El
guionista y productor norteamericano Walt Disney nunca habrá pensado que uno de
sus más célebres personajes de caricaturas, Donald Duck, o el Pato Donald –creado
en 1931–, se convertiría en una popular metáfora política, cuya mención a
menudo ocasionaría fricciones y polémicas en un lejano y pequeño país, llamado
Paraguay.
El
primero que lo instaló en el imaginario colectivo de la política criolla fue el
fallecido caudillo colorado y vicepresidente asesinado en marzo de 1999, Luis
María Argaña, cuando durante la campaña electoral de 1998 disparó una de sus más
célebres frases: "El colorado siempre vota a un colorado, aunque el
candidato sea el Pato Donald".
Desde
entonces, nuestros mejores humoristas gráficos no se cansaron de hacer chistes
con el caricaturesco pato luciendo un pañuelo rojo al cuello, en lugar de su clásico
trajecito de marinero.
La
certera metáfora de Argaña se volvió a aplicar en los inicios de la campaña
electoral rumbo al 2012, cuando un acaudalado empresario outsider, -que hasta
entonces no había estado afiliado al coloradismo, ni a ningún otro partido, y
ni siquiera había estado inscripto en el registro electoral- se presentó como
el salvador que iba a rescatar al partido de la llanura, buscando devolverlo al
poder tras haber sido desalojado de allí por un ex obispo, también outsider, en
el 2008.
Varios
dirigentes tradicionales de la ANR
identificaron entonces a Horacio Cartes como "el nuevo Pato
Donald", aunque probablemente se parecía más a otro personaje de Disney,
el millonario Scrooge McDuck, o Rico McPato, tío de Donald, más conocido en el
mundo hispano como El Tío Rico.
En
estos últimos días, el palmípedo Donald ha vuelto sorpresivamente al tapete,
cuando se filtró la información de que un acaudalado empresario y directivo de
un banco que pertenece al grupo de empresas del actual presidente de la República,
Horacio Cartes, había participado secretamente de operaciones tácticas de
combate contra el grupo armado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), acompañando
a un equipo comando dirigido por el director de la Secretaría Nacional
Antidrogas (Senad), Luis Alberto Rojas.
Un frustrado operativo, en busca del EPP.
La
versión es que el presidente del Banco Amambay, Hugo Portillo Sosa, participó
en el operativo de intento de captura de un supuesto integrante del EPP, el
pasado 17 de setiembre, en la zona de Carapa'i, distrito de Capitán Bado, en la
frontera del Departamento Amambay con San Pedro.
En
aquella oportunidad, un presunto "error de planificación" permitió
que se escape Néstor Martínez (primo hermano del fallecido ex miembro del EPP,
Severiano Martínez), de una vivienda en donde se cree se hallaban además los
hermanos Alfredo y Albino Ramón Jara Larrea, también considerados miembros del
grupo armado. Néstor Martínez fue muerto a tiros días después por guardias de
una estancia en San Pedro, presuntamente en momentos de robar ganado, sin que
se haya confirmado plenamente su pertenencia al EPP.
En su
momento, Luis Rojas dijo que el fracaso de la operación en Carapa'i, se debió
al retraso en llegar al lugar, debido a que los vehículos se empantanaron. La
otra versión divulgada, sin embargo, es que el grupo táctico que dirigía Rojas,
acompañado del banquero Hugo Portillo, atropelló una vivienda equivocada,
alertando a los pobladores de la incursión, lo cual permitió que Martínez y sus
presuntos acompañantes puedan huir.
Tras
aquel fallido operativo, el comisario Antonio Gamarra, director de la Segunda
Zona Policial y principal jefe policial en la lucha contra el EPP en el Norte,
durante una reunión evaluativa le cuestionó a Luis Rojas quién era Hugo Portillo
y qué hacía un civil participando de operaciones tácticas. Según personas que
presenciaron la discusión, Rojas contestó que Portillo era un asesor técnico de
la Senad, y que él (Rojas) decidía libremente a quienes dejar participar en sus
operativos.
El pato Donald y un banquero aficionado a
las armas.
Tuvo
que pasar casi dos meses para que salga a luz el dato de la presencia del
banquero Hugo Portillo en las acciones operativas contra el EPP.
La
versión saltó primero en una serie de tuits del periodista Chiqui Avalos, quien
aseguró que militares reclamaban por la "intromisión de civiles en planes
contra el EPP".
La
"presencia de un operador bancario causó rechazo en la operación",
adelantó Chiqui, para luego revelar que "el presidente del Banco Amambay,
Hugo Portillo, apareció con chaleco antibalas y armado para participar".
Ávalos,
veterano periodista, autor del polémico libro "La otra cara de HC",
sostuvo que Hugo Portillo fue a "sumarse al grupo para ejecutar la operación,
por orden de HC, lo que causó la oposición de los militares y un fuerte
disgusto".
El
periodista dijo que su información la obtuvo directamente de fuentes militares.
Posteriormente reveló que quien le pasó el dato fue el controvertido ex agente
de la Senad, Miguel Angel Berni, quien falleció el pasado 8 de diciembre.
La
información también fue publicada inicialmente por el sitio web alternativo
E'a, sugiriendo que el alto ejecutivo del grupo empresarial del presidente
Horacio Cartes habría pagado sumas de dinero para que se le permita participar
en una especie de "safari humano".
Portillo
es presentado en el reportaje como un empresario aficionado a las armas, a quién
le gusta realizar ejercicios de "tiro práctico" (disciplina de tiro
deportivo, en la cual el tirador debe disparar a diversos blancos en el menor
tiempo posible).
La
descripción fue suficiente para que muchos imaginen una situación parecida a la
que narra la película Surviving the Game, (traducido indistintamente como
Sobreviviendo al juego o Cacería Sangrienta), del director norteamericano
Ernest R. Dickerson, protagonizada por Ice-T, Rutger Hauer y Gary Busey, en
donde millonarios pagan para participar de cacerías de seres humanos en los
bosques del Canadá.
El fin
de semana, el director de la Senad, Luis Rojas, salió airadamente al paso de
las versiones, desmintiendo "categóricamente" que civil alguno haya
formado parte de acciones tácticas contra el EPP, y menos que haya pagado sumas
de dinero para hacerlo. Comprendiendo claramente de donde habían surgido las
filtraciones de datos, cuestionó a los miembros de la policía.
"Me
gustaría invitar al mismo Pato Donald para que haga las incursiones (contra el
EPP), él creo que tendrá mayores resultados de los que se tienen con estos
policías", planteó Rojas. Otra vez, el Pato Donald.
Pero
apenas algunas horas después, en la mañana del lunes 16, Rojas tuvo que
desmentirse a sí mismo, y salir a admitir que el banquero Hugo Portillo sí había
participado de operativos tácticos. Lo hizo luego de que más datos fueran
revelados, y de que el propio ministro del Interior, Francisco de Vargas, había
admitido de que la versión filtrada por la policía, y que ya era abordada por
todos los medios de comunicación, era real.
Una situación que no es de dibujos
animados.
En la
polémica desatada -que se inició como una simple versión tuitera y se instaló
como noticia central, en la primera plana de los diarios- hay más datos de
interés en lo mucho que no se dice, que en lo poco que se reconoce
abiertamente.
Por
detrás de la aparente rivalidad entre el principal jefe policial de la lucha
contra el EPP en el Norte, comisario Antonio Gamarra, y el director de la
Senad, Luis Rojas, sobre la manera de llevar adelante las acciones contra el
grupo armado –con evidentes intereses de otros personajes, como el ministro del
Interior y algunos jefes militares–, existen cuestiones inquietantes para el
actual proceso democrático, como la manera en que personas de civil, que son
parte del entorno empresarial del presidente de la República, Horacio Cartes,
se inmiscuyen directa y secretamente en cuestiones de Estado, con acciones que
pueden estar reñidas con la legalidad.
