Andrés
Colmán Gutiérrez - @andrescolman
–¡Mirá,
mamá! ¡Una casita de pájaros…!– grita Melissa, de siete años, mientras cruza la
plaza Juan de Ayolas, de Lambaré, de la mano de su madre.
María
Luisa sonríe y la acerca al curioso artefacto, un caño de acero que soporta una
caja de metal con forma de casita, de color amarillo, con techo de chapas y
revestimientos de vidrio. La puertita está abierta y deja ver muchos libros en
el interior.
–Es una
casita, no de pájaros, hija, pero también permiten volar…– explica la mujer.
Ante la
mirada expectante de la pequeña, María Luisa hurga hasta hallar un colorido
libro de cuentos. Luego se sienta con Melissa en un banco y deja que la niña se
sumerja en la historia mágica. La mujer planeaba ir al supermercado; sin
embargo, decide aprovechar ese momento único y quizás irrepetible. Bajo la luz
radiante de la mañana, frente a la pequeña Biblioteca Callejera de la Plaza
Ayolas de Lambaré, Melissa y su mamá leen una historia de animalitos traviesos
y aventureros.
Las
páginas bailan en el viento, como si fueran alas de pájaros.
Biblioteca con motocarro en la Plaza Solares de Lambaré |
CRUZADA. Las bibliotecas
callejeras nacieron como esfuerzos aislados de personas que buscan despertar la
pasión por la lectura y contribuir a la calidad de la educación, en un país en
donde cada habitante lee solo la 0,25 parte de un libro al año, según datos de
la Cámara del Libro Asunción Paraguay (CLAP).
Así se
ha creado una red que se extiende a distintos lugares del país, originando una
pequeña revolución cultural.
Un
primer proyecto se registra en el 2016, en Itacurubí de la Cordillera, cuando
la Municipalidad habilitó un espacio de lectura al aire libre en el balneario
Itakoty. Instaló un mueble lleno de libros, con bancos y mesitas, creando un
agradable ambiente.
En el
verano de 2016, educadores y vecinos del barrio Ykua Naranja, de Itauguá,
crearon una biblioteca al aire libre en la placita Félix Fernández, utilizando
cajones de frutas pintados, en donde ubican los libros recibidos en donación.
También
en Itauguá, desde el 2018, la empresa Iris promovió la creación de
casitas–bibliotecas, la primera para sus propios empleados, otras dos en la
plaza central de la ciudad y en el local de la Municipalidad.
La
cuarta biblioteca se instaló en agosto de 2018 en una plaza de la compañía
Guayabity, en un trabajo conjunto con la comisión vecinal 23 de abril.
Biblioteca de heladera en Lambaré |
Biblioteca con cajones de frutas en Itauguá. |
EN LAMBARÉ, CON AMOR. La
cruzada más exitosa de las bibliotecas callejeras nació en 2017, a iniciativa
del escritor paraguayo Aníbal Barreto Monzón, quien durante un viaje a Estados
Unidos, vio en el pueblo de Clifton, Virginia, un buzón con libros en una
plaza.
–Me
llamó la atención cómo las personas retiraban libros y depositaban otros, o se
sentaban a leer allí. Tomé una foto y la publiqué en Facebook, comentando que
sería lindo hacer algo similar en Paraguay–, relata Aníbal.
Pryscila
León, otra apasionada por los libros, ofreció financiar la construcción de la
casita. Tras una resistencia inicial de funcionarios de la Comuna, el
intendente de Lambaré, Armando Gómez, apoyó la iniciativa. Así, en octubre de
2018, se inauguró la primera biblioteca callejera con libros donados por muchos
amigos, en la Plaza Ayolas, frente a la Municipalidad, una experiencia que a
ocho meses funciona con éxito.
–Cada
vez que paso por aquí veo a grupos de jóvenes y a personas adultas leyendo –destaca
Aníbal–. Esto está siempre abierto y los libros se mantienen, se reponen y se
intercambian con frecuencia. Mucha gente me dijo: “no va a resultar, en
Paraguay nadie quiere leer, te van a robar todos los libros para venderlos”,
pero ya ven que sí funciona.
Jóvenes leyendo en la Plaza Ayolas, de Lambaré. |
INGENIO. A la cruzada de Aníbal
y Pryscila se unieron otras personas, como Carlos Brañas o el joven Álvaro
Giménez. El ejemplo se expandió y se crearon más casitas de pájaro en Lambaré,
en Asunción (Marcelino Noutz y Sargento Gauto), en Coronel Oviedo (frente al
local cultural Clemente Róga) y otras que se habilitarán en el barrio Trinidad
de Asunción y en la ciudad de Pilar.
Lo
llamativo es que también se despertó el ingenio para construir las pequeñas
bibliotecas al aire libre. En el predio de la Capilla Virgen del Carmen, en
Valle Apu‘a, Lambaré, se utilizó una vieja heladera. En la Plaza Solares,
también de Lambaré, se recicló un motocarro en desuso.
–De a
poco estamos derribando el mito de que a los paraguayos no les gusta leer– dice
Aníbal Barreto. Solo hace falta sacar más libros a las plazas y a las calles.
Biblioteca callejera en Coronel Oviedo. |
Chicos leyendo en Itauguá. |