalidad de los documentos de identidad, el Gobierno del vecino país sigue asumiendo los reclamos sobre al caso, asegurando que las niñas fallecidas son legalmente ciudadanas argentinas.

El documento de inscripción en Argentina de la niña Liliana María Villalba. Gentileza.


El documento de inscripción en Argentina de la niña María Carmen Villalba (Aurorita). Gentileza.

¿A qué vinieron las niñas?

En contra de la versión de voceros de la Fuerza de Tarea Conjunta y de otros sectores del Gobierno, de que las niñas venían siendo entrenadas desde hace tiempo como jóvenes guerrilleras en los campamentos del EPP, existen indagaciones del Gobierno argentino que demuestran que la directora de la Escuela Provincial 228 del barrio San Francisco, de la ciudad de Puerto Rico, Norma Diertele, asegura que “la niña Lilian Mariana Villalba, de 11 años de edad, asistió a clases hasta el 13 de noviembre del 2019, luego de haber rendido con anterioridad los exámenes finales, en razón de la que la menor tendría que viajar juntamente con su madre, desconociendo el destino”.

El mismo informe registra que la niña Lilian Mariana salió de Misiones, Argentina, por el puente entre Posadas y Encarnación, junto con su madre legal, Miriam Villalba, el pasado 21 de noviembre, con destino al Paraguay.

No existe registro de su ingreso a nuestro país en la oficina de Migraciones, pero cualquiera que conoce el paso sabe que las autoridades de Migraciones en Encarnación no exigen registrarse a los paraguayos que ingresan. Tampoco hay datos sobre la otra niña, María Carmen, pero los familiares sostienen que ambas viajaron juntas.

“Las niñas querían ir a conocer a sus padres”, dice la abuela Mariana de Jesús Ayala, en un video grabado por miembros del Equipo Misionero de Derechos Humanos, Justicia y Género, con sede en la ciudad de Posadas.

En una entrevista concedida al medio Misiones Online, la abogada Miriam Villalba, como madre legal de Lilian Mariana, asegura también que las niñas viajaron al Paraguay “para conocer a sus respectivos padres” y sostiene que desde que eran bebés no habían podido ver a sus progenitores. Miriam concedió la entrevista en Puerto Rico, lo cual significa que, tras haber traído a las pequeñas al Paraguay, ella regresó a la Argentina.

No hay datos precisos sobre la fecha en que ambas niñas fueron llevadas hasta el campamento del EPP en la región de Yby Yaú. Genoveva Oviedo sostiene que las niñas visitaron casas de familiares, compartieron con sus primas, las hijas mellizas de Carmen Villalba y Alcides Oviedo, “con quienes eran prácticamente como hermanas, ellas están muy dolidas”.

¿Pudieron estar el tiempo necesario para recibir entrenamiento en el uso de armas? Los voceros de la FTC y del Gobierno aseguran que sí. Los familiares insisten en que nunca existió ese propósito con estas niñas, a pesar de que otros hijos menores de edad de miembros del EPP sí forman parte del grupo armado.

Los casos más conocidos son los de Lucio Silva, uno de los fundadores del grupo armado que luego sería el EPP, quien se unió al núcleo en armas llevando a sus hijos Samuel, Claudelino y Jorgelina, esta última con 16 años de edad en el momento de ser incorporada, ahora ya mayor de edad, y de Alejandro Ramos, quien ingresó con su esposa Lourdes y sus hijos menores de edad, A.R.R. y L.T.R.R.

Sin posibilidad de elegir

El artículo 2 de la Convención sobre los Derechos del Niño indica: “Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para asegurar que el niño sea protegido contra toda forma de discriminación o castigo por causa de la condición, las actividades, las opiniones expresadas o las creencias de sus padres, de sus tutores o de sus familiares”. ¿Se está cumpliendo?

Las muertes trágicas de María Carmen y Lilian Mariana, que aún deben ser investigadas y esclarecidas totalmente, deberían servir para poner en el foco en los casos de reclutamiento forzado de niños, niñas y adolescentes, no solamente por parte del EPP, sino también por bandas de narcotráfico y otros grupos criminales.

Hasta hace pocos años, el Estado paraguayo reclutaba a menores de edad para el Servicio Militar Obligatorio y existe una lista de 157 jóvenes soldados que murieron en circunstancias dudosas en los cuarteles desde la caída de la dictadura, varios de ellos aún menores de edad.