¿Qué
hace el directivo de un Banco del grupo empresarial del presidente, asesorando
a fuerzas de seguridad estatales en la lucha contra un grupo armado, perseguido
por la Justicia? ¿Quién le autoriza al Pato Donald para que salga a cazar a
supuestos guerrilleros? ¿Hasta dónde un mandatario puede mezclar cuestiones de
sus empresas privadas con cuestiones de Estado?
Lo más
inquietantes es que, aún con todas las estrategias –las conocidas y las
desconocidas-, con asesores privados o internacionales, con leyes modificadas y
con intervención militar, con los superpoderes presidenciales y con las
acciones que pueden ser cuestionadas como ilegales, con denuncias de
violaciones de derechos humanos y todo lo demás... el actual Gobierno –al igual
que todos los anteriores-, sigue sin arrojar resultados efectivos en la lucha
contra el grupo armado llamado EPP, así como contra la pobreza y el
subdesarrollo en la región Norte del país. Parece que ni el Pato Donald le ha
podido ayudar mucho en esto.
El volante que convocaba a la Marcha por la Vida en 1988.
La Marcha por la Vida, el 10 de
diciembre de 1988, fue el golpe final para forzar la caída de Stroessner. El régimen
intentó desactivar la protesta, arrestando a 35 dirigentes. Hay anécdotas
pintorescas, como la del liberal Rambo Saguier, quien se disfrazó de mujer e
intentó ocultarse en la Catedral de Asunción.
#CrónicasDeLaMemoria
Por
Andrés Colmán Gutiérrez -
@andrescolman
La escena parecía sacada de una de las
comedias del director de cine italiano Federico Fellini: Un hombre disfrazado
de mujer, con peluca y sombrero, discutiendo acaloradamente con un sacerdote de
sotana, detrás del altar de la Catedral Metropolitana de Asunción.
La situación hubiera resultado bastante
cómica, si no estuviera revestido también de mucho dramatismo, ya que toda la
zona que rodeaba a la Iglesia estaba llena de policías, y el hombre disfrazado
de mujer era uno de los dirigentes políticos entonces más buscados por los
agentes del régimen: el popular líder del Partido Liberal Radical Auténtico
(PLRA), Hermes Rafael "Rambo" Saguier.
La escena ocurrió en la noche del 9 de
diciembre de 1988, en vísperas de la "Marcha por la Vida", que debía
realizarse el 10 de diciembre, y que fue la última gran movilización contra la
dictadura del general Alfredo Stroessner.
La manifestación de protesta había sido
convocada por la Convergencia Nacional por los Derechos Humanos, conformada por
una treintena de organizaciones sociales y políticas, e iba a consistir
originalmente en una misa en la Catedral y luego en una gran marcha por las
calles de Asunción, hasta el local de las Naciones Unidas (entonces, en las
calles Estrella y Chile), en conmemoración por el 40 aniversario de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos.
El gobierno de Stroessner se
anticipó y, desde varios días antes, buscando desactivar la protesta, empezó a
arrestar a los principales dirigentes. Los que no cayeron en las redes de la
policía se ocultaron y trataron de seguir adelante con la organización de la
protesta, con planes alternativos para burlar a la represión, según recuerda
Beatriz Agüero, entonces estudiante de Bioquímica y dirigente de la Federación
de Estudiantes Universitarios del Paraguay (FEUP).
Fue en esas circunstancias en que el
político "Rambo" Saguier decidió disfrazarse de mujer e ingresar a la
Catedral la noche antes, para ocultarse allí y poder participar de la misa al día
siguiente, convencido de que el día 10 ya no lo iban a dejar entrar y lo iban a
capturar.
Pero cuando acudió a pedir al entonces
párroco de la Catedral, monseñor Agustín Blujaki, a que le permita ocultarse y
pasar la noche en la sacristía, este montó en cólera y lo expulsó del lugar.
"Fue realmente simpático ver a
Rambo vestido de señora gorda, con su peluca, paraguas, cartera, maquillaje,
discutiendo con Monseñor Blujaki, quien le decía que era una ofensa al altísimo
presentarse con ese patético disfraz", recuerda un testigo presencial de
la escena.
Finalmente, ante la terca negativa del
sacerdote, Saguier aceptó retirarse, con una advertencia: "¡Si me agarra
la policía, usted va a ser el culpable, monseñor! ¡Será un cómplice de la
dictadura...!".
Pero, al parecer, el disfraz de
"Rambo" era muy bueno. Los policías no lo reconocieron y se apartaron
para dejar pasar a la que parecía una aristocrática señora con sobrepeso,
regresando de la Iglesia.
Los
preparativos para la marcha
"El 10 de diciembre, marchemos por
la vida... Participá, sin vos no cambia nada", rezaba un volante que los
activistas repartían en las esquinas, tratando de que no los descubra la Policía.
La iniciativa había nacido meses antes,
en una reunión convocada por los hermanos Miguel Abdón "Tito" y
Hermes Rafael "Rambo" Saguier, quienes entonces lideraban gran parte
de las movilizaciones antidictatoriales, desde el PLRA.
"La reunión se hizo en el campus
de la Universidad Católica. En esa ocasión asistieron únicamente los hermanos
Saguier, alguien del Mopoco (Movimiento Popular Colorado) y nosotros, los
representantes de la FEUP", recuerda Beatriz Agüero.
En una segunda reunión, convocada ya
por los estudiantes universitarios, asistieron muchas más organizaciones, que
conformaron la Convergencia Nacional por los Derechos Humanos, y programaron la
misa y la marcha para el 10 de diciembre
"Se armaron diferentes grupos,
encargados de cada uno de los aspectos de la organización (propaganda,
comunicación, seguridad, etc.). La seguridad fue fundamental, se cuidó que la
organización no fuese descabezada y el esquema funcionó muy bien. El sistema de
comunicación también fue importante, en una época en que no teníamos correo
electrónico, ni redes sociales, ni teléfonos celulares. Recuerdo que nosotros
teníamos 'reuniones móviles', por seguridad: nos reuníamos en autos que
circulaban por la ciudad, como si fuésemos un grupo de amigos que estaban de
paseo", relata Beatriz.
Cuando empezó la cacería y la detención
de varios dirigentes, la mayoría ya había salido de sus casas para refugiarse
en otros lugares.
"En el caso nuestro, fuimos
acogidos en casas de familias que la dictadura jamás hubiese imaginado",
destaca Carmen Rivarola Mas, entonces también dirigente de la FEUP, actualmente
dirigente de la Coordinadora de Victimas del Ycuá Bolaños.
Una de las primeras en ser detenida fue
la gran luchadora por los derechos humanos, Carmen "Coca" de Lara
Castro, quien fue arrestada en el aeropuerto, a su regreso de un viaje a
Europa. "La pobre señora volvía del invierno europeo, toda vestida para el
frio y fue llevada a la Comisaría 12, con el calor de 45 grados de entonces.
También Mavi Brusquetti (dirigente de la Junta Arquidiocesana de Laicos) fue
detenida cuando entonces", relata Beatriz Aguero.
Entre otros dirigentes detenidos en
asunción estaban Ronald Orrego (Fetraban), Alejandro Ladalardo, Digno Britez y
Cristina Vilas (Comité de Iglesias), Celso Velázquez (periodista de Radio Cáritas),
y en el interior del país: Regina viuda de Rodas, Elvio Romero Florentín, José
Martínez (del Movimiento Campesino Paraguayo), entre otros.
El día
de la represión.
"En cuanto a la Marcha en sí,
estuvo organizada como grupos focales, al estilo de las anteriores 'Asambleas
de la Civilidad'. Las organizaciones tenían asignadas zonas específicas
(calles, esquinas) en donde se juntaban y salían a la acera a marchar. Eso
volvió loca a la Policía, que aún no terminaba de dispersar a los manifestantes
en un lugar, cuando a dos cuadras arriba ya surgía otro grupo", recuerda
Beatriz Agüero.
Carmen Rivarola narra que ese día 10 de
diciembre, temprano, cada activista debía llegar individualmente, por su
cuenta, al lugar que le estaba asignado en donde manifestarse junto a otros que
llegaban de la misma manera.
