El bombero Edgar Bogarín y Tatiana Gabaglio, a diez años de la experiencia que les marcó la vida y los unió en una relación de amistad y de padre/hija. Ella lo llama "mi héroe personal". |
En
medio del fuego y los escombros, Édgar Bogarín rescató a una niña que le
imploraba: "¡Papá, dame agua!". Diez años después, el bombero y la
sobreviviente Tatiana se unen en un conmovedor abrazo. Un símbolo de la solidaridad,
más allá del horror.
#CrónicasDeLaMemoria
Andrés Colmán Gutiérrez | @andrescolman
Era la
tercera vez que el suboficial primero Édgar Bogarín Duarte, bombero de la
Policía Nacional, ingresaba al edificio en llamas del Supermercado Ycuá
Bolaños, ese trágico domingo 1 de agosto de 2004.
Tanto
él como sus compañeros ya habían logrado sacar a varias personas con vida, pero
siempre existía la esperanza de encontrar a alguien más.
"Yo
estaba allí, abriéndome paso en medio de los chorros de agua y de la espesa
humareda, cuando sentí una voz infantil que apenas se escuchaba debajo de los
escombros y de los cuerpos. Me acerqué y encontré a una niña pequeña, todavía
viva...", recuerda el bombero.
Tatiana
Judit Gabaglio Rodríguez tenía entonces 7 años de edad. Había acompañado a su
vecina a un paseo de compras al local comercial, cuando la atrapó el incendio.
Parte del plástico ardiente del cielorraso derretido cayó sobre ella y le
aprisionó la pierna derecha.
"Le
quise sacar el pedazo de plástico que estaba sobre su pierna, pero era
imposible, estaba totalmente pegado. Entonces la alcé en mis brazos, con el
trozo de plástico entero", narra Édgar.
Fue
cuando la niña hizo un pedido tembloroso, con una frase que ambos recordarían
por siempre:
-¡Papá... dame agua!
Con la
ayuda de otro bombero, Édgar la pudo bajar por la rampa. Mientras buscaban un
vehículo en la cual llevarla, él consiguió un termo con agua, vertió un poco
del líquido en la palma de la mano y
humedeció los labios de la niña. "No podía darle de beber, porque
no sabía en qué condición de salud estaba ella", explica.
DESTINO. Aquel momento especial los unió para siempre.
Édgar acompañó a la niña en una
patrullera policial hasta el Sanatorio Santa Bárbara y no la dejó sola, hasta
asegurarse de que ella esté a salvo.
"Él
es mi héroe, es a la vez un padre y un gran amigo", admite Tati, quien se
funde en un abrazo emocionado con él, diez años después, en los estudios de
tevé de ULTIMAHORA.COM.
Édgar
es más parco, pero no logra ocultar su emoción al recordar como el destino lo
unió a esa chiquilla rebelde, que hoy cuestiona el sistema, pero siempre se
molesta cuando sus compañeros atacan a los policías.
"Cuando
escuché que ella me pedía agua, en medio del incendio, solo pensé en mi hija,
que entonces tenía cuatro años. Agradezco mucho haberla conocido, aunque haya
sido en tan trágicas circunstancias. Ella es también una heroína. Haber podido salvar su vida, para
mí, fue el mejor regalo", dice el bombero.
Desde
entonces, sus familias se han hecho amigas. Tati acostumbra salir con los hijos
de Édgar y él ha estado presente en muchos momentos importantes de su vida: la
sacó a bailar el vals el día en que ella cumplió 15 años.
Inspirada
en su ejemplo, y en el de muchos otros bomberos que dieron todo de sí para
salvar vidas aquel fatídico 1 de agosto, Tati ha decidido también ser bombera y
hoy es brigadista de la Tercera Compañía del Cuerpo de Bomberos Voluntarios.
Ambos
coinciden en que no se se ha hecho
verdadera justicia en el caso Ycuá Bolaños, y que la sociedad paraguaya
no ha aprendido aún la lección, en hacer que los edificios sean más seguros.
"De
entre las cenizas nació una gran amistad", dice ella, mientras ríe y
juega, llevada en andas por su héroe personal.
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