El propio presidente de la República, Mario Abdo Benítez, protagonizó un hecho polémico el año pasado, cuando autorizó con gran difusión mediática que su hijo Santiago, en ese entonces de 17 años de edad, ingrese a cumplir su servicio en el Centro de Instrucción Militar de Estudiantes para la Formación de Oficiales de Reserva (Cimefor), generando denuncias por violar la Ley 3360/2002, que establece que menores de 18 años no deben hacer el servicio militar.

¿Tenían María Carmen y Lilian Mariana la opción de elegir un destino diferente que la de matar o morir en medio de un monte? En los supuestos apuntes de una de ellas, presuntamente hallados en el campamento del EPP, filtrados por las fuerzas de seguridad en un intento de disminuir la imagen negativa tras el operativo, se pueden leer rústicos textos manuscritos que, además de revelar que su presencia en el inhóspito y peligroso lugar iba a ser solo temporal, también destaca el angustiado intento de una niña de quedarse por más tiempo, a fin de poder compartir con su padre: “Yo necesito que me entiendas, yo porque te quiero hablo con vos. Yo sé que puedo irme porque tengo todo el derecho, desearía que aproveches estos 5 meses que sobra, pero vos decís solo 2 meses…”.

Es como el desgarrador llamado de auxilio de una niña que solo anhelaba un poco de cariño: “Yo quisiera no haber nacido o tener una familia completa…”.

Un llamado que puede atribuirse a otros niños y niñas en la misma situación.

¿Alguien podrá responder...?



(Reportaje realizado originalmente para ÚltimaHora.Com y publicado el lunes 1 de setiembre de 2020. En esta versión se han realizado correcciones y agregados con respecto a la primera versión).

miércoles, 2 de septiembre de 2020

El bebé al que la dictadura le robó la historia

 

Emilio Cricera fue arrancado de su madre en 1966, entregado a quienes fingieron ser sus padres biológicos. Hoy demanda recuperar su verdadera identidad.


Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman

(Fotos e imágenes: Desirée Esquivel - Apoyo en video: Codehupy).


Emilio Félix Cricera Evaly tenía 30 años de edad en 1996, cuando descubrió que él no era quien sus padres y sus documentos aseguraban. En realidad, tenía otro nombre, otros padres, otra identidad, otra historia.

Sucedió cuando, en su casa de Buenos Aires, halló unos papeles de quien creía era su papá biológico, Emilio Cricera, argentino, ya fallecido, en donde este le contaba cosas íntimas a un amigo. Con fecha de tres días antes del supuesto nacimiento de su hijo, no mencionó que su esposa, la paraguaya Celia Nilda Evaly, estaba a punto de dar a luz.

“Si mi papá estaba tan contento de tenerme como hijo único, ¿por qué no había contado nada a su amigo? Encaré a quien decía ser mi mamá, discutimos mucho y al final reconoció: “¡Vos no sos mi hijo!’”, narra Emilio, veinticuatro años después de aquel día en que sintió que el mundo se le vino abajo.

Celia Nilda se negó a darle más datos de su verdadera historia. “Me dijo muchas mentiras, que me habían traido del Brasil, hasta que ella falleció, llevándose mi secreto a la tumba”, narra.

“Viajé al Brasil, viví allá un tiempo, hasta que tomé contacto con unos primos, hijos de una hermana de mi madre apropiadora en el Paraguay, con quien ella estaba peleada, a la que considero mi madre del corazón, mi tata, quien me dijo: vos te llamás Jorge Luis y te llevaron siendo bebé del orfanato Santa Teresa”, agrega.

BÚSQUEDA. Emilio/Jorge Luis logró que la directora del actual Hogar Infantil Santa Teresita le permita acceder a los archivos. Sobre la avenida Eusebio Ayala (frente al local de la Justicia Electoral), allí funciona una guardería y es sede de los Centros de Bienestar de la Infancia y la Familia (Cebinfa). En épocas de la dictadura, el orfanato llegó a estar bajo la dirección de María Olivia Chelita Stroessner, hija adoptiva del general Alfredo Stroessner.

“Busqué datos durante días, revisando expedientes de todos los niños llamados Jorge Luis que ingresaron entre 1965 y 1968, hasta llegar casi a la certeza de que mi verdadero nombre era Jorge Luis Gómez Arena, y que mi madre fue María Olga Gómez, presa en la Comisaría Tercera, famoso lugar de detención y tortura de presos políticos, y luego en la Cárcel del Buen Pastor, donde se pierde su rastro, está desaparecida”, relata Emilio.