"A mí me tocó estar en un grupo
que se debía manifestar frente al local del Touring y Automóvil Club (en las
calles Brasil y 25 de mayo). Al principio, cada compañero estaba en alguna
tienda, haciéndose pasar por clientes, fingiendo mirar ropas. A la hora
indicada, empezamos a juntarnos. Cuando ya superamos las 200 personas, cerramos
las calles y avanzamos sobre Brasil, hasta el Ministerio de Salud. Nuestro
grupo fue el único que no fue reprimido por la Policía, porque al parecer se
enteraron tarde. Un solo policía en moto apareció por el lugar", destaca
Carmen.
Rubén Ayala Vera, comunicador popular,
quien entonces era dirigente de la Juventud Obrera Cristiana (JOC), cuenta que
con otro grupo de manifestantes, en el microcentro de Asunción, marcharon hasta
el local del diario ABC Color, que entonces estaba clausurado arbitrariamente
por la dictadura, para expresar su solidaridad.
"La policía iba detrás nuestro.
Cuando ya estábamos frente a ABC, apareció un grupo de policías que entraba por
las calles Yegros y Herrera, y otro grupo por Fulgencio R. Moreno y Yegros, y nos encajonaron. Hubo una muy
fuerte represión", señala Rubén.
Tanto Beatriz Agüero como Carmen
Rivarola destacan que la ciudadanía se adhería de manera espontánea, venciendo
el miedo.
"Yo no puedo olvidar la adhesión
de la gente en las calles y comercio, cuando salían de su asombro aplaudían y
coreaban las consignas a pesar de tener a la Policía cerca. También acompañaban
con bocinazos", relata Beatriz.
"Fue espectacular ver cómo la
gente se adhería. Incluso los playeros de la estación de servicio del Touring
se adherían, levantando en alto las mangueras del surtidor, siguiendo nuestras
consignas", narra Carmen.
El dirigente liberal Anki Boccia (de espaldas), enfrentando a patadas a los policias del stronismo.
Resck
y el karateca que desafió a los policías
Otras dos escenas son particularmente
recordadas de aquella Marcha por la Vida.
Una de ellas es la del veterano
luchador por los derechos humanos, el profesor Luis Alfonso Resck, siendo
detenido, golpeado y llevado en andas por varios policías.
A diferencia de Rambo Saguier, Resck sí
consiguió ocultarse temprano dentro de la Catedral, desde antes del amanecer,
pero vio que la gente no podía llegar para la celebración de la misma. Entonces
se enteró de que las manifestaciones de protesta ya se habían iniciado una
cuadra más arriba, y acudió a unirse.
"Se instaló un escenario sobre la
calle Independencia Nacional, entre El Paraguayo Independiente y Eligio Ayala.
Yo llegué allí y me subí a cantar el himno a la Virgen de Caacupé y luego
Patria Querida. Esta música era la que más le molestaba al régimen de
Stroessner. En ese mismo momento recibí un golpazo en la cabeza y caí
desmayado. Me cuentan que me llevaron de manos y pies. Recién después de muchas
horas me desperté en el calabozo del Departamento de Investigaciones de la
Policía", recordó Resck.
La otra escena muy recordada es la del
también dirigente del PLRA, Franklin "Anki" Boccia, enfrentando con
golpes de karate a los policías, como en una película de artes marciales. Por
entonces, Boccia se encontraba en muy buen estado físico, era un experto
luchador y en lugar de correr de los represores, los enfrentó decididamente y
dejó a varios tendidos en el piso, muy malheridos.
Pero el luchador también resultó muy
herido y finalmente tuvo que huir a bordo de su motocicleta. Así lo encontró su
sobrino, el médico Alfredo Boccia Paz, quien lo auxilió.
"Anki llegó manejando su moto,
todo ensangrentado. Yo me subí atrás de él y con un pañuelo trataba de parar la
hemorragia. Llegamos a una estación de servicio. Le lavé bajo una canilla,
cambiamos la toalla y le llevamos al hospital universitario", recordó
Alfredo Boccia.
Una
movilización que hizo historia
La Marcha por la Vida, del 10 de
diciembre de 1988, es considerada la última gran movilización ciudadana contra
la dictadura de Stroessner, que tuvo gran repercusión internacional, y ayudó a
que quienes preparaban el golpe de Estado para derrocar al régimen, se
decidieran con mayor celeridad.
"La marcha había sido convocada
por 30 organizaciones políticas, sindicales, estudiantiles, sociales y
culturales. Para cuando se realizó el acto ya había 35 personas detenidas. La
marcha fue imponente, pues la prensa estimó en 20 mil el número de
manifestantes, cifra alta considerando la feroz campaña intimidatoria que
precedió a la manifestación", destacan Roberto Paredes y Liz Varela, en el
libro "Los Carlos, Historia del derrocamiento de Alfredo Stroessner".
Beatriz Agüero recuerda que esa misma
noche se hizo otra movilización sobre la avenida Quinta, en barrio Obrero,
ocasión en que detuvieron a algunos activistas: Pete Guggiari, Rossana Saguier
y Pupi Rivarola.
"Entusiasmados por el éxito
obtenido, programamos otra gran movilización para abril de 1989, en que iba a
reunirse la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en Asunción, pero esa ya no
la pudimos realizar, porque el 3 de febrero amanecimos con la noticia de que
había sido derrocado el dictador", concluye Beatriz Agüero.
Los
mismos chicos y chicas que organizaron la marcha del #15Npyya habían intentado antes sacar a la gente a las calles y plazas,pero entonces nadie les hizo mucho caso.
Los
anteriores intentos por inaugurar el capítulo paraguayo de los indignados
globales no tuvieron éxito. Mientras en la primavera árabe caían gobiernos tiránicos,
o en el 15M español se resquebrajaba el sistema, o en Occupy Wall Street
temblaba la bolsa, aquí los parlamentarios creían que las pintatas con la máscara
de Anonymous eran... un retrato proselitista de Camilo Soares.
Hubo un
momento, en mayo de 2012, en que las cosas parecieron cambiar. La prensa empezó
a informar que los legisladores iban a aprobar un aumento de 150.000 millones
de guaraníes al Tribunal Superior de Justicia Electoral, solo para pagar a los
operadores políticos de sus partidos.
Entonces
sí la gente respondió a las invitaciones en las redes sociales para un
"after office revolucionario"... ¡y estalló la plaza!
Se dijo
que aquello era "histórico". Los diputados fueron bautizados como
"dipuchorros" y los senadores, "senarratas", porque huyeron
de la ira popular en una apurada caravana, por una carretera aún en construcción.
Y, finalmente, tuvieron que dar marcha atrás, borrando con el codo lo que habían
firmado con la mano.
También
entonces se dijo que había llegado "el despertar cívico del pueblo
paraguayo" y se iniciaba "una nueva era ciudadana".
Pero
vinieron la masacre de Curuguaty, el 15 de junio, y el golpe parlamentario con
juicio político exprés, el 22, que destituyó en forma sumaria a un presidente
electo.
Muchos
de los que se habían movilizado juntos en el "after office
revolucionario" se encontraron de pronto en bandos distintos, agrediéndose
mutuamente e intercambiando rótulos: "golpistas",
"zurditos", "soberanos"…
Ha
debido pasar casi un año y medio para que, de algún modo, se comenzara a cerrar
aquella grieta en el alma del país. Y han debido surgir otros informes periodísticos
de gran impacto mediático, para que la indignación ciudadana resurgiera, por
encima de diferencias ideológicas, de partidos y clases sociales, para unirse
en una cruzada común, que golpeó como nunca a un sector de la clase política
que se creía tan soberbiamente impune y todopoderoso.
Hoy
muchos hablan del "noviembre paraguayo". Pero todavía habrá que ver
si, después de la "gran victoria ciudadana", los pocos que iniciaron
todo no se quedan otra vez solos, bailando con sus banderas bajo la lluvia.
