Alfonso Monzón Meyer era
dueño de un obraje en los años 60, vecino de la granja de Alban Krug.
"Sabía que él protegía a Josef Mengele. Un día fui hasta su casa y
encontré allí al médico nazi", afirma.
#CrónicasDeLaMemoria
(Anticipo
del libro Mengele en Paraguay, de Andrés
Colman Gutiérrez, en colaboración con Narciso
Meza Martínez y el respaldo de un equipo de investigadores periodísticos. Próxima
publicación).
Andrés Colmán Gutiérrez
ENCARNACIÓN
- ITAPÚA
Después
de medio siglo, el pacto de silencio se empieza a quebrar. Los protagonistas
aún vivos que conocieron al médico nazi de Auschwitz y criminal de guerra Josef
Mengele, durante los cinco años (entre 1959 y 1964) en que visitó el Paraguay
al amparo de la dictadura stronista, y los pocos más de dos años (1961 y 1962)
en que vivió oculto en una granja rural en Poromokó, Hohenau, ahora se animan a
compartir sus testimonios.
En la
noche de un viernes, tras una charla en la Libroferia de Encarnación, una
llamada telefónica del arquitecto César Monzón nos pone tras una nueva pista:
"Hemos leído las crónicas publicadas en Última Hora sobre el doctor
Mengele en el Paraguay. Mi padre lo conoció personalmente y está dispuesto a
contarlo".
A la
mañana siguiente, César nos busca en el hotel y nos lleva al encuentro de su
padre, Alfonso Monzón Meyer, un conocido ex empresario obrajero y además autor
de varios libros, entre ellos Ymaguare Paraguay rekove y El grito de la selva.
A sus 91 años, don Alfonso mantiene una extraordinaria lucidez.
PROTECCIÓN.
"En la década de los 50, junto con mi socio Lorenzo Garbett (padre del
músico Jorge Garbett) compramos una propiedad de 1.200 hectáreas, con áreas de
bosques, en la zona de Morena-í, Poromokó, Hohenau, donde establecimos un
obraje para explotar la madera. Nuestro vecino era el colono alemán Alban Krug,
de quien se decía que protegía al criminal nazi Josef Mengele", relata
Monzón Meyer.
Los
peones del obraje ya compartían el rumor de que un criminal nazi estaba
escondido en la vivienda rural de estilo alemán de Alban Krug, a unos 16
kilómetros del centro urbano de Hohenau.
"En
esa época, la zona estaba rodeada de monte, se llegaba por una estrecha picada.
Era un lugar muy ais- lado, ideal para tener a alguien escondido", narra
don Alfonso.
HUÍDA.
Acusado de asesinar a miles de prisioneros judíos y realizar con ellos
horrorosos experimentos genéticos en el campo de concentración de Auschwitz,
durante la Segunda Guerra Mundial, Josef Mengele huyó a la Argentina, donde
vivió varios años protegido por el régimen del presidente Juan Domingo Perón.
La
caída del peronismo y el secuestro de otro buscado criminal, Adolf Eichman, por
un comando judío, lo obligó a mudarse al Paraguay en 1960, donde ya había
obtenido la nacionalización, merced a la gestión del aviador Hans-Ulrich Rudel,
gran amigo del dictador Alfredo Stroessner.
El
inmigrante alemán Werner Jung, propietario de la Ferretería Alemana, y el ex
militar ruso el barón Alexander von Eckstein, se encargaron de brindarle
protección y lo llevaron a vivir a la casa del colono alemán Alban Krug, uno de
los principales promotores del nazismo en las Colonias Unidas de Itapúa.
VISITA.
Una mañana del año 1962, Alfonso Monzón Meyer acudió a visitar a su vecino
Alban Krug en la granja de Poromokó y vio a un hombre extraño, de aspecto
alemán, sentado en el corredor.
"Por
las fotos que había visto antes, me di cuenta en seguida de que era el doctor
Josef Mengele. Él me saludó con amabilidad, pero no habló una sola palabra.
Allí confirmé que realmente Alban Krug lo tenía escondido en su casa",
relata.
Meses
después, en Encarnación llegaron enviados de organizaciones judías a buscar a
Mengele. "Repartían panfletos con su foto y ofrecían millones de dólares
por su cabeza. Uno de los capataces de Alban Krug, de apellido Cubas, me dijo:
'Si hubiera sabido que valía tanta plata, yo mismo le cortaba la cabeza y le
entregaba a los judíos'", recuerda don Alfonso.
El
antiguo obrajero narra que, en esos años, en todas las colonias alemanas de
Itapúa había una gran simpatía por la ideología de Adolf Hitler.
"Muchos
inmigrantes eran nazis. En las escuelas alemanas se enseñaba el nazismo. Había
una gran discriminación contra los paraguayos, no nos dejaban entrar en las
fiestas exclusivas que realizaban. Ni siquiera nuestros muertos entraban en sus
cementerios. Por suerte eso cambió", destaca.Alberto Monzón Meyer, junto con el autor del reportaje, en su casa de Encarnación. |
La identidad del doble
agente
En nuestra crónica anterior, el ex intendente de Hohenau,
Bonibaldo Junghanns, relató que Josef Mengele tuvo que huir de la granja de
Alban Krug, tras la llegada de un espía o doble agente, de apellido Fricke, en
1962.
Una fuente revela que el espía era Bruno Fricke, fundador
del primer partido nazi fuera de Alemania, en Independencia, Guairá, en 1928.
Su historia es contada por Alfredo Seiferheld, en el libro Nazismo y fascismo en el Paraguay.
Nacido en Berlín, Fricke fue inicialmente fanático del nacionalsocialismo.
Llegó al Paraguay en 1927 y se estableció entre Villarrica e Independencia,
donde encontró varios seguidores, con quienes fundó el primer partido nazi
paraguayo.
Regresó a Alemania, se enemistó con Adolf Hitler y
empezó a
actuar como doble agente para el
Frente Negro, de Otto Strasser.
Volvió al Paraguay en los años 30 y trabajó como maestro de
escuelas. En el Archivo del Terror hay varios informes suyos,
redactados en alemán desde Bella Vista y Encarnación. Intentó ayudar a atrapar
a Mengele, pero lo descubrieron. Se mudó a Bolivia, donde según un informe se
suicidó en 1985, tras ser descubierto
por la policía.
Una de las cartas con informes de Bruno Fricke, desde Itapúa. |