Su laberíntica búsqueda lo llevó al hogar familiar de los Gómez, en una humilde comunidad rural de Altos, Cordillera. “Cuando llegué y dije quién era, no lo quisieron creer. Según mi abuela, Laureana Isabel, les aseguraron que yo había muerto. Del paradero de mi mamá no sabían nada. Obtuve una muestra de ADN de mi abuela y el análisis comparativo con el mío reveló un 84% de compatibilidad”, indica.

APROPIACIÓN. Entre muchas dudas, Emilio hoy tiene certeza de que autoridades de la dictadura mintieron a su abuela (quien varias veces intentó rescatarlo del orfanato), asegurando que él había fallecido, cuando en realidad le “regalaron” siendo un bebé al matrimonio formado por el argentino Emilio Cricera y la paraguaya Celia Nilda Evaly. Cree que el nexo fue una mujer llamada Aurora Coronel.

Le crearon documentos (auténticos, pero de contenido falso) como una partida de nacimiento en que consignan su fecha de nacimiento el 12 de marzo de 1967 (cuando en realidad habría nacido el 11 de octubre de 1966).

De su madre sabe poco. Un informe policial de la Comisaría Tercera, firmada por el comisario Augusto Moreno, refiere que ella la abandonó en la vía pública, pero él considera que son mentiras. “Mi madre es una desaparecida, aunque no figure en las listas de las organizaciones de derechos humanos. Borraron todos sus registros. La policía allanó su casa en Altos y secuestró todas sus fotos y sus documentos. Ni siquiera tengo una imagen de cómo era ella, solamente un gran amor a su memoria”, indica.

Emilio/Jorge Luis presentó una denuncia oficial ante la Fiscalía, con patrocinio de la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (Codehupy) por Desaparición Forzada de Personas y Múltiple Violación de Derechos Humanos.

“Sé que muchos creían que en el Paraguay no hay casos de apropiación de bebés durante la dictadura stronista, como las que se cuentan en organizaciones como H.I.J.O.S. o Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en la Argentina, pero existen. Soy el primero de ellos que sale a luz y seguramente hay más. La dictadura desapareció a mi mamá y me robó la identidad. La quiero recuperar”, destaca.


BUSCANDO A MAMÁ.
No solamente le cambiaron su identidad y lo entregaron a otra familia. Además, desaparecieron a su mamá, María Olga Gómez.

“A la hora 13 del 20 de octubre de 1966, llega una camioneta celular de la Policía, conduciendo a un oficial y agentes, quienes traen a un recién nacido, portador de la siguiente: Nota N° 237, señora directora del Hogar Infantil. ESD. Tengo el agrado de dirigirme a Ud., con el objeto de solicitar la internación en esa institución del menor Jorge Luis, quien fuera hallado en la vía pública…”

Así dice el informe de una asistente social sobre el “Caso N° 578, Jorge Luis”, que Emilio Félix Cricera Evaly pudo rescatar del archivo del Hogar Santa Teresita, de donde fue apropiado ilegalmente en 1967 y entregado al matrimonio del argentino Emilio Cricera y la paraguaya Celia Nilda Evaly, quienes obtuvieron una partida de nacimiento con un nuevo nombre, otra fecha de nacimiento y en donde ellos figuran como padres biológicos del bebé.

La nota de la entrega del bebé al Hogar Infantil Santa Teresa o Santa Teresita (que en épocas de la dictadura estuvo bajo la dirección de María Olivia Chelita Stroessner, hija adoptiva del general Stroessner) está firmada por el comisario Augusto Moreno, en ese entonces titular de la tristemente famosa Comisaría Tercera, uno de los más tenebrosos locales en donde eran detenidos y torturados los presos políticos, varios de ellos considerados desaparecidos.

ABANDONO. Según el relato del expediente, en la patrullera que llevó al bebé con apenas 8 días de nacido al hogar (sobre la avenida Eusebio Ayala, frente a la Justicia Electoral), también se hallaba la madre, María Olga Gómez, quien en esa época tendría 18 años, y que era trasladada a la Cárcel del Buen Pastor, tras haber estado presa en la Tercera con su hijo.

La asistente social cuenta que pudo hablar con la madre antes de que la lleven. Sostiene que la mujer admitió haber abandonado a su hijo en la entrada de una casa, por “estar desesperada”, ya que su “patrona” no admitía a empleadas con hijos y el padre del niño (marino de la Flota Mercante) la había abandonado. También admitió haber huido de su casa familiar en Altos. Pidió que le devuelvan a su hijo y no la lleven a la cárcel, pero no le hicieron caso.