(Publicado en la columna “Al otro lado del
silencio, sección Opinión del diario Última Hora, edición del sábado 30 de
noviembre de 2013)
No
puedo evitar sonreírme cuando leo, una y otra vez, en las redes sociales, algunos
posteos de conocidos “líderes progresistas” y referentes de algunos grupos de
izquierda, insistiendo en que la marcha de los indignados del #15Npy solo pudo
tener éxito porque recibió “un extraordinario apoyo artificial” de los grandes
medios empresariales de comunicación, especialmente de los diarios ABC y Última
Hora, porque sus poderosos y millonarios dueños empresarios tienen oscuros intereses
comerciales y/o políticos por detrás, y nos manejan a todos como grandes
titiriteros desde bambalinas, tanto a los periodistas que somos su empleados,
como a toda la opinión pública.
Me
sonrío, porque el reclamo que estábamos recibiendo hasta horas antes de la
marcha, ese viernes 15, por parte de los organizadores, era justamente todo lo
contrario: Que los medios y los periodistas no les estábamos haciendo caso, que
todo lo que se publicaba acerca del anuncio de la marcha era muy pequeño, que
estábamos censurando la movilización porque “no le convenía a los intereses de
los dueños de los medios”, etc.
Por
algo nos dedicaban estrofas de la canción Multiviral de Calle 13: “Si la prensa
no habla/ nosotros damos los detalles/ pintando las paredes/ con aerosol en las
calles…”.
En gran
parte, tenían razón, en eso de que no les hacíamos mucho caso.
Fíjense
en las fotos que acompaña a este posteo. Corresponden a las ediciones de los
diarios ABC y Ultima Hora del día 15 de noviembre, el mismo día en que iba a
realizarse la marcha.
ABC le
dedica apenas 15 líneas a anunciar el acto, bajo el título “Indignados marcharán
esta noche”, como material de tercera importancia en su página 6, Política, con
una foto de archivo de otra marcha anterior, a tres columnas.
El
anuncio en Última Hora pasa aún mucho más desapercibido. Apenas un recuadro
grisado a dos columnas, al pie de la página 3, con el genérico título de “Manifestación
en distintos puntos”, y no más de diez líneas de texto.
¿Ese
era el “extraordinario apoyo artificial”?
Para
quienes conocen la dinámica interna de los medios, este panorama es
comprensible. Los editores y periodistas, personajes escépticos si los hay, no
creían mucho en que la convocatoria del #15N iba a tener gran respuesta de la
ciudadanía. Ya se habían hecho intentos similares desde las redes sociales, en
los últimos meses, que apenas lograron juntar a algunas decenas de personas en
las plazas, y que merecieron algunas coberturas que en la jerga periodística
llamamos “de relleno”.
Aunque ese
viernes había cierta expectativa, debido a que el tema del rechazo al desafuero
a Victor Bogado era la noticia más leída del día en los sitios web… el espacio
que se le estaba reservando a la marcha en los diarios no era muy grande. Además,
el cielo se puso negro en horas de la tarde, se avecinaba una gran tormenta y
lo más probable era que el acto se llegue a suspender. En el Paraguay, habitualmente,
todo “se suspende por lluvia”.
Recién
cuando los primeros reportes de los cronistas destacados a la cobertura indicaron
que “mucha gente se está juntando en la Plaza Uruguaya”, los editores
reprogramaron sus páginas.
Y en la
medida en que la multitud crecía y se abría paso por las calles, también el
espacio asignado a la noticia se iba ampliando. Para entonces ya estaba decidido
que iba a ser tema de tapa, por una razón muy sencilla: lo que estaba
sucediendo era la noticia más importante del día.
Por la
dinámica de nuestro trabajo, los periodistas tratamos de desarrollar algunas
habilidades, que nos ayuden a leer los signos de una realidad en constante
cambio y adaptarnos rápidamente para tratar de reflejarlo.
Seguramente,
muchas veces nos equivocamos, y no informamos adecuadamente acerca de todo lo
que la gente más espera y valora. Casi siempre, la trascendencia o no
trascendencia que se le da a un tema u otro en los medios, no necesariamente
responde a un plan deliberado, ni a una conspiración político empresarial, sino
simplemente a la dinámica del interés que la propia sociedad les otorga.
Personalmente,
al igual que la mayoría de mis compañeros en la Redacción, hasta ahora no sé
qué opinarán Vierci o Zuccolillo sobre la movida de los indignados. Muy pocas
veces en la vida me tocó hablar con ellos. No recibimos sus instrucciones, sino
la de nuestros jefes directos en la redacción, y tienen que ver más con nuestro trabajo periodístico
cotidiano. Un trabajo que hacemos de la manera que mejor (o peor) podemos, con nuestras
humanas limitaciones, con nuestros aciertos y errores, y casi siempre los
enfoques tienen más que ver con nuestra manera personal, profesional (y
probablemente ideológica) de ver la realidad, que con la línea editorial del
medio.
Probablemente,
todo esto hace que muchos de los periodistas tengamos más “feeling” para
entender lo que la gente está diciendo en la calle, que algunos de los “dirigentes
populares” que hoy intentan desacreditar una de las más interesantes expresiones
cívicas de un amplio sector de la sociedad… solo porque no responde a sus
lineamientos ideológicos… o no pueden controlarlo.
Lástima,
por ellos.
¡Sería
tan bueno tenerlos al lado de la gente, aportando su valiosa trayectoria de
lucha y su visión política… y no tirando piedras desde la gradería!
Como si
pudieran detener la esencia y la naturaleza de las cosas.
A Mirta
Gusinky nunca luego le creí nada, así no que no tengo nada que reprocharle.
Todavía tengo en la memoria su lamentable tour televisivo en los trágicos y
gloriosos días del Marzo Paraguayo. Sentí mucho lo que le pasó a su hija
Cecilia, lo escribí en su momento y me solidaricé con su familia. Ahora le duró
muy poco la imagen de “política nueva y diferente” a esta señora…
Lástima
lo de Luis Alberto Wagner, un político contradictorio, con un heroico historial
de lucha contra la dictadura stronista, con muchas luces y sombras en sus
diversas gestiones, pero que generalmente se había sabido mantener cercano a
los intereses populares. Esta vez, parece que se fue al mazo.
Lástima
también lo de Adolfo Ferreiro, que aunque no está entre los 23, quedó muy mal
parado con esa surrealista explicación de porqué él no tenía que votar. Parece
que se olvidó de su escoba. Avanza País retrocedió bastante. Y encima que sea
Kalé quien lo ponga en su lugar, como que ya es mucho. Al final Adolfo votó por
el desafuero, pero dejó un mal sabor de boca a sus seguidores. A favor suyo,
que al menos Adolfo da la cara y trata de explicar. Pero ya nada será igual…
Lastima
aun más por Yoyito, Blas Llano y el resto de un gran sector de los liberales.
No terminan de seguir cavándose su propia tumba política. Lástima, porque el
sistema democrático paraguayo necesita que también haya una oposición
pluralista y fuerte ante los actuales gobernantes colorados, y el partido
liberal, por su historia, por su tradición, no debería borrarse del mapa
político nacional. Necesita regenerarse, que los dirigentes que cometieron
delitos sean juzgados y paguen sus culpas ante la Justicia, y que pidan
disculpas por sus grandes errores y se sometan al juicio del electorado. Por
suerte hay un grupo de liberales que mantienen una mínima cuota de dignidad.
Habrá que ver como salen de esta.
No les
creo nada a Kalé, ni a Saguier, ni a muchos otros senadores que hoy se
presentan a sí mismos como los baluartes de la honestidad y la democracia,
cuando tienen en su historial delitos tanto o más atroces que los de Bogado. Es
bueno que, al menos por esta vez, no avalen la impunidad y la desverguenza de
sus colegas. Pero que no se extrañen si la oleada de la indignación ciudadana
va creciendo y también los incluye.
El
debate parlamentario sobre el desafuero de Bogado me sirvió, además, para
reivindicarme con la figura del senador Eduardo Petta, del Encuentro Nacional.
En varios casos anteriores, sus acciones y posturas me parecieron populistas y
poco pensadas. Pero esta vez admiré la documentada exposición con que sacó a
luz la contundencia de los delitos cometidos por Bogado.
También
rescato la coherencia demostrada, al menos en todo este tema, por el liberal
Carlos Amarilla. Fue uno de los primeros en posicionarse claramente a favor del
desafuero y en romper lanzas contra sus colegas, mientras casi todos los demás
especulaban, incluyendo a los senadores del Frente Guasu, que necesitaron no sé
cuantas reuniones internas para definir públicamente su postura. En cuestión de
principios, no habría que dudar. O se está en contra de la impunidad, o se está
a favor.
Sé que,
a pesar de todo lo que está sucediendo, muchos ciudadanos y ciudadanas
permanecen escépticos. No habrá justicia, dicen. Esto se acabará pronto y todo
seguirá igual, dicen. La indignación se disipará más temprano que tarde, como
el rocío de la mañana, dicen. Es todo una maniobra tras bambalinas de Cartes,
de Acero, de Vierci, de los sojeros, de la Cía, de Videla, de Massera, de los
marcianos…, dicen. Puede que sí, puede que no. Solo digo que hace mucho no me
sentía contento por la reacción indignada de la gente, sean del color
partidario que sean, tengan o no colores partidarios. Tampoco les creo mucho a
varios de los dueños de locales comerciales que se plegaron a la onda de reservarse
el derecho de admisión a los 23 senadores, porque probablemente lo hacen más
por un marketing oportunista, o por congraciarse con la ciudadanía, o porque le
resulta funcional a sus intereses, pero se siente bien que así sea. Es la
primera vez que ocurre algo así, al menos en esta dimensión masiva. Habría que
pedirles que sigan la campaña de saneamiento moral, cumpliendo además con las
leyes laborales hacia sus trabajadores y pagándoles un salario digno.
También
me preocupa que otros temas más o igualmente importantes no aparezcan en las
movilizaciones, como la represión contra campesinos e indígenas, o la ley de
Alianza Público Privada, o la corrupción judicial, o tantas cosas más. Pero ya
irán apareciendo, me dicen.
“Codo
con codo/ paso con paso”, dice la canción Multiviral, de Calle 13, que no me
cansé de escuchar en estos días.
También
dice: “Crece la ola/ crece la espuma/ cuando cada vez más gente se suma”.
Por las
dudas, ya tengo otro rollo de papel higiénico preparado…
Juan
Domingo Viveros Cartes, en una de las últimas fotos, cuando fue detenido en el
aeropuerto de Coronel Oviedo, en julio de 2012. | Foto: OVIEDO PRESS.
El
denso historial como piloto de narcotraficantes –y a la vez doble agente para
la DEA– de Juan Domingo Viveros Cartes, parece sacado de las teleseries
mexicanas y colombianas. Conozca las reveladoras andanzas del "señor de
los cielos", actualmente preso en Uruguay.
#CrónicasDeLaMemoria
Un reportaje de Andrés Colmán Gutiérrez / @andrescolman
¿Qué se
siente estar al mando de un avión, cabalgar sobre las nubes, ser llamado el
"señor de los cielos"?
¿Qué se
siente atravesar fronteras sin pedir permiso, burlar radares, transportar
cargas ilegales que pueden dejar millones, volar desafiando siempre a la
prisión o a la muerte, sabiendo que hay padrinos poderosos que seguramente te
echarán una mano?
¿Qué se
siente...?
-¡Atención,
tenemos intrusos...! -avisó el controlador del aeropuerto de Santa Clara del
Olimar, cuando percibió dos ecos en la pantalla del radar, sobre el cuadrante
que corresponde a la región de Bella Unión, al noreste del Departamento de
Artigas, Uruguay, en la triple frontera con Brasil y Argentina.
Eran
dos aviones de pequeño porte, que habían ingresado sin autorización a
territorio aéreo uruguayo, a las 11.20 de la mañana del lunes 29 de julio de
2012, sobrevolando ambos sobre la confluencia de los ríos Cuareim y Uruguay, a
muy baja altura, en un vano intento por pasar desapercibido, ya que no solo
fueron detectados por el radar de Santa Clara, sino también por el de
Montevideo.
-¡Tranquilo,
señores! ¡Ya los tenemos controlados! ¡Les vamos a cortar las alas!...
–advirtió una voz militar desde el otro lado del intercomunicador–.
Se
trataba de uno de los jefes de la operación antidroga Wayra, que desde hacía
meses venía desplegando la Dirección General de Represión del Tráfico Ilícito
de Drogas (DGTID), siguiendo la ruta de una red de narcotráfico entre Paraguay
y Uruguay.
El
primer avión, un monomotor Piper, del tipo aerofumigador, aterrizó en un campo
cerca de Cebollatí, Departamento de Rocha, donde dos camiones los esperaban
junto a la pista. Los policías cayeron de sorpresa y fueron repelidos a tiros.
Tras un intercambio de disparos, en el que resultó herido uno de los
delincuentes; quedaron detenidas 6 personas, entre ellas el piloto, de
nacionalidad brasileña. En el interior de la nave, dentro de la tolva donde se
cargan los productos químicos para fumigación, se hallaron 21 paquetes con 478
kilos de marihuana, que acababan de ser transportados desde la zona de Caazapá,
Paraguay, según relataron los diarios uruguayos El País y El Observador.
En
Montevideo y otras zonas de Uruguay, en operativos simultáneos, fueron
capturados otros 16 integrantes de la banda, lideradas por el uruguayo
J.M.M.F., alias "Toti".
La
segunda aeronave fue interceptada en pleno vuelo por aviones de combate de la
Fuerza Aérea Uruguaya, y obligada a aterrizar en una pista de la Brigada Aérea
2, de Durazno. Se trataba de un avión Cessna, con matrícula paraguaya ZP-TMF.
El
piloto resultó ser un ciudadano paraguayo, de 66 años, quien se identificó como
Juan Walberto Gómez, aunque dijo que no portaba documentos, y que se había
"perdido" cuando se dirigía al Brasil. Dentro del avión no se
encontraron drogas, pero si bidones de gasolina y un fondo falso. Los
antidrogas estaban casi seguros de que el piloto paraguayo también había
transportado droga, o había actuado como escolta del avión que transportaba la
marihuana, pero ante la falta de evidencias, en un primer momento solo lo
pudieron detener por haber violado el
espacio aéreo.
La
sorpresa llegó días después, cuando –tras verificar las huellas dactilares y la
fotografía– la Policía paraguaya informó que la verdadera identidad del piloto
detenido es Juan Domingo Viveros Cartes, más conocido como Papacho, un
renombrado piloto civil de aviación, con varios antecedentes criminales por
narcotráfico.
La
identificación permitió además confirmar un dato que le agregó un llamativo
elemento político a la información internacional: Juan Domingo Viveros Cartes
es tío del actual presidente paraguayo, Horacio Cartes.
El 11
de octubre fue detenido otro miembro de la banda, el uruguayo Sebastián Enrique
Marcet, quien en su declaración confirmó plenamente que Papacho Viveros Cartes
es uno de los pilotos que transportan habitualmente la droga desde Paraguay, y
que ese día había traído en su avión otros 450 kilos de marihuana, pero los
había bajado previamente en una aeropista de Lavalleja, departamento uruguayo
ubicado en la zona este del país, para luego seguir vuelo hacia Durazno, donde
fue interceptado y capturado, según reporta Enzo Rosello, periodista del diario
El País, de Montevideo. Con esta evidencia, la jueza uruguaya Adriana de los
Santos procesó a Papacho por narcotráfico.
La
avioneta con matrícula paraguaya, capturada e interceptada en Uruguay. | Foto:
Fuerza Aérea Uruguaya.
"El señor de los cielos", un
incómodo pariente.
"Los
parientes no se eligen", es una frase que popularizó hace algunos años el
entonces presidente paraguayo Fernando Lugo, ante las críticas en la prensa a
una sobrina que ocasionaba escándalos. A su sucesor, Horacio Cartes, la frase
le resulta también apropiada para marcar distancia con su tío piloto de
aviones, quien en medios aeronáuticos es apodado "el señor de los cielos",
evocando a los narcopilotos de las teleseries mexicanas y colombianas.