VENGANZA. Emilio cree que muchas afirmaciones del informe son falsas, porque descubrió otros datos que hablan de una especie de venganza por parte de una persona poderosa en Altos contra su madre.

En su denuncia ante la Fiscalía de Derechos Humanos, revela que sus familiares contaron que “alguien de mucho poder económico en la ciudad de Altos estaba interesado en mi madre, y al no tener reciprocidad, fue quien mandó al proceder irregular de la Policía, ya que María Olga había venido a Asunción escondiéndose de quien le pretendía”.

Desde el Buen Pastor, María Olga se comunicó con su madre, Laureana Isabel Ojeda, para que recupere al bebé. “Mi abuela intentó por todos los medios y documentos comprobables de filiación recuperarme y llevarme con los míos, restitución que nunca se pudo dar, porque en el mes de agosto de 1967 fui ‘regalado’ a un matrimonio argentino-paraguayo residente en Buenos Aires”, destaca.

SIN PISTAS. A la abuela le dijeron en el hogar que el bebé había muerto, al igual que su hija María Olga. No entregaron los cuerpos. Debido al dolor, la anciana sufrió pérdida parcial de memoria, según los familiares.

“Me contaron que mientras mi madre estaba detenida, la Policía allanó la casa materna en Altos y se llevó todas las fotos y los documentos de María Olga”, agrega Emilio, quien desconoce las razones de la presunta desaparición, porque su madre no era una activista política conocida.

“Hoy reclamo que el Estado investigue y me diga qué pasó con mi mamá, de quien ni siquiera tengo una foto, porque se llevaron todo. En la Cárcel del Buen Pastor me dijeron que un incendio destruyó los registros de aquella época. Nadie más sabe nada”, dice.

Emilio ha decidido quedarse en el Paraguay. Desde hace más de un año vive en Luque. Ha intentado establecer una relación con su familia materna en Altos, pero siente que hay muchos recelos, miedos y silencios que superar. Confía en que será parte de un proceso.



lunes, 24 de agosto de 2020

Gracias, Leonardo DiCaprio

 


Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman


Estimado Leo: Te agradecemos infinitamente que hayas publicado en tu cuenta de Instagram la estupenda e impactante foto del colega Jorge Saenz sobre la terrible polución que sufre la Laguna Cerro, en la compañía Piquete Cué de Limpio. Gracias al escándalo y a la presión internacional que provocaste, después de cuatro meses de infructuosas denuncias locales, las autoridades del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades) se animaron a cancelar la licencia ambiental que ellos habían otorgado y pedir el cierre definitivo de la industria impunemente contaminadora.

Sabemos que lo hiciste por tu motivación ecologista, convencido de que el cuidado de la naturaleza es fundamental para garantizar el futuro. Aunque haya quienes lo vean como una simple pose progresista, para quienes nos sentimos viviendo siempre un poco al borde del Apocalipsis, es una acción fundamental.

Te confieso que nos causa un poco de vergüenza ajena que tenga que intervenir un famoso actor de Hollywood para que nuestras autoridades nos hagan caso, pero así son las cosas por aquí, en este país mágico pero corrupto llamado Paraguay que alguna vez deberías venir a conocer personalmente, para conocer las bellezas naturales que aún quedan en pie y que con mucho esfuerzo algunos tratamos de proteger. A veces nos sentimos un poco como ese tenaz trampero Hugh Glass a quien encarnaste en la película El Renacido del mexicano Alejandro González Iñárritu, que te permitió lograr el ansiado Oscar: sobrevivientes de un paraíso continuamente agredido, en donde los gobernantes y las clases dominantes buscan imponer el lucro comercial al interés colectivo.

Es lo que ocurre, por ejemplo, con nuestro bello e inmenso Chaco, territorio que nuestros abuelos defendieron con sangre en una cruenta guerra en el siglo pasado. Es considerado el segundo ecosistema más importante de Sudamérica, pero está en peligro de convertirse en un desierto. La deforestación ya arrasó con una superficie del tamaño de Suiza, pero la impunidad sigue.