El
presidente Cartes ha evitado hacer declaraciones sobre la prisión del Papacho
en una cárcel uruguaya, pero el jefe de la Secretaría Nacional Antidrogas
(Senad), Luis Rojas, lo hizo en nombre suyo.
El 21
de agosto, seis días después de que Cartes asumiera la presidencia, Rojas
confirmó que Viveros Cartes es efectivamente tío del jefe de Estado. "Es
cierto, el presidente tiene conocimiento de la detención de su pariente en el
Uruguay, y pide ser implacable con él", aseguró.
Juan
Domingo Viveros Cartes es hijo de Nélida Cartes y primo de Ramón Telmo Cartes,
el padre de Horacio, quien trajo la representación en el Paraguay de los
aviones Cessna, la línea favorita de pequeñas aeronaves que le gusta pilotar a
Papacho.
Al
igual que otros miembros de la familia, también apasionados por los aviones,
Juan Domingo empezó a destacarse como piloto civil, manteniendo un bajo perfil, hasta que en mayo
de 1985 pasó a la primera plana de los diarios, cuando los medios informaron
acerca de una intervención antidroga en una estancia de Pedro Juan Caballero,
Amambay.
Papacho
Viveros Cartes (izquierda) en una de sus primeras prisiones, por pilotar
aviones con droga.. | Foto: Gentileza.
Amambay, mayo 1985: La primera caída.
La voz sonaba nerviosa desde el otro lado del
teléfono, mientras el juez Adalberto Fox la escuchaba desde su despacho, en la
ciudad de Pedro Juan Caballero.
Era la
tarde del 30 de mayo de 1985. El magistrado hablaba con uno de sus informantes,
quien le estaba contando que un avión monomotor había aterrizado con un
cargamento de cocaína en la estancia Fluminense, del brasileño Adilson Rosatti,
a 70 kilómetros de distancia de la capital del Amambay.
El juez
colgó el teléfono y evaluó las acciones a adoptar. La situación no resultaba
fácil. Eran años del gobierno dictatorial del general Alfredo Stroessner,
cuando la mafia del narcotráfico y el contrabando dominaban gran parte de la
región fronteriza con el Brasil, con la protección de poderosos miembros del
Gobierno. Adalberto Fox era uno de los
pocos jueces que intentaba actuar con cierta independencia, lo que luego le
costaría ser echado del cargo.
Aquella
vez, el juez se decidió a actuar con valentía. Organizó un grupo de agentes
policiales y judiciales de confianza, con quienes se trasladó en la mañana del
31 de mayo, bien temprano, hasta la estancia de Rosatti, entonces ubicada en
medio de un tupido monte.
"La
información la recibí, aparentemente, de alguien que formaba parte de uno de
los bandos que estaba negociando el cargamento de cocaína, y estaba descontento
con sus socios. Ya sabíamos que en esa y otras pistas de aviación se traficaba
con intensidad cargamentos de marihuana y cocaína, así como mercaderías de
contrabando", recuerda Fox. Posteriormente confirmó que el informante fue
el propio Adilson Rosatti.
Aquella
mañana, la intervención sorprendió a quienes estaban en la precaria pista
aérea. "Estratégicamente nos acercamos a la pista, en medio del monte, y
vimos que el avión estaba en la cabecera. Rápidamente lo rodeamos y procedimos
a la detención de las dos personas que se encontraban en el lugar. Eran el
piloto, Juan Domingo Viveros Cartes, y un colombiano, de nombre Néstor García
Corredor", narra el ex juez.
Dentro
del avión se encontraron 43 kilos de cocaína y productos químicos, como éter y
acetona, generalmente utilizados para el procesamiento de la droga.
Aquella
fue la primera vez que Juan Domingo Vivero Cartes apareció en la prensa,
vinculado al tráfico de drogas. Junto con García Corredor y Rosatti, fueron
procesados por tráfico de estupefacientes, y condenados a 8 años de cárcel. El colombiano, a quien se vinculó con el
Cartel de Medellín, fue liberado en muy poco tiempo y abandonó el país,
demostrando la protección que gozaba por parte de personas influyentes en el
Gobierno de Stroessner.
La
entonces esposa de Adilson Rosatti, la hoy conocida ex modelo y empresaria Zuni
Castiñeira, concedió en la época una entrevista al diario Hoy, en donde dio a
entender que la prisión de su marido fue ordenada por el jefe de la Caballería,
general Andrés Rodríguez.
Años
después, en 1994, Castiñeira logró impedir con un amparo judicial que un
episodio del programa televisivo El Ojo, conducido por Menchi Barriocanal y
producido por Augusto Barreto, dedicado al caso Viveros Cartes y Rosatti, se
emitiera por Canal 13. Finalmente, el programa pudo salir al aire un mes
después, tras una apelación judicial. (Pueden ver la edición completa del programa "El Ojo", que fuera censurado, en el siguiente video:)
Fuerte Olimpo, setiembre 1994: La
"entrega vigilada" que salió mal.
A 200 kilómetros al norte de Filadelfia, en la
zona de Fuerte Olimpo, en una precaria y desolada pista de aviación, descendió
el 10 de setiembre de 1994 un pequeño avión Cessna, procedente de Bolivia, con
756 kilos de cocaína. Al mando de la nave se encontraba un nombre ya conocido
en el ambiente: Juan Domingo Papacho Viveros Cartes.
Aparentemente,
en el lugar debía realizarse una "entrega vigilada", con el nombre de
Operación Taguá, bajo control de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) y la
DEA (Drug Enforcement Administration, o Administración de Cumplimiento de Leyes
sobre las Drogas, de Estados Unidos), pero al propio jefe del organismo
antidrogas, general Ramón Rosa Rodríguez, el operativo le resultó muy
sospechoso y se negó a que se lleve a cabo.
"Me
opuse terminantemente a la realización de tales operaciones", dice un
informe, presuntamente redactado por Rosa Rodríguez, revelado por la prensa,
después de su asesinato, en octubre de 1994. El texto sostenía que los
operativos encubiertos eran solo una forma de legalizar el tráfico, en el que
se involucraba directamente al ex presidente, general Andrés Rodríguez.
En
Olimpo, el cargamento de cocaína, que estaba destinado al Cartel de Medellín,
en Colombia, fue incautado por efectivos militares a cargo de los agentes de la
Senad, Miguel Angel Berni y Sergio Benítez, acompañados del representante de la
oficina regional de la DEA en Paraguay, Robert Ridler.
"Algo
anduvo mal. El infiltrado de la DEA, Juan Domingo Viveros Cartes, el mismo
piloto que había sido condenado con Adilson Rosatti, cuando en la estancia
Fluminense se descubrió drogas y químicos, fue detenido. Su contacto brasileño,
Clovis Catafesta, ya estaba entre rejas y fue interrogado por el general Rosa
Rodríguez", relata el escritor Anibal Miranda, en su libro Los dueños de grandes
fortunas en el Paraguay.
Fue
cuando se supo que Papacho había sido contactado en la cárcel por agentes de la
DEA norteamericana, para colaborar con el organismo y con la Senad, actuando
como confidente o "doble agente" dentro de las redes del narcotráfico.
A cambio de su colaboración, pudo salir más rápido de la cárcel.
Pero la
divulgación de esa condición también truncó su carrera dentro de las entonces
muy cuestionadas y corrompidas fuerzas de seguridad, al perder su carácter de
"agente secreto". Su nombre ya había saltado anteriormente, vinculado
a otra "entrega vigilada" que también "salió mal", en 1990,
conocido como el caso Parque Cué, camino a Madrejón, donde se decomisaron
presuntamente 343 kilos de cocaína.
"Nadie
fue detenido, bajo la disculpa de que se intentaba infiltrar a los cárteles,
pero la conclusión del general Rosa Rodríguez fue que la droga finalmente llegó
al mercado norteamericano", destaca el investigador Jaime Brener, en un
artículo para el sitio web Drogas y Democracia.
El ex juez
Adalberto Fox es más enfático: "Agentes corruptos antidrogas dejaron
impune a los traficantes, a cambio de quedarse con toda la droga. El diputado
De Vargas encontró al narco Clovis Catafesta detenido y oculto en la
Dinar".
El 10
de octubre de 1994, unas pocas semanas después del polémico operativo Taguá, el
general Rosa Rodríguez fue asesinado en las calles de Asunción, en un confuso
atentado del que resultó culpable su segundo al mando, el capitán Juan Ruiz
Díaz. La especulación fue que el general iba a entregar un informe al
presidente Wasmosy sobre las redes del narcotráfico, en el que involucraba a
altos militares vinculados al Gobierno.
A fines
de 1996, periodistas del diario Noticias y del programa televisivo El Ojo,
difundieron uno de los presuntos informes elaborados por Rosa Rodríguez, en el
que aseguraba que el capo del narcotráfico en Paraguay era el mismísimo general
Andrés Rodríguez, ex presidente, quien había derrocado al dictador, general
Alfredo Stroessner, en 1989.
El
documento también contenía un dato que en ese momento pareció menor: el piloto
Juan Domingo Viveros Cartes era uno de los que realizaban los narco-vuelos para
el general Rodríguez.
El
piloto, cuando llegó extraditado al Paraguay, en 2007, tras seis años de
prisión en Brasil | Foto: ULTIMA HORA.
Mato Grosso, julio 2001: Aterrizaje,
disparos y prisión.
El
avión monomotor Cessna 210, con matrícula paraguaya ZP-TPA, daba vueltas en el
aire, como si el piloto dudara entre aterrizar o no en la pequeña pista de
aviación de la localidad de Pontes e Lacerda, en el Estado de Mato Grosso,
Brasil, aproximadamente a mil kilómetros de la ciudad fronteriza de Ponta Porá.
Era la
tarde del 13 de julio de 2001. En tierra, estratégicamente escondidos,
aguardaban miembros de la Policía Federal brasileña, quienes habían recibido
datos de que un cargamento de cocaína, procedente de Paraguay, sería desembarcado en la terminal
aérea.
Apenas
el avión descendió, los policías lo rodearon y cerraron el paso con varios
vehículos, para evitar que volviera a levantar vuelo. Al percibir que habían
sido descubiertos, los tripulantes intentaron defenderse a tiros, pero al ver
que eran superados en número, finalmente aceptaron rendirse.
El
piloto fue identificado como Juan Domingo Viveros Cartes, quien estaba en
compañía de otro paraguayo, Celino Balbuena, y de un ciudadano brasileño, Silas
Moreira. A bordo de la aeronave se encontraron 240 kilos de cocaína.
Papacho
Viveros Cartes fue procesado por la justicia federal brasileña y resultó
condenado a 17 años de prisión, siendo recluido en la cárcel de Mata Grande, en
la ciudad de Rondonópolis, Mato Grosso.
Seis
años después, el 28 de agosto de 2007, la justicia brasileña accedió a un
pedido de la jueza paraguaya Ana María Llanes,
y autorizó que Viveros Cartes sea extraditado al Paraguay, en donde
tenía cuentas pendientes por el recordado operativo Taguá, en 1994.
Apenas
estuvo en territorio paraguayo, al parecer se movieron las influencias de los
poderosos padrinos que tenía el piloto, y Papacho pudo beneficiarse con la
reclusión domiciliaria, salvándose de cumplir los 11 años restantes que le
quedaban en la cárcel (tenía que salir en libertad recién en 2017).
El
acuerdo era que no pilotara más aviones y se quedara tranquilo en su casa,
guardando un "perfil bajo", pero muy pronto se iba a comprobar que el
"señor de los cielos" no podía permanecer mucho tiempo recluido en la
paz doméstica... y menos alejado de los aviones.
La
avioneta detenida en el aeropuerto de Coronel Oviedo. FOTO: ÚLTIMA HORA.
Coronel Oviedo, julio 2012: El avión
misterioso.
-¡Venga
rápido, señor fiscal!... ¡Estamos haciendo un operativo en el aeropuerto,
sabemos que una avioneta va a aterrizar con drogas!-, fue el pedido telefónico
que el entonces jefe de Investigación de Delitos de la Policía de Caaguazú,
comisario Silvio Solabarrieta, le hizo al fiscal Osvaldo García, de la Unidad
Fiscal Antinarcóticos, en la ciudad de Coronel Oviedo.
Eran
alrededor de las 17.30 del jueves 19 de julio de 2012, cuando el fiscal García
se dirigió presuroso hasta el aeropuerto local, ubicado en el barrio Ciudad
Nueva, donde encontró un amplio despliegue policial alrededor de la terminal
aérea.
"Tenemos
tres avionetas capturadas y hay dos personas detenidas, pero no encontramos
drogas", le dijo el comisario Solabarrieta al fiscal. Seguidamente le
reveló que uno de los detenidos no era otro que "el famoso Viveros
Cartes", tío del entonces precandidato presidencial colorado, Horacio Cartes.
El otro detenido era su acompañante, Abraham Secundino Peña.
"Todo
se hizo de una manera muy irregular y sospechosa. Supuestamente los policías
habían recibido datos y empezaron la vigilancia desde temprano, pero no dieron
participación al Ministerio Público hasta muchas horas después", dijo el
fiscal García.
Dos de
las aeronaves fueron liberadas por el fiscal, por no haber evidencia que las
conecte con algún hecho ilícito. La tercera aeronave, que según los policía fue
pilotada por Viveros Cartes, era un Cessna monomotor, con matrícula N5370B, de
color blanco con franjas celestes, y llevaba en su interior varios bidones de
combustibles. Papacho estaba con medidas alternativas a la prisión, debía
guardar reclusión domiciliaria y le habían retirado la licencia para pilotear
aeronaves, pero el fiscal ignoró esos detalles y lo dejó en libertad, porque
"solamente cometió una falla administrativa, una violación del Código
Aeronáutico".
Periodistas
del sitio web de noticias Oviedo Press lograron entrevistar a Papacho, quien dijo
que solamente se encontraba "de paseo" por el lugar, en compañía de
su esposa y su hijo. "Yo piloteaba aviones, pero hace 20 años que dejé de
pilotear. Ahora tengo una granja en esta zona y me dedico a la cría de
gallinas", aseguró.
En un
reporte periodístico publicado en el sitio web Amambayahora, se lee:
"Durante una discusión entre el detenido Juan Viveros Cartes y un policía,
el aprehendido preguntó a los policías por qué no contaban al fiscal sobre la
camioneta que dejaron salir antes que llegue la Fiscalía".
El caso
del "avión misterioso" causó la destitución del comisario Silvio
Solabarrieta y el desmantelamiento de toda la brigada de Investigación de
Delitos que había participado del frustrado operativo.
La
fiscalía ignoró el dato de que, además de haber volado un avión sin su licencia
de piloto y sin autorización de las autoridades aeronáuticas, Viveros Cartes
había violado las medidas alternativas de prisión, que mandaban su reclusión
domiciliaria.
De
nuevo las influencias de los padrinos ejercieron su poder, y aquella vez el tío Papacho pudo regresar tranquilamente a
su granja de gallinas. (Video-reportaje del medio periodístico Oviedo Press a Papacho Viveros Cartes, cuando su avión cayó detenido en Coronel Oviedo, donde fue rápidamente liberado).
El
avión capturado con 558 kilos de marihuana, en Bella Vista, Itapúa.
Bella Vista, setiembre 2012: El avión
abandonado.
El sol
empezaba a despuntar detrás de las serranías de Itapúa, cuando una camioneta Kia
se acercó hasta el Aeroclub Colonias Unidas, en el kilómetro 48 de la Ruta
Sexta, en las afueras de la ciudad de Bella Vista.