El caso en el que te tocó intervenir es uno más entre tantos, en el que los gobernantes facilitan abrir industrias con la ilusión de que nos traerán el progreso. “Usen y abusen del Paraguay”, había proclamado el anterior presidente a supuestos inversores extranjeros. Así se instaló en Limpio la empresa de curtiembre WalTrading SA. Obtuvo licencia ambiental y arrojó sus efluentes a la bella laguna Cerro, en el mismo ecosistema donde florecen las encantadoras plantas acuáticas conocidas en guaraní como yacaré yrupê (Victoria cruziana). Los vecinos alertaron sobre el violento cambio de color del agua y el olor pestilente, pero las autoridades solo enviaron fiscalizadores a observar y a hacer nada. Recién cuando tu posteo sacudió al mundo, reaccionaron y descubrieron que se estaba cometiendo un crimen ecológico.

Gracias, Leo. Vení cuando quieras, o cuando el Covid-19 te lo permita. En Paraguay te sentirás como en casa y hasta en ambientes similares al de algunas de tus más famosas películas. Aquí también tenemos a un capitán al que hemos aplaudido por conducir muy bien el barco médico gubernamental contra la pandemia, pero que en estos días se va hundiendo inevitablemente como el Titanic.

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Publicado en la columna Al otro lado del silencio, sección Opinión, del diario Última Hora de Asunción, Paraguay. Edición del domingo 23 de agosto de 2020.

lunes, 15 de junio de 2020

La democracia en cuarentena



Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman

Es lo que ocurre cuando creemos estar al borde del Apocalipsis. Acabamos normalizando que el Estado intervenga, cierre fronteras, decrete cuarentenas, ponga barreras policiales y militares, nos prohíba salir de nuestras casas, use nuestro dinero para fondos de emergencia y meta en la cárcel a los rebeldes que osan desafiar las órdenes de la autoridad.

Así nos han acostumbrado tantas películas y novelas de terror biológico y dictaduras futuristas, o nuestra propia historia de largas tiranías y democracias corruptas. Ante el miedo global, la primordial reacción es la de los polluelos que buscan cobijo y protección bajo las alas de mamá gallina, aunque los que manejan el gallinero sean habitualmente déspotas y corruptos.

Cuando llegó la pandemia estábamos tan temerosos de que el fin del mundo nos agarre desprevenidos, sin cama reservada en algún desguarnecido hospital público, que acabamos aceptando de buen grado que el Gobierno decrete un estado de excepción sin ser un estado de excepción, apenas un paquete de medidas en base al Código Sanitario (Ley 836 de 1980) heredado de la dictadura stronista. Revalorizamos el rol del Estado y la importancia de la salud pública, fingiendo olvidar que por tanto tiempo el Estado paraguayo ha sido un Estado fallido, autoritario, corrupto e insensible ante las necesidades de una mayoría pobre y marginada.

Al ver que levantaban murallas a nuestro alrededor para hacernos sentir seguros, aplaudimos como héroes a quienes apenas meses atrás considerábamos villanos, sin darnos cuenta que esas mismas murallas que hoy supuestamente nos mantienen a salvo del temible virus, también nos han quitado nuestras libertades públicas, nuestras fuentes de ingreso, nuestro pan en la mesa y nuestros mejores sueños de un país con igualdad de derecho, justicia social y libertad compartida.

A casi 100 días de este estado de sitio que no es estado de sitio, seguimos sin indignarnos debidamente por los millonarios esquemas de delincuentes políticos y socios del poder para apropiarse del dinero público en nombre de salvarnos la vida. “Están haciendo bien su trabajo médico, no importa que nos roben”, es la consigna. O si la Policía dispara a matar contra una familia que decidió no pasar por una barrera de control, dirigimos el dedo acusador contra el papá irresponsable, por más que un ministro de la Corte nos explique que no ha cometido ningún delito, o que las barreras de control no tienen un respaldo constitucional. No nos interesa. Queremos que el Gran Hermano nos vigile siempre. Nos gusta agachar la cabeza y decir Sí Señor, Volvé mi General.

Afortunadamente existen personas como la activista social María Esther Roa y sus compañeros y compañeras, que no agachan la cabeza y salen a la calle a manifestarse, por más que no guarden la distancia sanitaria que a ellos se les exige, pero a tantos otros se les tolera, y sean imputados por un servil sistema de Justicia mientras tantos legisladores y políticos ladrones siguen libres e impunes. Mi solidaridad con María Esther y con quienes sufren la criminalización por defender los derechos civiles y oponerse a la corrupción. Más temprano que tarde, la democracia también saldrá de su cuarentena.

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Publicado en la columna Al otro lado del silencio, sección Opinión, del diario Última Hora de Asunción, Paraguay. Edición del domingo 14 de junio de 2020.