Al
volante iba el empresario Cicinio Cardozo, cuando un grupo de policías armados
apareció de entre la espesura y ordenó que apague el motor y descienda del
vehículo, con las manos en alto.
-¿Usted
es el dueño del avión con droga? ¡Está detenido! –advirtió el comisario Arsenio
Correa, entonces jefe de Investigación de Delitos de la Policía de Itapúa,
quien comandaba el operativo policial.
En el
mismo operativo fue detenido Aquilino Villalba, encargado del Aeroclub. En la
pista se encontraba estacionado un avión monomotor Cesna 182, con matrícula
ZP-BAZ, en cuyo interior se encontró un cargamento de 558 kilos de marihuana.
La
aeronave había aterrizado en la tarde del día anterior. Según el encargado,
Aquilino Villalba, lo tripulaba solamente el
piloto, a quien describió como "un hombre ya mayor, de unos 60 a 70
años de edad". Dijo que "dos hombres gordos" llegaron en una
camioneta a buscarlo, cerraron la aeronave y se marcharon.
El
comisario Arsenio Correa relató que varios días antes sabían que iba a
aterrizar un avión con drogas, y permanecían vigilantes. No quiso revelar la
identidad del piloto, quien se había escapado. "Se trata de un conocido
piloto narco", aseguró. Horas después, la fiscala Libia Centurión, de la
Unidad Penal Antidrogas de Encarnación,
despejó la incógnita, al imputar y ordenar la detención de Juan Domingo Viveros
Cartes, "el piloto prófugo".
Pero
esta vez, tampoco Viveros Cartes resultó detenido. Continuó volando
tranquilamente, aunque más de una vez tuvo que dejar algún que otro avión
abandonado.
La
avioneta hallada en San Pedro, en enero de 2013, la misma que seis meses
después sería capturada en Uruguay.
San Pedro, enero 2013: Otro avión
abandonado y la conexión Caazapá.
"Sospechoso
hallazgo de avionetas" era el título de una noticia publicada por el
diario Última Hora, en su edición del miércoles 30 de enero.
La
crónica relataba que agentes del Departamento Antinarcóticos de la Policía
habían encontrado dos aviones monomotor, abandonados en una precaria pista,
dentro de una estancia perteneciente a Gladys Rosaura Noguera de Sarubbi, madre
del empresario Enrique Sarubbi Flores, en la región de 25 de Diciembre,
departamento de San Pedro.
Los
agentes habían recibido datos que hacían referencia a que los aviones transportaban
drogas, pero no hallaron nada en su interior. A una de las aeronaves se les
había quitado todos los asientos, excepto el del piloto, procedimiento habitual
que utilizan los transportadores de drogas para crear espacio para la carga.
Se
trataba del Cessna monomotor, con matrícula ZP-MTF, las mismas características
del avión que seis meses después, el 29 de julio, sería capturado por la Fuerza
Aérea Uruguaya, al ingresar ilegalmente al país vecino, pilotado por Juan
Domingo Papacho Viveros Cartes.
Durante
el operativo en la zona de 25 de diciembre, el encargado de la estancia, Adolfo
María Sarubbi, hermano de Enrique, aseguró que desconocían cómo habían ido a
parar allí las dos avionetas abandonadas. "El capataz es el responsable de
controlar a todos los que llegan", dijo Sarubbi. Pero el capataz había
desaparecido.
En el
proceso judicial iniciado en el Uruguay tras la detención de Viveros Cartes y
los miembros de la banda de "Toti", la jueza Adriana de los Santos
pudo establecer que otros dos ciudadanos paraguayos también eran parte de la
organización criminal, a quienes imputó y requirió su captura y extradición.
Se
trata de Francisco Nicolás Sarubbi Brizuela (44) y César Santiago Morel Roa
(31), "identificados como piezas clave del entramado delictivo, con la
conexión desde el Paraguay", según reporta el periodista uruguayo Renzo
Rosello, del diario El País, de Montevideo.
Sarubbi
Brizuela es un conocido político colorado, ex intendente de Caazapá durante dos
periodos (del 2001 al 2010), hermano del ex diputado y ex gobernador Luis
Sarubbi. Morel Roa es funcionario
judicial, ujier notificador del Juzgado de Paz local. Ambos venían siendo
seguidos e investigados desde hace varios meses por los agentes de la DGTID uruguaya, y todas sus conversaciones
telefónicas internacionales habían sido grabadas.
Los
agentes antidroga aseguran que los vuelos con los cargamentos de marihuana, en
los dos aviones capturados el 30 de julio en Uruguay, incluyendo el pilotado
por Papacho Viveros Cartes, partieron desde una pista de la estancia San
Martín, en la compañía San Antonio de Caazapá.
El
establecimiento es propiedad de Hermógenes González Ugarte, funcionario de la
entidad binacional Itaipú y cuñado de Sarubbi, aunque el mismo asegura que
desde hace dos años lo alquila a otra persona, Fabio Acosta.
Sarubbi
Brizuela y Morel Roa permanecen prófugos. El fiscal paraguayo Juan Emilio
Oviedo rechazó un primer pedido de captura y extradición de ambos, presentado
por la justicia uruguaya, "por defectos de forma y documentación incompleta".
Uruguay, 2013: Alejado de los cielos.
¿Qué se
siente estar al mando de un avión, cabalgar sobre las nubes, ser llamado el
"señor de los cielos"?
Es
difícil saberlo. Muy pocas veces los narcopilotos se muestran dispuestos a
conceder entrevistas periodísticas. Uno de los pocos que aceptó revelar cómo es
el mundo del tráfico aéreo es otro recordado ex colega del tío Papacho, el
piloto Amado Recalde, quien junto con él estuvo involucrado en el célebre caso
Parque Cué, la supuesta "entrega vigilada" de cocaína "que salió
mal" en 1990, en el Chaco.
En
marzo de 2010, Recalde concedió una reveladora entrevista a los periodistas
Lucho Alvarenga y Roberto Irrazábal, para la serie de reportajes investigativos
"Las rutas del narcotráfico", publicada en Última Hora.
Tras
admitir que fue reclutado, presuntamente por enviados del propio general Andrés
Rodríguez, para realizar los vuelos de transporte de drogas, desde Bolivia
hasta Paraguay, Recalde brindó un detallado relato acerca de cómo funciona el
narcotráfico aéreo.
"En
la mayoría de estos negocios, para traer de Bolivia, no se usan aviones
grandes, se usan avionetas pequeñas, hasta un bimotor chico. Estos aviones
tiene unas 6 a 7 horas de autonomía, vuelan hasta una base y de ahí se recargan
de combustible", contó el piloto.
¿Cuál
es la razón por la que aceptan realizar un trabajo ilegal tan peligroso?
Principalmente,
por las grandes sumas de dinero que deja cada vuelo exitoso, cada entrega
cumplida "sin inconvenientes". Pero también hay "algo más",
algo que tiene que ver con la adrenalina, el vértigo de la aventura y el placer
que provoca volar, algo que "solamente los pilotos entienden".
"Se
gana buena plata, porque como piloto podés ganar en 5 horas lo que juntás en 6
meses; esa es la diferencia. Ponele que con un 100 o 200 kilos podés ganar unos
20 mil dólares por transportar. Esa es la plata que yo ganaría en 4 o 5 años de
trabajo honesto", había confesado Amado Recalde.
Recluido
una vez más en una prisión, esta vez en Uruguay, forzadamente alejado de los
cielos, Papacho seguramente tendrá tiempo de sobra para reflexionar. Él, que
pudo escapar tantas veces, gracias a su arrojo, a su buena estrella o a sus
poderosos contactos, ¿lo conseguirá también ahora?
Una
historia vivida a mil, que merece ser escrita como guión de una telenovela... o
como un reportaje narrativo.
¿Qué se
siente...? --------- P.D.: Papacho Viveros Cartes recuperó su libertad ante la Justicia en Uruguay en febrero de 2016. Lalamtivamente, la Justicia paraguaya no insistió en su extradición.
(Reportaje elaborado originalmente para ULTIMAHORA.COM).